Arzhvael (libro 11. La ira de los Dioses)

Epílogo

 

Si bien aquel año pudo haberse iniciado con alegría por el regreso de los chicos, había estado sembrado de desastres, mismos que no los habían dejado disfrutar ni del regreso de los cautivos, ni de eventos tan felices como la relación de Mael y Lizzy o la más reciente entre Aria y Elijah.

La transformación de Eve, aunque no había sido especialmente traumática y parecía estar adaptándose mejor de lo que habrían esperado, sufriría un brusco cambio por lo sucedido con Dreo y aun Iván no sabía cómo enfrentar aquello.

Tanto Nathaniel como Iker habían regresado a Rejett, y aunque se suponía que no estaban presos y podían ir y venir, a Iker lo veían más bien poco mientras que Nat iba con más frecuencia lo que era un consuelo sobre todo para Elar.

Sin embargo, aunque las esperanzas habían sido pocas, la primera vez que Nat había vuelto después de su marcha, no pudo darles noticias de Vladi, algo que tal vez esperasen los adultos, pero no los más jóvenes, porque ellos parecían haber prestado la atención debida cuando Nat había dicho que Ioan no quería ver a Vladi, algo poco extraño conociéndolo como lo conocían, pues si habían estado seguros antes de su transformación, que aquellos cretinos querrían devolverlo por irritante, después de ésta las cosas por fuerza serían mucho peor y lo que podía agenciarse era que le quitasen la cabeza, así que no, ellos estaban seguros que al último lugar al que iría sería a Rejett, y a diferencia de sus padres, no habían esperado que Nat les trajese noticias de Vladi.

En conjunto y si bien no había muerto nadie más, las ausencias les pesaban mucho, pero, aun así, tenían que continuar y hacerle frente a una guerra que todavía no terminaba.




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