Del, el hijo de Jud y que a la fecha tenía cuatro años recién cumplidos, era uno de los niños uzky más consentido de su comunidad, no solo por ser descendiente de Erk, sino porque era el hijo de Jud a quien todos parecían adorar, pero adicional a lo anterior, Del era en muchos sentidos diferente a los demás niños, porque como le había comentado Jud en una ocasión a Aria, los niños uzkys eran muy revoltosos y no solían hacer ningún caso a nadie, razón por la cual morían muchos cuando se escapaban de sus cuidadoras y eran atrapados por los miembros de otras razas, o cuando se veían en medio de algún enfrentamiento nocturno con los Baf, sin embargo, no era el caso de Del, porque si bien era inquieto, y para desesperación de Erk, que parecía el único que pensaba en ello, el muchachito había heredado de su padre lo enamoradizo, porque a su cortísima edad, solía pasar más tiempo corriendo detrás de las niñas, que en cualquier otra actividad.
El hijo mayor de Jud, y que había muerto recientemente, también había sido objeto de mucha atención, porque al igual que su hermano pequeño, había heredado de Jud la dulzura y simpatía que lo caracterizaba, pero mientras Ler parecía un poco más obediente, Del era un caso perdido en todos los sentidos, y era por ello que la comunidad se preocupaba más por el pequeño que les recordaba los muchos sustos que habían pasado con Jud, pero al menos Del, todavía no se les había escapado, tal vez porque todavía estaba muy pequeño y apenas estaba comenzando a salir de noche.
Otra cosa que había preocupado a Erk, era que los hijos de Jud no exhibían todas las características de los demás miembros de su raza, porque al igual que Jud, sus incisivos no se extendían mucho y lo mismo sucedía con sus uñas. Erk siempre había creído que aquello le sucedía a su hijo por su delicada salud, y que esto había influido de algún modo en que no se desarrollara como era debido, pero como no era el caso de Ler y Del, ya que habían contado con todos los cuidados que podían brindarles y hasta más, comenzaría a mortificarse, pero se apresuró a conseguirles unos Gistat, aun antes de que fuera el momento de enseñarlos a cazar.
Otra cosa que Erk no entendía de ninguna manera, era que tanto Jud como sus niños, no tuviesen los ojos absolutamente negros, y aunque Bri tampoco, al menos los de éste último se veían lo bastante oscuros como para que Erk no se hubiese fijado mucho en eso, mientras que los otros tres, la mayor parte del tiempo exhibían un azul con destellos lumínicos en el centro, que lo ponía enfermo al recordarle su necedad al secuestrar a Jairel y las consecuencias de ello.
De los hijos de Erk, Jud había sido el más inquieto y poco dado a la obedeciencia, así que era quien más tiempo pasaba vagando por diversos lugares, pero por lejos que fuese, siempre regresaba a casa en breve para ver a sus niños, porque como explicó Paul a los miembros del concejo, aquel chico exhibía un apego a las personas, análogo al de cualquier otra raza, quizá un poco menos intenso, pero superior al del resto de sus congéneres con la posible excepción de Bri.
Por lo anterior, una vez que los Lorielid le habían pedido que se quedase en Garselid, y aunque él había aceptado, no dejaba de ir con mucha frecuencia a Lev, y más bien pronto, había llevado a Del a Garselid. Después de la primera visita, Ysandar le había preguntado con delicadeza a Jairel, si sabía quién era la madre de Del, y como efectivamente sabía que la chica había sido una arzhvael que había decidido desprenderse de su materia, Ysandar le pediría a Jud que llevase a Del a vivir con ellos.
Aquella decisión desató la ira de varias mujeres uzkys y no por apego precisamente, sino porque mientras los niños eran tan pequeños, ellas se tomaban muy en serio el cuidado de éstos, y la decisión de Jud era insultante para ellas, porque eso vendría a significar que Jud no las consideraba aptas para cuidar del niño. No obstante, Jud se llevó al chico lo mismo, y cabe destacar que a aquel pequeño terremoto no le había tomado nada de tiempo, primero, poner de cabeza la vivienda con la efectiva ayuda de Grix, el revoltoso Gistat de Del, y segundo, robarse el corazón de todos incluido Ysandar quien parecía haber perdido su orgullosa cabeza por el pequeñísimo uzky apenas lo había conocido.
Siendo que para los uzkys era de vital importancia el manejo del arco, comenzaban a entrenar desde muy temprano, y Jud descubrió que los elfos estaban en la misma situación, porque cuando comenzó a fabricarle otro arco a Del, debido a que el pequeño demonio había destrozado el primero, Ysandar lo detuvo.
Jud había ladeado la cabeza más por extrañeza que porque no hubiese entendido, pues como se dijo, él no sabía que los elfos comenzasen a entrenar tan pronto. Sin embargo, una vez acordado aquello, y si bien terminó el arco para su hijo, también se avino a que el niño entrenase con el que le había dado su abuelo. A Gwireg no le extrañó que Jud fuese muy hábil, pues sabían que todos los uzkys lo eran, pero como carecía de la elegante técnica elfica, se dispuso a enseñarlo tanto a él como al pequeño.
Hasta allí todo habría estado bien, porque Jud siempre quería aprender cualquier cosa que quisieran enseñarle, pero Del estaba resultando una verdadera prueba de resistencia, y por primera vez en cientos de años, Gwireg iría a quejarse con Ysandar.
Editado: 05.11.2024