La vida en Rejett se había vuelto complicada, algo que afectaba de una u otra manera a todos sus habitantes de Ioan para abajo. Fuera de los problemas que tenían con la facción disidente que había dejado de serlo para convertirse en un grupo decididamente antagónico, Ruslam seguía encerrado por órdenes de Ioan, ya que, si bien aquel infeliz era su hermano, también era el autor de un acto criminal a los ojos de Ioan al transformar a Eveska, de modo que estaba seguro que si lo veía, iba a quitarle la cabeza. Sin embargo, Gavrel había emprendido una consistente campaña para que Ioan cambiase de actitud hacia Ruslam, pues aquel era el político y en ese momento necesitaban de él y no por lo que Ioan había creido se proponía Gavrel, es decir, que intentase mediar entre Sindre y él, sino para que se entendiese con los Svartálfar quienes estaban perdiendo la paciencia debido a los constantes fracasos en contra de los Ljósalfar y por no haber conseguido aun el Draupnir. Evidentemente a ellos no les interesaba el problema interno de los vampiros, de modo que cuando se enteraron que habían liberado a Peter y a Kelan, habían montado en cólera y habían tenido un furioso pleito, pero como vérselas con Levka y Nevek no habría sido el sueño de nadie, algo que comprobaron los Svártalfar de la peor manera, lograron que se quedaran brevemente tranquilos, aunque eso redundaría en perjuicio de las comunidades de sus parientes de la luz.
Otra cosa que tenía enfermo a Ioan, era que, si bien Nathaniel vivía en Rejett, ni participaba en sus problemas políticos o conflictos bélicos ni consentía en ser transformado, de modo que Ioan estaba comprobando que no por ser más tranquilo o sosegado, había heredado menos de su terquedad, algo que ya los miembros del Ellatás estaban viendo con preocupación, porque Ioan tampoco se caracterizaba por su paciencia. A Nat efectivamente lo traía sin cuidado lo que Ioan o cualquiera de los otros quisiese, y aunque había cumplido con su palabra de no escapar, se había dedicado a algo a lo que ya había renunciado, es decir, a estudiar lo que siempre había querido, y como su interés era muy real, ya había aprobado el examen que tuvo que rendir para ingresar al Instituto de Estudios Superiores, ya que no poseyendo un certificado de haber concluido estudios en ninguna institución, se hacía necesario rendir aquella prueba y lo había superado con éxito, de modo que la más contenta con aquello era Gema que siempre había pensado que el deseo propio de hacerse Läkare, había sido transmitido por Nat. Aquello por supuesto enfureció a Ioan y contra quien la emprendió fue contra Izek, ya que este le había asegurado que, si bien Iván nunca aceptaría su puesto como príncipe de su raza, Nathaniel sí, pero de acuerdo a lo que estaba viendo, Izek no podía estar más equivocado. No obstante, se detuvo en medio de la furiosa diatriba que le estaba largando, lo miró con suspicacia y un segundo después lo había sujetado por el cuello y tenía sus encendidos ojos clavados en los Izek.
Ioan no dijo nada en forma inmediata, pero saqueó la mente de Izek en forma violenta, aunque sin resultados prácticos, porque él sabía que aquel muchachito poseía algo que él no y que era herencia directa del mal nacido que había tenido por padre, de modo que, y aunque Izek no estaba haciendo uso del soberbio control que tenía sobre su mente y sobre las ajenas, Ioan creyó que sí y lo lanzó con ira hacia la pared. Aun así y a pesar de su ira, pensó en otra cosa y se giró.
Ioan abrió mucho los ojos y éstos cambiaron del rojo encendido al negro y luego a su original gris, pero acto seguido pareció aquejado del dolor que ellos asociaban al del envenenamiento por espino y un segundo después había desaparecido. Gavrel y Nevek que iban entrando en ese momento y percibieron lo anterior, sujetaron a Izek y, de hecho, Gavrel casi le quita la cabeza.
Aquellas fueron malas noticias para Gavrel, porque si había algo que Izek llevase muy mal, aparte de que lo llamaran traidor, era que alguien siquiera pensase que él podía hacerle algún daño a Ioan, algo que en su opinión era casi lo mismo que lo primero, de manera que lo próximo que Gavrel sintió fue como su lengua era arrancada con extremada violencia, después de lo cual Izek miró a Nevek y una sonrisa maligna se dibujó en sus labios.
Editado: 16.11.2024