Si bien la dimensión de las criaturas mágicas estaba convulsionada por una guerra, dentro de las comunidades de algunas de ellas, el conflicto no era menor.
En el caso de los vampiros, y aunque Ioan había ordenado perseguir a Sindre y a sus seguidores por el salvajismo con el que se estaban comportando, después de su desagradable discusión con Nathaniel y de que el chico abandonase Rejett, Ioan estaba tan furioso que había comenzado a comportarse casi de la misma manera. Pero aquel individuo hacia quien desplazó su ira en primer lugar, fue hacia Izek. En líneas generales y como ya se ha dicho, los vampiros no era que tuviesen las mejores relaciones entre ellos mismos, pues su naturaleza intrínseca parecía limitarlos mucho para ello, sin embargo, había casos específicos, como el de aquellos por cuyas venas corría una sangre mezclada. De modo que Levka y Nevek no estaban precisamente contentos con el rumbo que estaban tomando las cosas, y les gustaba menos perseguir a Izek, mientras que Gavrel lo encontraba perfectamente normal, pues a su entender, aquel niño estúpido había traicionado a Ioan. Que Gavrel pensase de aquel modo no era nada extraño por lo ya explicado, mientras que alguien que no lo conociese bien, habría podido esperar que Ruslam pensase diferente, pero en realidad y cuando se enteró del asunto, quería ir él mismo a sacarle el corazón a su pequeño hermano, pero bien mirado y como le dijo Nevek a Levka, no cabía extrañarse mucho, pues esperar que aquel cretino albergase alguna clase de sentimiento, siendo que era algo que despreciaba, era estúpido. Pero apartando todo lo anterior, lo que los preocupó a todos por igual, fue cuando Ioan dio órdenes de perseguir también a Nathaniel. Con respecto a Iker, y aunque sabían que lo quería muerto, no giró ninguna orden, pues cabría suponer que no era del todo estúpido y había notado que matar a aquel individuo era complicado, pero obviando eso, en general estaban teniendo muchos problemas.
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El caso de los Svartálfar, y si bien habían estado teniendo los problemas desde mucho antes, quien no lo sabía era el más interesado, pero se enteraría de pésima forma cuando le fue notificada la fuga de su primo. Aquello podría no haber representado un gran problema, pues con enviar a sus guerreros a perseguirlo habría bastado, con lo que no contó Cián, y no lo habría hecho de ninguna manera debido a su descomunal arrogancia, fue con que aquella fuga no se trataba solo de eso, sino que pondría de manifiesto una revuelta en su contra orquestada por su sobrino Cindarel y por Ainsley, la madre de este. De manera que, cuando los arqueros de Cián se trasladaron a Dilaf, que fue el primer lugar en el que muy estúpidamente buscaron, la ciudadela estaba vacía. Como a nadie le hacía gracia presentarse con esa noticia ante aquel maniático, se apresuraron a extender la búsqueda por los laberínticos espacios subterráneos, aunque sin resultados prácticos. De modo que habían tenido que presentarse ante Cián con aquellas pésimas noticias, y si bien efectivamente aquel individuo montó en cólera y muchos de los suyos pagaron por ello y ordenó que continuaran buscando, no por eso estaría más cerca de dar con ellos.
Ahearn en un inicio quería apalear a su hijo cuando este se presentó con los arqueros de Dilaf y armó aquel escándalo para sacarlo de Mynygwal, no pudo entretenerse mucho, pues Neala se ahorró las explicaciones que, en su opinión, y por lo demás, eran innecesarias.
Como Ahearn no tenía ningún motivo para dudar de aquello, porque aquellos dos se habían especialziado en hacerle la vida miserable desde antes de aprender a caminar y ciertamente no hacían ningún caso, tomó el arco que le estaba dando su hija y se aplicó a despachar a los guardias, y apenas habían dado unos pocos pasos fuera de los calabozos, lo primero que vio fue a su mujer despachando a sus congéneres con la velocidad y precisión que había transmitido a sus vástagos, pero ella apenas si lo saludó, pues como se enteraría Ahearn muy poco después, les urgía no solo salir de allí, sino algo que no se habría esperado de ninguna manera.
Avanzaron con cuidado y unos minutos después vieron a la figura que se acercaba y tanto Cindarel como Ainsley elevaron sus arcos.
Editado: 16.11.2024