Erskin sintió frío e intentó arrebujarse en las mantas, pero mientras lo hacía sintió como si una corriente helada recorriese su piel y fue cuando notó, con mucha extrañeza, que no llevaba ropa de dormir, lo que la hizo abrir los ojos para comprobar si su deducción era correcta, pero más aún, intentando recordar por qué. Sin embargo, cuando abrió los ojos la golpeó la pesada oscuridad y en medio de esta, notó una sombra a su lado y se incorporó con rapidez para chocar con lo que le parecieron dos luceros azules, pero los mismos pasaron violentamente al rojo carmesí y esto la hizo entrar en pánico al tiempo que pensaba estar en medio de alguna pesadilla, solo que las pesadillas no te aferran con violencia.
Izek se había pasado las dos últimas horas subido a un carrusel de emociones; primero había intentado negar otra vez lo que sentía para enseguida pasar a reconocerlo de nuevo y de ahí a insultarse por haber sido lo bastante imbécil como para no notar lo obvio, pues examinó con obesesivo cuidado cada segundo desde el momento en el que había visto a Erskin por primera vez, hasta el presente. Después intensificó los insultos hacia sí mismo, porque pensó que, si iba a enamorarse, fue estúpido hacerlo de alguien que desde sus muchos años, era casi una recién nacida, lo que para él se traducía en problemas sin ninguna duda, y para más complicación, una elfa.
Finalmente se había sosegado y había pasado la última media hora mirándola dormir e intentando borrar la sonrisa estúpida de sus propios labios, pero cuando la sintió moverse, no pudo evitar acariciar la piel desnuda de su espalda, sin embargo, ella se incorporó asustada y él juntó las cejas al percibir el miedo, pero, más allá de eso, él mismo expermientó un pánico paralizante cuando otro instinto primordial de su naturaleza lo golpeó. Izek era un vampiro, de modo que, al percibir que la sangre de Erskin corría enloquecida por sus venas debido al susto que acababa de experimentar, sus ojos enrojecieron y sus colmillos se extendieron. Lo anterior nunca había supuesto un conflicto para él, y una vez saciado el placer del sexo, simplemente atendía al otro, y lo que sí había que reconocerle era que, a diferencia de muchos de sus congéneres, no mataba a sus víctimas. No obstante, en esta ocasión se sintió horrorizado la sentir aquella necesidad, pues se trataba de Erskin y la última cosa que habría querido sería lastimarla, así que se empeñó con toda la terquedad de la que era portador en ocultarlo, pero lo que no pudo evitar fue sujetarla con fuerza e intentar alguna explicación.
Aunque el contacto seguía siendo helado, paradójicamente Erskin sintió un intenso calor interno mezclado con una felididad que le había sido desconocida, al escuchar aquella profunda voz y no solo reconocerla, sino recordar lo recientemente sucedido, así que intento abrazarlo, pero él seguía sujetando sus hombros y no se lo permitió, sino que elevó una ceja.
Erskin hizo silencio, porque los ojos de Izek volvieron a tornarse rojos y ahora ella vio la extensión de sus colmillos.
Erskin era terca y lo estaba demostrando en aquel momento, porque a pesar de no pensar que aquello fuese a suceder, bastaba con que le pusiesen un reto o una traba de cualquier especie, para que ella le buscase hasta la más mínima arista, y lo que no sabía, era que la paciencia de Izek era extremadamente corta, y por mucho que la amase, y precisamente por eso, no iba a extenderse mucho más allá y lo que sí podía era sentir mucho dolor, uno que se transformó en ira.
Editado: 22.02.2025