Arzhvael (libro 12. Amor en tiempos de guerra)

Cap. 26 Desventajas

 

Una vez que Izek había abandonado Arx, y aunque habría podido regresar a Averdeen, no lo hizo, sino que comenzó a vagar sin rumbo fijo, y como cada vez que estaba solo, una vez que dejó de pensar en el malestar que le producían los berserkers, cayó en su abismo particular, así que agradeció que el molesto uzky no estuviese por ahí haciéndole la vida más miserable de lo que ya era, pero, aunque no lo habría reconocido ni bajo tortura, la verdad era que en los últimos días, se había estado preguntando qué podía estarle sucediendo a Jud, porque con la extraordinaria percepción que le confería su condición vampírica, había notado que algo no iba bien con aquel individuo.

Por muy ensimismado que estuviese Izek, seguía siendo un vampiro, y su percepción visual y auditiva eran muy agudas, así que repentinamente sintió el peligro, pero lo que no tuvo fue tiempo de determinar el número de enemigos, aunque sí la especie.

  • ¡Àrd! – Izek escuchó la voz de alto seguida de lo que identificó como una risa – Èsan nechthai

Si había algo que Izek llevase muy, pero muy mal, era que lo llamasen traidor, y si bien entre los suyos había muchos que lo pensaban, pero quienes se habían atrevido a expresarlo, lo habían pagado muy caro sin importar que los seguidores de Sindre pudiesen pensar que tenían razón al considerarlo así debido a que había sido él quien matase a Nekrasov, lo que nunca había logrado entender, era la razón para que los Svartálfar lo considerasen un traidor, pues nada les había hecho, y si no eran usuales los enfrentamientos con aquellas criaturas antes, menos ahora que habían establecido una alianza con Ioan, aunque de momento estuviese algo maltrecha.

  • Fuera de mi camino – ordenó
  • ¿Y qué te hace pensar que debemos obedecerte, nechthai – dijo el individuo repitiendo el insulto para un segundo después estar destrozado y un centenar de arcos apuntaron a Izek
  • No te muevas

Darle órdenes a Izek era perfectamente inútil, como ya sabemos, y si su obediencia era cuestionable incluso para con los miembros más antiguos de su propia raza, que alguien que no lo fuese la esperase era, además, estúpido. Sin embargo, como aquellos sujetos si bien podían saber quién era él por su antigüedad, de lo que no parecían estar informados era de lo primero y supusieron que obedecería al verse amenazado por un número tan evidentemente superior, pero tampoco tendrían tiempo para notarlo, porque un momento después, comenzaron a caer.

Aunque bien mirado, cualquiera habría dicho que aquel era un enfrentamiento muy desventajoso, porque cualquier raza con excepción de los berserkers, estaba en desventaja frente a un vampiro, independientemente de su número, el problema aquí, era que por las venas de Izek también corría sangre elfica, y como debe recordarse, el veneno de las flechas elficas es sumamente nocivo y hasta mortal para los miembros de su misma raza más que para ningún otro, y aunque su sangre vampírica podía soportar con cierto nivel de éxito esa toxicidad, eso era posible en el caso de unas pocas flechas, pero no de cientos. De manera que, si bien les costó mucho trabajo, porque alrededor de la mitad de los atcantes fueron destrozados, finalmente lograron abatirlo, pero apenas estaban acercándose para apresarlo, se presentó Jud en compañía su guardia, pero en comparación, seguían siendo pocos. Aun así, Jud corrió hacia donde había caído Izek mientras los arqueros de Garselid atacaban.

  • ¡Izek!
  • Lar-go – dijo Izek
  • Vamos
  • Van…a matarte…niño estúpido
  • Cállate – le ordenó Jud, pues como sabemos, a esa hora, no era que fuese especialmente simpático

Aunque Jud ya estaba levantando a Izek, una flecha pasó silbando muy cerca de su cabeza, así que se giró y fueron malas noticias para los Svartálfar que intentaban impedirle ayudar a Izek. No obstante, Jud estaba más o menos en la misma situación de Izek, porque también él tenía sangre elfica, de manera que, al ser objeto de un ataque tan salvaje, y por mucho que los arqueros de Garselid se esforzaron, no pudieron evitar que él también fuese abatido. En cuanto Esben, el jefe de arqueros de la guardia de Jud, había notado lo deventajoso del enfrentamiento, pues más Svartálfar estaban llegando, envió la alarma, pero no se enteraría si había sido recibida, pues él, al igual que todo su grupo, finalmente habían perdido el conocimiento.

Los Svartálfar en su mayoría, pues ya sabemos que entre ellos había disidencia, eran muy crueles y salvajes, y gustaban de ir por ahí fastidiando a todo el mundo, aunque su objetivo principal siempre habían sido sus parientes de la luz, pero a diferencia de los vampiros que siempre habían tenido espías muy efectivos, a ellos se les hacía un poco más difícil obtener información debido a su incapacidad para permanecer en la superficie por mucho tiempo, de modo que, si bien algunos identificaron a Izek, nadie identificó a Jud como un uzky, así que por eso, él había tenido una pequeña ventaja al atacarlos debido a que estos no se lo esperaban, pensando como pensaron al inicio que se trataba de un elfo, y su sorpresa superaría todos los límites al acercarse y percibir con claridad la otra naturaleza de Jud y que explicaba el reciente y salvaje ataque.

  • ¿Qué hacemos con ellos? – preguntó uno
  • Este vale más vivo que muerto – contestó otro acercándose a Izek – pero nadie dice que tenga que verse bien cuando lo llevemos a casa
  • Kersel, Wolfar lo llamó traidor ¿Sabes por qué?
  • En principio en este momento nuestro señor los considera a todos unos traidores, pero este no es un traidor exactamente, sino una alienación
  • ¿Por qué? – preguntó una Svartálfar que había estado mirando a Izek con evidente admiración
  • Porque es el hijo de Lesdrel – contestó en un tono que estaba a medio camino entre el asco y el desprecio, mientras que los demás y en su mayoría, miraron con sorpresa a Izek




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.