Arzhvael (libro 12. Amor en tiempos de guerra)

Cap. 20 Seguimos en guerra

A veces el tiempo pasa y ni nos damos cuenta, pero si bien esto podría ser cierto y de acuerdo a la realidad de cada quien, en el caso del mundo arzhavael ciertamente lo habían notado, pues habían estado sufriendo furiosos ataques no solo de los enemigos que los mantenían en aquella angustia ya muy prolongada, sino de la misma naturaleza debido a que las fuerzas en conflicto habían causado severos daños al entorno y al ambiente en general, sumado al hecho de que los elfos, encargados naturales de mantener el equilibrio de la naturaleza, estaban igualmente inmersos en aquel desgraciado conflicto. 

A pesar de que los Svartálfar eran una sociedad más organizada y estaban lejos del anárquico comportamiento de los vampiros, en la actualidad estaban gobernados por un individuo que no solo era un ególatra, sino que estaba definitivamente loco en opinión de propios y extraños, de modo que, si Ioan tenía problemas internos, y los tenía, Cian no los tenía menos, solo que éste los ignoraba, lo que podía ser realmente peligroso para él y para sus planes futuros.

Kelan era sin duda un excelente funcionario que había mantenido a la comunidad calmada y hasta cierto punto informada en medio del caos que se estaba viviendo, pero ya comenzaba a dar signos de agotamiento, pues no se dedicaba únicamente a enfrentar las peticiones, quejas, preguntas o demandas a veces absurdas de todos los secretarios de estado, sino que con excesiva frecuencia estaba metido hasta el cuello en los enfrentamientos y de nada había valido que individuos como Peter o Alexander Lebedev, el presidente del consejo ruso, intentasen hacerle ver lo peligrosa que era aquella actitud con la que arriesgaba la vida, porque aquel individuo podía ser encantador como decían las chicas, pero era tremendamente terco y muchos pensaban que se parecía de forma extraordinaria a Amy en aquella materia.

Adicional a todo lo anterior, hacia finales de año la situación general del conflicto había variado mucho, porque tanto los vampiros como los Svartálfar habían, si no dejado de atacar comunidades mágicas, sí se habían desplazado hacia las comunidades firbolgs. Esto era algo que hacían más los Svartálfar que los vampiros, y los arzhavales habían demorado un poco en notar esto. Desde aquellos ya lejanos días en los Bastian hacía experimentos con sus mutaciones virales y que utilizaba comunidades firbolgs como terreno de comprobación, era Daira la encargada de controlar aquella área, y fue por ese medio que se enteraron de lo que estaba sucediendo, porque los ataques antes mecionados tenían una variante al menos en el caso de los Svartálfar, ya que no se trataba de sangrientos ataques, sino que el número de ingresos de casos de depresión severa a los centros de salud firbolgs, y los reportes de suicidios, se habían incrementado en forma alarmante, de modo que sabiendo el efecto de un ataque Svartálfar a las mentes, supieron casi de inmediato que se trataba de esto. El problema que se les presentó fue que no sabían cómo evitar aquello, pues la población era enorme y los ataques aleatorios, y como ciertamente no podían enviar grupos a todas y cada una de las ciudades, y aun suponiendo que pudiesen, no podían asignarle un kriger a cada habitante del planeta. No obstante, Giulian y Jonathan habían puesto a trabajar a sus equipos especializados en asuntos firbolgs, pues en su opinión, aquellos infelices debían tener un patrón de ataque y pronto obtuvieron resultados estableciendo que los ataques no eran aislados ni tan aleatorios como habían creido, pues se habían centrado en comunidades en las que tuviesen acceso a muchas personas con poco esfuerzo, como universidades y grandes fábricas, esto redujo en mucho las áreas a cubrir y pudieron inciar un trabajo que comenzaba a dar resultados.

El caso de los vampiros había resultado más fácil de enfrentar al menos en lo tocante a los firbolgs, porque los berserkers contaban con un gran número de licántropos que no siendo berserkers puros, podían infiltrarse en las comunidades firbolgs sin despertar sospechas o llamar mucho la atención, y como aquella especie, independientemente de su pureza, representaban la misma clase de amenaza para los vampiros, si bien no pudieron evitar algunas muertes, sí podían anticiparse a los ataques, pues su percepción era muy buena y tenían tiempo de dar aviso a Svan que era quien los comandaba, y éste a su vez a sus parientes, con lo que pudieron salvar a muchos de morir de aquella cruel manera.

Si bien las comunidades élficas no habían dejado de sufrir ataques, lo que habían sufrido eran poquísimas bajas al igual que la comunidad arzhvael, pero la zozobra en la que vivía la última, había llevado a muchos a solicitar de nuevo y como había sido en el pasado, asilo en Arx que seguía siendo el lugar más protegido de su mundo, de manera que se impusieron algunas modificaciones y el grupo encargado de esto estaba dividido en dos, uno se encargaba de las modificaciones y otro de trasladar en forma segura a quienes lo solicitaban y que por cualquier motivo se hallase en peligro inminente; ambos grupos estaban comandados por Samantha y Diandra.

A nivel personal, los arzhaelíes habían intentado continuar con sus vidas de la forma más normal posible, aunque no siempre se podía. Las últimas bodas algunas se habían efectuado sin contratiempos y otras no. Como por ejemplo la de Nat y Megan que pudo celebrarse sin contratiempos, o como la boda de Brendan y Galadriel, que por mucho que ellos se opusieron, fue tan fastuosa como la de Garlan y Gema y como correspondía dos Cornwall en opinión de Giulian y Dan. Mientras que la boda de Elijah y Aria estaba siendo una verdadera prueba de resistencia para todo el mundo, porque hasta la fecha no había logrado concretarse. Lo primero que habían tenido que enfrentar con este matrimonio había sido la vanidad de Arianell, porque habiendo sido imposible pautar una fecha inmediata para la boda, después ella se había negado a la misma, pues de acuerdo a su caótico pensamiento, con un embarazo que ya se notaba, no podría lucir el bonito vestido que su abuela Chantal le había regalado. Aquello y como cabía esperar, había generado un horroroso pleito entre la parejita.

  • ¡Ya basta, Arianell Johana! – le había gritado Elijah ignorando el malestar que se producía a sí mismo y a muchos otros – Nos casaremos la próxima semana tanto si quieres como si no y no me importa si te presentas desnuda
  • Eso es privilegio tuyo y francamente no me gustaría que fueses por ahí exhibiendo tu espectacular anatomía ante quienes no tienen derecho a verla




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