Su condición le confería a Iker muchísimas ventajas, incluida la de una excelente memoria, pero la suya era una de tipo asociativa, de manera que cuando abandonó Garselid se dirigió hacia Evendil. La razón para ello era que, a partir de ahí, podía rehacer el camino que habían efectuado cuando habían ido a sacar a Erskin de las criminales manos de su hermano. Hasta allí no hubo problemas, pero nada que concerniese a algún miembro de aquellas familias parecía excento de los mismos, porque se estaba alejando del camino a Evendil cuando sintió la presencia y compuso expresión de fastidio. Ya había desaparecido bajo su maitilin, pues no tenía tiempo como para perderlo, cuando vio que entre los elfos venía Caley.
Iker era inteligente sin duda alguna, y era una energía muy evolucionada, pero, aparte de que seguía estando atado a una materia que poseía virtudes y defectos que le impedían en cierta medida, comportarse todo el tiempo desde el amor, también era un vampiro, lo que agregaba complicación a la situación, de manera que, por todo lo anterior, le era físicamente imposible resistirse a fastidiar a alguien que en su opinión, no merecía consideración alguna y se pasaba la vida pidiendo a gritos ser despojado de algo tan inútil como su cabeza, así que se quitó la capa y se recostó a un árbol.
A pesar de lo anterior, y habiendo sido siempre portador de la habilidad de la manipulación de la materia, y ahora también de la energía, con algo de concentración habría podido evitar ser visto, pero como quería justamente lo contrario, no lo hizo.
Los arqueros que iban al frente de la comitiva habían dado la voz de alto al percibir la energía, y en cuanto lo vieron apuntaron sus arcos y dispararon.
Niove, que seguía siendo el capitán de la guardia de Caley, al reconocer a Iker había cerrado con brevedad los ojos, porque ya había tenido el dudoso placer no solo de conocerlo, sino que había tenido que aguantárselo por mucho tiempo en oportunidad del rescate. Pero más allá de eso, le preocupaba la presencia de Caley, porque si por regla general, Caley era poco agradable con cualquiera, si había a quienes odiaba de veras, era a los vampiros, y aunque, a decir verdad, no era que alguien los quisiese ni mucho ni poco, lo de Caley era casi enfermizo, así que, sabiendo de primera mano esto, y que Iker era de la clase a la que cualquiera querría como mínimo cortarle la lengua, se preparó para lo peor.
No había que ser un genio para saber lo que sucedería a continuación, porque la Cleddyf de Caley ya estaba en su mano, perro cuando la estaba bajando, Niove intervino.
Los arqueros élficos eran un cuerpo militar que, como todos, se regía por una cadena de mando, y, aunque Caley era su príncipe, Niove era su capitán, de modo que, ante una situación de peligro, ellos, a diferencia de algunos arzahelíes, por ejemplo, que siendo tan anárquicos podían saltárse las órdenes de un superior, no sucedía lo mismo con los elfos. No obstante, Caley estaba decidido a complicar las cosas.
Como se explicó en una ocasión anterior, un Arkly es un espíritu guardián familiar élfico, y aunque todos poseen la misma forma, lo que varía es el carácter, mismo que será análogo al del miembro de la familia que lo invoque, de manera que, a pesar de que Iker no era su persona favorita, y en opinión de Niove, en realidad no podía serlo de nadie, tuvo la urgente necesidad de decirle que se diese mucha prisa en marcharse, pues la principal característica de un Arkly, independientemente del carácter antes mencionado, era su peligrosidad y que defendería a su amo atacando en forma sanguinaria.
Sin embargo, ninguno de los presentes estaba preparado para ver lo que verían a continuación, pues si bien el Arkly cargó hacia Iker, se detendría súbitamente, y para horror e indignación de Caley por lo menos, ya que los demás se habían quedado estancados en la sorpresa, Iker se acercó y pasó la mano por la crin que había dejado de arder.
La sorpresa de todos era apenas lógica, ya que, por definición, Iker era una criatura perteneciente a la energía negativa, mientras que el Arkly era todo lo opuesto, y por ello, su naturaleza lo impelía a atacarlo aun cuando nadie se lo ordenase, así que, aparte de que no había sucedido, que encima lo estuviese tocando, era simplemente inconcebible.
Después de mirar nuevamente al Arkly y de que este desapareciese, Iker comenzó a alejarse ignorando los gritos de Caley que ordenaba a los arqueros atacarlo.
Editado: 16.11.2024