Arzhvael (libro 12. Amor en tiempos de guerra)

Cap. 45 Buscando ayuda

Después que Elijah había comprobado que su padre estaba si no bien, al menos en manos de su madre, decidió ir a Garselid para explicarle a Aria lo sucedido, pues desde hacía mucho rato que ella había estado enviándole mensajes y él no había respondido.

Por muy angustiada que estuviese Arianell por Jud, había sido consciente de que una emergencia grave se había presentado, porque si bien Alaric no lo sabía de cierto, el hecho de que todos se hubiesen marchado con tanta premura así lo indicaba.

La cuestión fue que, en medio de todo, Jud había hecho otra crisis. Él llevaba mucho tiempo en un estado de semiinconsciencia en la que apenas se le entendía lo que decía, y siendo que, a excepción de Iker, nadie podía ingresar a la mente de un uzky, se quedarían sin saber. Sin embargo, en un momento dado, comenzó a llamar a su madre, así que Jairel dejó la silla en la que había estado con Del, y se arrodilló al lado de la cama pasando su mano por los empapados cabellos de Jud.

  • Aquí estoy, hijo
  • Lai… —dijo con voz entrecortada —…Jar…

El individuo en cuestión y que en ese momento escuchaba lo que le preguntaba Ysandar, aunque en realidad no le estaba prestando atención, corrió hacia la cama también.

  • Dem, nic[1] —dijo Jar entrando en el campo de visión de Jud y por encima de la cabeza de una llorosa Aria
  • ¿Nell?
  • Claro que soy yo, tonto —dijo ella intentando una sonrisa que estaba lejos de conseguir
  • Due…le —se quejó el chico mirando a Jar

Aquello se clavó en el corazón de todos como una daga, y si bien no estaban experimentando el dolor de Jud, el que sentían por él era quizá tan grande como el otro. No obstante, de la dolorida tristeza pasaron al terror, pues Jud intentó incorporarse, pero aunque no lo logró, sí comenzaría a vomitar, así que Jar apartó a Aria con poca delicadeza para levantar un poco a Jud y que éste no se ahogase, y otro tanto hizo Ysandar con su hija, aunque fue menos brusco.

Justo en el momento en el que Ysandar y Jar se estaban mirando, pues había unas tenebrosas manchas de sangre en el vómito, llegó Elijah.

No había que ser un genio para entender lo crítico de la situación, aparte de que el dolor de los presentes era casi palpable, y más para alguien con un instinto como el de Elijah. Antes de que pudiese ni siquiera anunciar su presencia, Del saltó hacia él como lo había hecho antes con Iker y escondió la carita en el pecho de Elijah.

Aunque Elijah iba por ahí gritando que no soportaba a ninguno de aquellos bichos, y a Jud menos que a ninguno, media humanidad sabía que aquello era una indecente mentira, y en el caso de Del, no solo la mentira era muy obvia, porque las veces que había estado en Garselid o cuando Jud había llevado al niño a Averdeen, Elijah hasta jugaba con él y lo llenaba de unos dulces que Del había demostrado que le gustaban mucho, auqnue siguiese sosteniendo que eran un fastidio. De modo que en aquel momento estrechó al pequeño uzky contra su pecho y experimentó un dolor lacerante al ver la carita llena de lágrimas y al escucharlo.

  • Jud se muere
  • Claro que no —lo contradijo Elijah
  • Ik dijo… pero…
  • Iker tiene razón, ¿me escuchas? —pero el chicquito había vuelto a enterrar la cabecita en su pecho —Del, ahora tengo que…
  • ¡No! —exclamó él aferrándose más fuerte

Entre tanto, Elijah también estaba siendo consciente de los pensamientos de Ysandar y de Jar en el sentido que ya no había nada más que se puediese hacer y que parecía haber llegado el final, aunque él acababa de decirle a Del que eso no iba a suceder y eso significaría que le habría mentido, y, por otra parte, estaba siendo atacado por el dolor de su mujer que parecía a punto de deshidratarse. Todo aquel revoltijo de pensamientos y sensaciones hicieron que tuviese una reacción violenta y quisiera salir de allí, pero deshacerse de un uzky que ya no era un bebé exactamente, sin tener que emplear la fuerza y hacerle daño, no era posible, así que salió llevando al niño aun en brazos.

Jorvik y Jarle quienes como de costumbre, habían ido tras él, tuvieron que darse mucha prisa en seguirlo, aunque lo harían en conveniente silencio sabiendo como sabían que estaba del peor ánimo.

  • Pero… ¿a dónde va con ese chico? —preguntó Jorvik
  • No es asunto nuestro —contestó Jarle —nuestra obligación es seguirlo, no saber a dónde va, con quién o por qué lo hace

No obstante, un momento después, y aunque habían recorrido una indecente cantidad de kilómetros, ambos se detuvieron al ver que Elijah lo hacía con brusquedad, pero no solo se había detendio, sino que había caído arrodillado y lo vieron elevar el brazo izquierdo.

  • ¡Ay, no! Esto es malo
  • Vete a buscar a…

Sin embargo, Jarle no podría terminar de darle ninguna orden a Jorvik, pues repentinamente fueron absorbidos por un torbellino y terminarían cayendo con muy poca gracia.




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