Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 47 Relaciones familiares

Nat despertó, pero no quería abrir los ojos, de modo que estuvo un buen rato sin moverse y preguntándose qué hacer a continuación. El día anterior había vuelto a intentar convencer a Eve de volver a casa, pero ella seguía tercamente empeñada en no hacerlo, y adicional a eso, en varias ocasiones estuvo seguro que Ioan iba a quitarle la cabeza a su hermana, pues esta se esforzaba en mortificarlo insultándolo de todas las formas posibles: incluso se había atrevido a cuestionar el encierro de Ruslam, diciéndole a Ioan que si quería tanto al muy bastardo, se asegurara de que nunca saliese del calabozo a donde lo había enviado, porque si ella lo veía en el futuro próximo o dentro de mil años, se iría derecha a sacarle el corazón; y por último, estaba haciendo algo más peligroso todavía, según le dijo Levka a Nat, pues hablaba mucho de Evarig aun sin conocerla.

Iván lógicamente recordaba a su madre, pero hablaba poco de ella, algo normal dado que él mismo sabía más bien poco de ella, de modo que sus hijos habían sabido menos aún y en realidad a la fecha, Nat pensaba que gracias a Izek, él sabía más de su abuela que Iván.

Por otra parte, la situación de Iker seguía preocupándolo, porque si bien el individuo ahora se paseaba por Rejett como si estuviese en Develieng, aunque a donde más iba era a la biblioteca, ninguno de los vampiros lo molestaba y a decir verdad ni siquiera se le acercaban; Nat no sabía si era por miedo o si había alguna otra razón, pero al menos no era eso lo que lo mortificaba. También sabía que había salido de noche y que seguía peleándose con Izek tanto como podía, pero lo que en verdad tenía mortificado a Nat, era que no había olvidado que Iker le había dicho u ofrecido algo a Ioan, y todavía él no había logrado enterarse del qué y seguía pensando que era algo peligroso.

Finalmente, y concluyendo que no iba a resolver nada allí, abrió los ojos y se sorprendió al ver a Iker sentado en el sillón, pero no porque estuviese allí, sino por no haber sentido su presencia.

  • Buenos días – lo saludó
  • No para mí, y lo serán menos para ti – dijo Iker
  • ¿Por qué? – preguntó con una nota de ansiedad en la voz
  • Tu madre está enferma – dijo sin adornos mientras la cabeza de Nat se llenó de horrorosas imágenes – y sí, es por causa de ustedes. De modo que si bien estoy bastante seguro que eso no te hará volver a ti – puntualizó en tono más odioso de lo habitual – hay que hacer volver a Eveska

Nat pensó que su primo andaba muy desencaminado en la vida, porque primero volvía él antes que Eve, o al menos por aquella razón.

No obstante, pensó que igual debía saberlo, así que se aseó a toda prisa y cuando iban de salida se presentó Izek.

  • Fenség – dijo a modo de saludo
  • A un lado Izek, tengo que hablar con mi hermana
  • Y era lo que te iba a decir – dijo él haciendo que Nat se detuviese con brusquedad
  • ¿Qué le sucede? ¿Dónde está?
  • Nada, pero le va a suceder si sigue molestando a Ioan
  • Hazle algo y encontraré el modo de matarte, Vadik – dijo Iker, pero él lo ignoró

Aunque Nat pensaba de forma quizá más acertada que Iker y sin duda mucho más de acuerdo con Izek, igual le preguntó por qué lo decía él.

  • Es mejor que vuelva a su casa
  • Claro, pero eso no contesta mi pregunta
  • No te va a gustar lo que voy a decir
  • Nunca me gusta, pero igual lo dices – dijo mirándolo mal
  • Mi hersivï decía que Eveska se parecía mucho a Ioan y no sé si era así, pero sin duda la hersiri

Ciertamente a Nat no le gustó escuchar aquello, pero no era tan necio como para negar lo obvio, y más allá de eso, sabía que aquella desgraciada semejanza con seguridad le gustaba menos a Ioan.

  • Pero aparte de eso, el niño Douglas corre verdadero peligro, porque Eveska es su sangre, pero él no, y aunque el otro también lo es, lo que va a matarlo es su irritante arrogancia Cornwall

Por un loco momento Nat tuvo deseos de reír por dos motivos distintos; el primero, porque era casi ridículo que alguien considerase a Vladi arrogante al lado de Ioan y en realidad su primo no lo era tanto como los demás Cornwall que conocían; y el segundo, porque le habría encantado ver cómo le iba a Ioan si tuviese que soportar a Darien, por ejemplo, aunque solo fuesen unos minutos.

Sin embargo, entendía bien la seriedad del asunto, pues recordó que la primera conversación entre Ioan y Vladimir, fácilmente habría podido ser la última. En esa oportunidad Ioan había clavado su mirada en Vladi y éste se la había devuelto no solo sin aprensión, sino con una sonrisa burlona en sus labios.

  • Supongo que no estarás intentando la suprema necedad de hipnotizarme, porque por mucho que te pese, yo también soy un Natchzhrer
  • En mi opinión eres más Cornwall que Natchzhrer, pero me alegra saber que te sientes orgulloso de ser lo segundo
  • Seguro, pero no por ti, lógicamente, sino por mi abuelo que si es un sujeto del que vale la pena sentirse orgulloso




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