La reunión del concejo élfico, por tanto tiempo atrasada debido a los múltiples conflictos que habían tendio que enfrentar, y los muchos heridos que habían dejado éstos, tenía que efectuarse, de manera que los cuatro señores de los bosques recibieron la convocatoria.
Sin embargo, al menos dos de ellos la última cosa que querían era alejarse de sus ciudadelas, a saber, Caedmon e Ysandar. El segundo, porque si bien Jud entraría en franca recuperación, Ysandar estaba mortificado por Jairel, porque la veía muy desmejorada y eso no era habitual en un elfo. Y en el caso de Caedmon la situación era más grave, porque aun no tenía noticias de su hija y ya comenzaba a pensar lo peor.
Al día siguiente del nacimiento de las gemelitas McEwan, el padre de las criaturas estaba embelezado mirándolas, cuando llamaron a la puerta. Aquello extrañó a la pareja, porque ningún miembro de la familia se caracterizaba por pedir permiso para entrar, y, por otra parte, sabían que todos habían ido a descansar un poco, con excepción de Giulian que se había quedado dormido en el sillón que había en la habitación. Sin embargo, Garlan pensó que podía tratarse de alguien de la Orden, y como en aquella cabeza solo había un motivo para que alguno de sus compañeros fuese allí, y solo podía ser con el de fastidiarlo, caminó hacia la puerta con la intención de enviarlos a paseo, pero se sorprendería mucho al abrir la puerta.
De mala gana Garlan se hizo a un lado, pero sus inexistentes ganas de hacerlo crecieron al ver que no se trataba solo de Caedmon, sino que este venía en compañía del odioso Iriael y de otro fulano al que había visto, pero no sabía que era hijo del primero y padre del segundo, pues se trataba de Tasartir.
Giulian que no solo se había despertado, sino que había caminado hacia su hija, ahora la sujetaba como si algo la amenazara, mientras que Garlan se ahogaba en su ira por la presencia de Iriael.
Garlan estaba más allá de la simple ira, y de no haber sido porque Iker se había presentado desde temprano y solo no había querido entrar, y lo tenía bien sujeto, quien sabía que habría hecho o dicho el portento de insensatez aquel.
Giulian no tenía los mismos motivos de Garlan ni ninguno en realidad, para estar molesto, así que al igual que hija, les agradeció a los elfos, aunque no dejó de sorprenderse con aquello de que pensaban enviarles presentes a sus nietas, pues nunca había escuchado que se comportaran de aquella manera. Los elfos se despidieron y cuando estaban lo bastante lejos, fue que Iker liberó a Garlan, no sin la advertencia de que si decía la más mínima cosa que alterase a Gema, lo iba a lamentar mucho.
Otro que recibiría una visita que encontró muy extraña, fue Iván. Con mucha dificultad y una incredulidad aun mayor, Nathaniel le había relatado lo sucedido con Izek y Erskin, y aunque lo primero que pensó, fue que la pobre chica estuviese bajo el poder mental de Izek, luego recordó que ella era una elfa y aquello habría sido imposible, y, por otra parte, si debía creerle a Izek, su madre en verdad se había enamorado de Ioan, así que esto también podía ser cierto. Después de escuchar a su hijo y de equilibrar las alteradas emociones de éste, se hizo el propósito de buscar a Izek, y si descubría que tenía perversas intenciones con la chica, tendría que faltar a su promesa. Sin embargo, no necesitó buscarlo, porque cuando Elar y él se disponían a ir a Arx, se presentó Izek sobresaltando a Elar como siempre que lo veía.
Editado: 03.07.2025