Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 52 No muy sorprendente

 

Vladimir Daniel Natchzhrer McKenzie, había sido el quinto chico de la última generación. Había nacido solo un mes antes que Dreo, y si bien lo había hecho no en las mismas condiciones de peligro que su primo, sí en unas muy estresantes para su tranquila madre, ya que Aderyn había comenzado su trabajo de parto en medio de su prueba final, y el pobre Gail casi sufrió un paro cardíaco cuando recibieron el pedido de auxilio del compañero de Aderyn. También se suponía que nacería un mes después, pero parecía tener mucha prisa por dejar el vientre materno y fueron muchas las ocasiones en las que Danny dijo que lo que le sucedía a Vladi era que no le gustaba el encierro, algo que se hacía más patente cada vez que el chico se disgustaba seriamente por algo y decidía que necesitaba irse; aquella particularidad de Vladi le causó más de un susto a Aderyn, porque comenzó a suceder desde que Vladi era poco más que un bebé, y lógicamente siéndolo, no se suponía que debiese estar en otro lugar que no fuese en su casa, pero el niño aquel siempre pareció tener otras ideas y consideraba, al igual que Dreo, que el mejor y casi único lugar en el que debía estar, era en Averdeen, de modo que apenas le fue posible, comenzó a desaparecer hacia allá. Gail era simplemente incapaz de preocuparse y nunca lo hizo, así que cuando aquello sucedía y mientras Aderyn entraba en crisis, especialmente si había reñido al niño, él se comunicaba tranquilamente con Sam para confirmar que su hijo estaba allá y seguía tan tranquilo, porque también recordaba que su tío Vlad había sido igual, y cuando se peleaba con Eve, lo que hacía era largarse y no aparecía hasta muchas horas después.

Mientras Vladi fue un recién nacido, era como cualquier otro en opinión de todos, pero apenas se acercaba su primer cumpleaños, comenzaron a notar que si bien tenía los rubios cabellos de sus padres y los ojos azules, éstos cambiaban según la estación del año, algo no muy novedoso pues a Gail le sucedía lo mismo, algo que era herencia de sus parientes Cornwall, pero además de lo anterior, fue evidente para todos, que Vladi no se parecía ni a Gail ni a Aderyn, sino que cada vez se parecía más a Giulian. Inicialmente esto causó cierta sorpresa, pero lo olvidaron, sin embargo, cuando Vladi creció y adquirió las facciones que tendría toda su vida, los malignos Gail y Danny, solían hacerle muchas bromas a Aderyn y de la clase que eran consideradas del todo inapropiadas, especialmente si uno de los que las hacía era Gail que era el padre de la criatura, pues involucraban la grosera sugerencia, como decía Anne, de que Vladi fuese hijo de Giulian y no de Gail. No obstante, el tiempo siguió su curso y Vladi se convirtió en una copia bastante fiel de Giulian y lógicamente, del anterior portador del nombre, pero con el cabello rubio, e incluso opinaban que se le parecía más que sus propios hijos, porque los ojos de los gemelos eran del conocido violeta Douglas, y en el caso de Brendan, nadie podía decir a ciencia cierta de qué color los tenía, porque nunca parecían del mismo.

Vladi amaba a todos sus abuelos, pero amaba con locura a Elar y sentía una desmedida admiración por su abuelo Iván, de manera que desde muy pequeño quiso saber todo lo que hubiese que saber de su raza, y a diferencia de su necio padre, él no tenía ningún conflicto al saber que por sus venas corría sangre vampírica e incluso decía que aquello era ventajoso, y aunque nadie sabía muy bien por qué lo decía, dejaron de prestarle atención concluyendo que sería otra de sus payasadas.

En la oportunidad en la que se tropezaron con los vampiros, Vladi no sintió miedo por él, sino por Dreo, porque por algún motivo no se sentía amenazado por aquellos sujetos, mientras que estaba seguro que no tendrían ningún problema para despachar a Dreo. Y recientemente cuando habían ido a meterse a Rejett, él estaba tan tranquilo como si hubiesen ido a pasearse por el centro comercial de Kelten.

Dreo sabía todo esto y muchas otras cosas más, y en realidad habría sido extraño que fuese distinto, porque Vladi y él no eran como hermanos, sino que a todos los efectos prácticos lo eran y punto. A Vladi tampoco le sucedía lo que suele suceder con otros hermanos o amigos muy cercanos cuando uno de los dos tenía pareja, es decir, que el otro se sintiese excluido, así que cuando Dreo declaró su amor por Eve, Vladi nunca se sintió apartado, porque él siempre había formado parte de aquella desquiciada sociedad. Pero si bien a Vladi nunca le preocupó la vida amorosa de Dreo, a este sí le preocupaba la de Vladi, porque a pesar de que todos creían que era tan desordenada como la suya y que nunca se enseriaría con nadie, Dreo sabía que Vladi había perdido su rubia cabeza por un imposible.

Cuando ellos tenían alrededor de seis años, y aunque después de la experiencia que habían vivido yendo a meterse al bosque y siendo testigos de la primera transformación de Elijah y del ataque de la manada de lobos, aquel era un destino que había quedado fuera de sus planes por mucho tiempo, pero finalmente su curiosidad natural los había llevado de nuevo al bosque. Normalmente ningún Cornwall corría peligro en un bosque, pues los espíritus naturales de éstos, es decir, las dríades, siempre los protegerían. En aquella excursión nada les sucedió y eso los hizo volver más bien pronto, solo que en su segunda visita se encontraron con una niña que ellos suponían no debía estar allí por dos motivos diferentes; uno que aquella era propiedad privada, y el segundo que podía resultar peligroso.

  • ¿Quién eres tú y qué demonios estás haciendo aquí? – preguntó Dreo con sus lindas maneras
  • Hola – dijo la niña – ¿Quieren una fruta? – preguntó y ellos se miraron
  • ¿Me escuchaste? – preguntó Dreo
  • Lo hice, pero me pareció grosero no ofrecerles lo que estoy comiendo
  • Bien, pero ahora contesta – insistió él
  • Briel – dijo la niña
  • ¿Eso es un nombre?
  • Dreo – dijo Vladimir y miró a la niña – ¿Estás perdida?
  • No
  • ¿Y qué haces aquí? – preguntó Dreo
  • Estoy paseando




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