Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Cap. 59 Antes

 

Iván autorizó que Giulian fuese llevado a casa, pero con la condición de que siguiese dormido por lo menos hasta el día siguiente, después de lo cual marchó finalmente a Arx para hablar con Eve. Como cabía esperar, su hija estaba más allá de la ira y jurando que mataría a Iker, de modo que Iván la tuvo muy difícil, pero notaría que convencerla de dejar a Iker en paz sería sencillo en comparación con hacerla desistir de ir a buscar a Sindre. Eve nunca había sido fácil, así que esperarlo en sus actuales condiciones era iluso y el pobre Iván, por primera vez, tuvo que amenazarla en términos muy firmes, algo que le costó toda la fuerza de voluntad de la que pudo echar mano, pues él nunca y por mucho que cualquiera de sus chicos se había esforzado, los había siquiera reñido mucho. Inicialmente pensó que Dreo se pondría difícil al escuchar que le hablaba a Eve en aquellos términos y tono, pero Dreo en realidad tenía una inteligencia que se esforzaba en ocultar, así que entendió lo que estaba haciendo y no se inmiscuyó.

  • Eve – le dijo en cuanto llegaron a casa – si sales de aquí sin mi permiso, me obligarás a perseguirte y sabes que te voy a encontrar, pero además de eso, voy a encerrarte por tiempo indefinido
  • No serías capaz, así que no pierdas...

Sin embargo, Eve hizo rápido silencio al ver que los ojos de su padre enrojecían en forma violenta.

  • Créeme Gaellig Eveska, no quieres averiguar si soy capaz o no

Dicho esto, le dio la espalda y casi corrió a su habitación sintiéndose miserable.

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Como los chicos no iban a marcharse dejando a Erik en el hospital, y siendo que Samantha se había ocupado de atenderlo, cargaron también con él, de modo que ya estaban todos en casa cuando llegó Daira hecha una furia.

  • ¡McKenzie!
  • Juro que no he hecho nada, he estado…
  • Cierra la boca y vámonos
  • ¿Y… a dónde exactamente? – preguntó él con cautela
  • ¿Te das cuenta que esta no es nuestra casa?
  • Madrina… – intentó Darien
  • Ahora no, Darien Mael

Aquello sorprendió tanto al gemelo, que su expresión le habría valido las burlas de todos de no ser porque estaban tan sorprendidos como él. Anne que aún intentaba no llorar mientras conversaba con Iker, detuvo tanto las palabras como el llanto y casi se levantó del sillón, pero Iker se lo impidió.

  • Creo que es mejor no intervenir, abuela
  • Pero… Daira no es así
  • Está alterada, pero créeme, es mejor dejar que tío Jonathan se haga cargo – le dijo, aunque parecía que Jonathan estaba más bien lejos de poder hacerse cargo de nada
  • Señora McKenzie…
  • Lizzy y Arianell, nos vamos ahora – les dijo y miró a Jonathan como si fuese un insecto – No te quedes ahí, ve a buscar a Erik

Si bien Lizzy podía tener una idea de la razón por la que su madre estaba tan furiosa, no era el caso de Aria, pero Elijah que estaba en la misma posición de Lizzy, sujetó a la volátil señorita McKenzie y le tapó la boca.

  • Entiendo que estés cansada y quieras ir a casa tía Daira, pero al menos pueden cenar antes ¿no es así? – le dijo

Samantha, Galadriel y Gamariel habían estado intentando enterarse de qué demonios estaba sucediendo, pero la mente de Daira parecía un caótico revoltijo de ideas por no hablar de sus emociones, así que al menos Samantha dejó de intentarlo con ella y se concentró en Elijah, pero por aquel lado era más difícil obtener nada si él no colaboraba. Con las cosas así, estaba a punto de hacer algo por tranquilizar a Daira, cuando la voz de Mael la detuvo.

  • Daira – dijo y ella se volvió

Para todos fue claro que quería como mínimo quitarle la cabeza, la pregunta era por qué, pero fue en ese momento que Jonathan lo entendió todo. Lizzy y después de hablar con Elijah, se había tranquilizado y se había ido derecha a hablar con su padre y muy al estilo Aria, le lanzó sin adornos la noticia de su embarazo. Jonathan era definitivamente menos emocional que su mujer, era práctico y adoraba a sus hijos, de modo que esperar que él encontrase algo censurable en nada que hiciesen sus niños, estaba fuera de consideración, y de ningún modo habría encontrado nada mal en lo que estaba escuchando, así que se lo tomó con la tranquilidad que se lo tomaba casi todo, felicitó a su hija y pensó incluso en lo mucho que iba a divertirse burlándose de Mael; con lo que no contó fue con la ira de su mujer y lo mal que podía hacérselo pasar a Mael. De manera que al ver que los ojos de Daira brillaban en forma peligrosa, se movió con rapidez sujetándola, pero no tuvo ocasión de advertirle a Mael que era mejor que ni se le acercara de momento.

  • ¿Daira, qué he hecho para…?
  • ¡Si serás descarado! – lo interrumpió ella
  • Luego te explico y estoy seguro que te va a “encantar”- le transmitió Jonathan mientras sacaba a Daira del salón
  • Elizabeth – dijo Mael acercándose a ella – tengo algo que decirte ¿me acompañas?




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