Arzhvael (libro 12. Amor en tiempos de guerra)

Cap. 42 Mal por todas partes

Los señores de los bosques habían sido requeridos para una reunión urgente, pero la misma había sido diferida por diversos motivos. En el caso de Ysandar estaba lidiando con dos situaciones igualmente difíciles, por una parte, Jud seguía sin dar muestras de mejoría, y, por la otra, los ataques no habían dejado de sucederse; de manera que, si bien habría podido ausentarse de Garselid para asistir a la reunión del consejo, de ninguna manera podía negar el auxilio de sus arqueros cuando eran requeridos y él siempre al frente de los mismos.

Gwier Llyn estaba en una situación similar, pues en el último enfrentamiento, su hijo Lererwil había sufrido n una terrible herida causada por un vampiro y estaba en realidad muy delicado; sin embargo, a diferencia de Ysandar, Gwier a quien habría podido enviar en su nombre era a Tahiel, su hijo mayor y próximo a heredar el señorío de Endielin, pero al igual que todos los demás, habían estado inmersos en la ola de ataques sufridos.

Amrod Faelvir, que era quien había recibido el primer aviso de parte de Ysalfar, sí estuvo dispuesto a asistir en aquel momento, a pesar de que tenía tres heridos de importancia en su bosque como eran los casos de Leirel, la esposa de Alcarin, Iriael y Erestor, pero justo estaba terinando Abiel de comunicarle la convocatoria de su señora, cuando recinieron la alarma de estar siendo atacados ellos mismo. Aquello produjo la ira inmanejable de Amrod, pues consideraba una estupidez y un insulto de parte de los Savrtálfar, atacarlos justamente a ellos. La cuestión fue que se enfrentó en forma sangrienta y todos sus arqueros sabían que aquel sujeto buscaba con ahínco a Cinaed, pero lo que encontró fue un peligroso flechazo que lo inhabilitaría por varios días. Aun así, Alcarin podría haber asistido en su lugar si era tan importante como había dicho Abiel, pero ellos estaban como todos, es decir, saliendo de un ataque para tener que hacer frente a otro.

Y por último estaba Caedmon Galen, quien también estaba sufriendo la angustia de haber visto a Caley caer víctima de un ataque Svartálfar. Aquellos ataques dirigidos a las casas reales de los bosques, y si los señores de los mismos no lo habían notado, los miembros del consejo arzhaelí sí, y tuvieron pocas dudas de que los Svartálfar intentaban minar la moral de sus congéneres de la luz, atacando a príncipes herederos, aunque habían fallado en el caso Tahiel y Alcarin, porque en el de Ysandar habrían tenido que atacarlo a él mismo, ya que lo más próximo a un heredero varón que tenía, era Alaric y éste no estaba interesado en el señorío de acuerdo a la información que manjaban los Svartálfar.

No obstante, para aumentar la preocupación de Caedmon, el último día cuando había preguntado por su hija, nadie parecía saber dónde estaba, y aunque en realidad tanto Niove como Cailan lo sabían de hecho, habían intentado guardar prudente silencio al respecto, pues, aunque Caedmon estaba verdaderamente agradecido con Iker y con Nathaniel, ellos sabían que la amistad de Erskin con Iker no le agradaba de forma especial. Lo que ni Cailan ni Niove sabían, era que ella no estaba con Iker precisamente, pero saberlo o no, no cambiaría en nada los hechos que iban a producirse.

Si bien Caedmon le había permitido a Erskin entrenarse militarmente, no era porque quisiese, sino para no hacerla sentir mal al ver que casi todos en la ciudadela estaban siendo entrenados y ella, pero a lo que se había opuesto con vehemencia era a dejarla participar en batalla. Sin embargo, Erskin ya tenía una muy larga experiencia con situaciones en las que discujtir no la llevaba a ninguna parte, pues se había pasado años haciéndolo con Iker, de manera que no lo haría en esta ocasión, pero eso no la colocaba más cerca de ir a obedecer a su padre, y cada vez que se dio la alarma de un ataque, ella se escabulló junto a los arqueros. En principio Caedmon creyó de forma muy ilusa, que su hija y después del encierro, aunque seguía siendo voluntariosa, había decidido comportarse menos recalcitrante, pero descubrió en breve lo equivocado que estaba, y por el mismo camino, que la única forma de impdirle participar, era encerrándola y no iba a hacer eso.

Por lo anterior, al no encontrarla en el ala familiar del preswyl, sintió que una mano de hierro atenazaba su garganta.

  • ¡Isulr!

El comandante de su guardia entró a toda carrera aun sabiendo que allí dentro no podía haber nada que amenzace a su señor, pero al esuchar la orden, él también sentiría que la sangre se le helaba en las venas, no solo porque como todo hijo de Evendil, amaba a su princesa, sino porque él había vivido en primera fila la angustia de Caedmond durante los años que Erskin estuvo desaparecida y estaba seguro que no podría pasar por aquel terrible dolor de nuevo.

Isulr no se estacionó en el terror o en la conmiseración, sino que salió a todo correr dando las primeras órdenes de registro, aunque algo le decía que no iban a encontrarla. Caedmon por su parte, no había pensado lo mismo que Isulr, sino que Erskin hubiese estado en el enfrentamiento y en la posibilidad de haber resultado herida. Sin embargo, de haber sido así, con seguridad Niove lo sabría, porque aquel individuo, y aunque originalmente era el comandante de la guardia de Caley, se había pasado media vida tras Erskin evitando que le sucediese algo, o que la inquieta elfa hiciese algún disparate, y si sucedía lo primero, Niove se sentía miserable, y cuando sucedía lo segundo que eran muchas más veces, el necio aquel cargaba con las culpas, algo que Caedmon sabía bien.

  • ¿Dónde está Niove? —le preguntó a uno de los arqueros de guardia
  • En las dependicias del príncipe, fy syr
  • ¿De cuál?
  • En las del príncipe Caley




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