Arzhvael (libro 12. Amor en tiempos de guerra)

Cap. 57 Volviendo a la normalidad

Era muy temprano cuando Iker pasó por el hospital, estuvo un momento en la habitación de Denielig comprobando que ya estaba tan bien como podía estar y supuso que ese día le darían el alta. Se detuvo un momento en la de Eved verificando que, si bien seguía sin sentido, estaba mucho mejor y posiblemente solo lo tenían dormido para una recuperación total.

Después de allí se fue a Averdeen derecho a la habitación de los niños. Los gemelos de Darien ya estaban haciendo desastres, mientras que las gemelitas de Gema estaban profundamente dormidas; se detuvo un momento entre las cunas y sonrió con malignidad pensando que McEwan no debía estar precisamente contento, pues sabía que quería llevarse a su familia a casa.

Se giró para encontrarse con los verdes ojos de Zdvar, pero aun así avanzó hacia la cuna de Ari. El Diolfr emitió un gruñido apagado, pero Iker sabía que no lo atacaría, y, en cualquier caso, él no tenía intenciones de sacar al bebé de la cuna, y solo hacía su habitual recorrido. El pequeño Berserker estaba despierto, pero a diferencia de los gemelos Cornwall, él estaba tranquilo y jugaba con un sonajero. Acercó su dedo a la mejilla del chiquito y, aunque el niño sonrió como acto reflejo, en sus ojitos verdes apareció un débil destello del aro dorado, pero Iker sabía que aquello también era inevitable, pues él era un vampiro y el niño estaba muy pequeño como para evitar aquel acto instintivo. Aunque él no era tan necio como para no imaginarlo, cuando había sucedido con Miljenko, Mael se había apresurado a decírselo intentando evitar que se sintiese mal.

Se giró y vio que Helios flotaba sobre la cuna de Ikeri, algo que le pareció más bien peligroso, porque aquel pequeño individuo ya había demostrado serlo lanzando cualquier cosa que tuviese en sus inquietas manos, y como las mismas estaban ocupadas con un muñeco, temió que lo dejase caer sobre su sobrina, así que se movió con rapidez.

Ikeri estaba despierta, pero al igual que Ari, estaba pacíficamente mirando a su primo revolotear a su alrededor. Ikeri a diferencia de los gemelos, que guardaban un extraordinario parecido físico con su progenitor, era una linda rubiecita con unos ojos que parecían a medio camino entre el azul y el violeta, y Eurielle sostenía que se parecía más a Iker que a ella, aunque él pensaba que lo decía solo para molestar a Derian, pasando por alto la obviedad del asunto.

Se entretuvo tanto con la niña, que notó que ya no le daba tiempo de ir a ver a los bebés de los gemelos Douglas ni a los de Elizabeth, quienes estaban en sus casas y no en Averdeen. De modo que le dio un beso en la frente a su sobrina, la colocó de nuevo en la cuna y regresó a Lorsii.

Con extrañeza, notó que Vladimir no estaba en casa, y si le extrañaba, era porque ya sabía que a su primo parecía no hacerle mucha gracia salir, aunque aun no había averiguado por qué. No obstante, y como para lo que iba a hacer no lo necesitaba, se fue derecho a buscar a Lesra, auqnue tendría algunas dificultades para acceder a la habitación a la que la había llevado Vladi, porque el loco aquel había colocado muchos encantamientos para evitar que la Svártalfar pudiese abandonarla.

  • ¡Voy a sacarte el maldito corazón y…!

Lesra dejó de gritar en cuanto vio a Iker, pero eso no significaba que estuviese más contenta.

  • ¡Ah! Eres tú
  • Podría pensar que no te agrada verme
  • Tendría que estar loca para que así fuera, y lo único que quiero de ti es que me dejes marchar
  • No eres una prisionera y…
  • ¡Ja! Dile eso al otro mal nacido
  • Cuida tu lengua suponiendo que quieras conservarla —le advirtió en tono helado —Vamos

Aunque Lesra se sorprendió y demoró un poco en moverse, finalmente lo hizo y siguió a Iker hasta el salón.

  • ¿Ya puedo marcharme? —preguntó
  • No
  • Dijiste que…
  • Siéntate

Él lo hizo, y como a Lesra le quedó claro que aquella no era una amable invitación, sino una orden en toda la regla, estuvo a punto de protestar, pero cabría suponer que encontró poco saludable hacerlo, y lo que sí hizo, fue sentarse.

  • Corrígeme si me equivoco, pero tú eres una Redwan ¿no es así?
  • Soy una svártalfar —dijo ella con terquedad, pero sin dejar de reflejar cierta sorpresa

Esto obedecía a que estaba bastante segura de que nadie que no perteneciese a su raza, estaba enterado de la división interna de la misma.

  • Mi paciencia es más bien escasa, Lesra, así que no la pongas a prueba
  • ¿Y qué si lo soy?
  • Las cosas están así. Si fueras una Björn, podrías regresar en este instante a tu casa, pero si eres una Redwan, y estoy seguro de que lo eres, no puedes regresar
  • ¿Por qué? —preguntó casi con horror
  • Tu señor ya no está en Dänjordsky
  • Y nunca ha estado allí —pero como Iker solo se limitó a elevar una ceja, ella agregó —Él vivía en Dilaf, pero, en cualquier caso, sé que tampoco está allí, porque vi cuando su mujer y sus hijos intentaban sacarlo de Svártalheim[1]
  • Bien, pero no solo ellos lo abandonaron, independientemente de en que ciudad vivieran, sino que todos los Redwan lo hicieron




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