Arzhvael (libro 12. Amor en tiempos de guerra)

Cap. 36 Historia

Las cosas en Garselid no estaban tan bien como habrían esperado, porque, a pesar de que en el caso de Alaric les había alegrado ver que ya estaba lo bastante bien como para que lo dejaran levantarse, se veía tan abatido como todos sus parientes.

Lo anterior obedecía a que, si bien Jud había recuperado el conocimiento por brevísimos períodos de tiempo, eso no parecía significar que estuviese mejorando, algo que no sentó especialmente bien a Samantha, por ejemplo, que no había podido ir desde el día que habían llevado a Jar.

Aparte de lo anterior, le dolió el corazón al ver a Elar, Jairel y Aria, cuyos ojos estaban enrojecidos por el llanto y se veían, además, muy desmejoradas, y por ese mismo camino, aunque Elijah no exhibía las mismas condiciones, ella pudo percibir en su hijo una mezcla de ira y dolor, algo en sí mismo, muy peligroso.

En aquel mar de pesada tristeza, la nota que parecía muy discordante era la convicción de Del en el sentido de que Jar, en quien tenía la misma ciega confianza que había exhibido Jud siempre, iba a curarlo.

El niño estaba sentado en las piernas de Jairel cuando sorpresivamente saltó y corrió hacia la puerta. Aunque Del estaba pequeño todavía, era un uzky en plena posesión de sus habilidades de percepción, de modo que, en cuanto sintió la presencia que se acercaba, había corrido. Como aquello ya había sucedido en los días anteriores cuando Elijah llegaba, ocasionó la confusión de Jairel y de Aria, pues Elijah estaba allí. Sin embargo, no tendrían tiempo de cuestionarse mucho el asunto, porque unos segundos después hacía su aparición Iker en compañía de Iván, quienes después de comprobar que Izek volvía a estar inconsciente, decidieron ir a Garselid.

Afortunadamente, Iker también tenía una desarrolladísima percepción, y siendo que, por haberla descuidado en forma reciente, había permanecido casi cuatro días inhabilitado, iba muy atento y no reaccionó mal cuando Del saltó sujetándose a su cuello.

  • ¡Ker! – exclamó el chiquito

Aquella era una de las pocas cosas en las que Del se diferenciaba de su progenitor, es decir, Jud llamaba a Iker por su nombre, posiblemente porque se le hacía fácil, pero a Del no le sucedía lo mismo y lo llamaba Ker. Como Alaric no había estado presente en la anterior ocasión, cuando vio a Del hacer lo que hizo y a quién, tuvo el impulso de apresurarse a quitarle al niño de encima a aquel problemático individuo, pero Ysandar lo suejtó, algo afortunado, porque de lo contrario, tal vez habría caído por la sorpresa.

  • Hola, Del – saludó Iker alborotándole el ya desordenado cabello – ¿Hiciste lo que te pedí? – transmitió al niño y este bajó la cabecita

Nadie se había enterado de eso último con excepción de Iván, y se preguntó qué le habría podido pedir Iker a la criatura, pero tampoco se enteraría, mientras que a los demás, lo que les extrañó fue ver cómo se apagaba el optimismo que Del había estado exhibiendo. Iker por su parte, sujetó el mentón de Del haciendo que elevase la cabeza.

  • ¿Qué sucede?
  • Jay triste – contestó, así que Iker clavó los ojos en Jairel

La última vez que Iker había estado allí, y siendo conciente de la enorme tristeza de Jairel, antes de marcharse, le había encomendado a Del que la cuidase, pero no porque pensara que el chico podía hacer algo, sino por distraerlo, ya que para ese momento Jar no había llegado y el niño estaba muy deprimido, así que pensó que si le dejaba una tarea, eso contribuiría a lo anterior, y lo que pareció olvidar fue que aquel era un uzky, y que grandes o pequeños, se tomaban las cosas de manera literal y estaba comprendiendo su error recién en el presente. Invirtió un moemento en tranquilizarlo y luego se acercó a la cama.

  • Mi señora – saludó, colocando a Del de vuelta en las piernas de Jairel

Aunque aquellos eran unos aposentos enormes, cuando Ysandar sacó a Alaric, los demás que estaban allí parecieron pensar que eran demasiados, así que decidieron seguirlos.

  • ¿Alguien puede explicarme…? – estaba preguntando Alaric
  • Seguro que no – lo interrumpió Garlan cuyo humor estaba mucho peor de lo habitual al verse alejado de su mujer – Nadie tiene idea de nada con respecto a ese individuo
  • Y tú tienes suerte de que Gema no te esté escuchando – se metió Darien, haciendo que Garlan compusiese pésima expresión

A pesar de que Garlan se había pasado media vida despotricando de los demonios, nunca les había hecho nada, con excepción del tiempo de entrenamiento y sin salirse de los límites, lo que había llevado a todos sus compañeros a decir que había tres opciones, una era que el ser hijos de Samantha era un seguro de vida para los angelitos; la segunda, que sabiendo que también eran hijos de Giulian y nietos de Dan, con seguridad no tendrían ningún inconveniente en intentar matarlo sin tener en cuenta que edad tuviesen; y la tercera, que Garlan le tuviese más miedo a Samantha que a todos los anteriores.

Mientras Garlan estaba ahogándose en su ira, Alaric había seguido insistiendo en algo que nadie estaba en capacidad de responder, aunque eso no era del todo cierto, porque era posible que no lo dijesen, pero todos estaban perfectamente al tanto de que debajo de toda esa antipatía, Iker no era una mala persona, pero, además, que tambíen podía amar, aunque eso último hubiese quien se lo cuestionase aún.




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