Arzhvael (libro 2. Perseguidos)

Cap. 21 Diamante

 

Iván actuó con la mayor celeridad que fue capaz. Administró el antídoto a Giulian y dejándolo en compañía de Vlad y de Sam, fue a atender a Jonathan.  Cuando regresó esperando encontrar alguna mejoría y poder proceder a cerrar las heridas, Giulian lejos de haber mejorado había empeorado. Ahora tenía fiebre alta y se movía inquieto, lo que le indicaba que estaba sintiendo mucho dolor. 

  • ¿No vas a cerrar sus heridas?  --  le preguntó Sam
  • No es posible  --  y al ver el desconcierto de la chica agregó  --  mientras el veneno continúe en su organismo, no permite que se cierren las heridas. Todo lo que podía hacer era detener la hemorragia y eso ya está hecho.
  • Sabremos que el veneno ya ha desaparecido cuando se le quite la fiebre ¿no?  --  quiso saber ella

Iván miró a Vlad, pero él tenía una expresión hermética.

  • Sí linda,  en ese momento  --  le contestó
  • ¿Y por qué está tan inquieto? ¿Es a causa de la fiebre también?  --  insistió

Pero esta vez no recibió una respuesta, Iván no se veía en condiciones de mentirle. Por un brevísimo momento, él sintió la violenta sacudida que le produjo la irrupción de Sam en sus pensamientos, pero de forma inmediata recupero el control expulsándola, y ahora fue ella la que sintió como si físicamente hubiese recibido un empujón, pero al mismo tiempo, lo poco que había captado le había proporcionado una idea bastante aproximada de lo que estaba sucediendo y se volvió hacia Giulian con los ojos llenos de lágrimas.

  • ¿No podemos hacer nada para evitarle el dolor?  --  preguntó a nadie en particular
  • No  --  contestó Vlad  --  todo lo que podemos hacer es esperar y rogar que el antídoto surta algún efecto antes de que el veneno cause muchos daños.

Durante toda esa tarde, ni Vlad ni Sam se movieron de allí. Los chicos pasaron a ver a Giulian pero se entretuvieron poco, y con excepción de Mael, nadie dijo nada.

  • No te angusties, nena  --   dijo acercándose a Sam  --  ya verás que va a mejorar

Pero nadie más parecía compartir aquella opinión. Anne y Peter dejaron un momento la habitación de Jonathan para ir a ver Giulian justo cuando Eowaz se encontraba allí.

  • ¿Cómo está?  --  preguntó Anne
  • Igual  --  contestó Eowaz  --  ¿Y Jonathan?
  • Mejor, despertó brevemente hace un momento, pero parecía muy desorientado y luego volvió a dormirse  --  dijo Peter
  • Eowaz, ¿Por qué en Jonathan si tuvo efecto el antídoto y en Giulian parece que no estar haciendo nada?  --  quiso saber Anne
  • Fue atacado con mayor violencia, Anne  --  contestó él  --  y no una, sino varias veces, de modo que recibió una mayor cantidad de veneno.

Peter se sintió terriblemente mal y culpable, porque Giulian y Jonathan habían formado parte del grupo encargado de sacarlos a él y a Eric de las oficinas del Consejo de Estado.  Aparte de eso, entre ellos se había desarrollado una buena amistad a raíz de su regreso y del hecho de haber sido el jefe directo de Jonathan antes de que éste fuese elevado al rango de Arzhaelí. Para Anne tampoco estaba siendo fácil verlo así por las mismas razones, a pesar de que en un principio había visto con muy malos ojos la relación entre Giulian y su hijo, porque conocía de sobra tanto la fama de loco peligroso del Arzhaelí por su insistencia en misiones suicidas, como la admiración que rayaba en la veneración que sentía su hijo por él.  Pero no era misión sencilla resistirse al encanto de un Cornwall, de modo que con el tiempo y el trato, Giulian se había granjeado el afecto y hasta cierto grado de admiración por parte de Anne. Por todo esto, el matrimonio estaba realmente apenado con su situación.

Dorila y Delos también pasaron un momento a verlo al igual que Eric y los Krigers, pero ya fuere porque se encontraba muy mal, o por respeto a la angustia de Vlad, los dos primeros se abstuvieron de sus habituales comentarios irritantes con relación la conducta de los Cornwall.

Iván iba y venía, pero parecía no ser capaz de permanecer mucho tiempo allí. Después de asegurarse que los chicos se hubiesen ido a dormir, tanto él como Eve insistieron inútilmente en que Sam se fuese a descansar, cosa en la que fracasaron estrepitosamente.  Ya bastante tarde, Eve le ordenó a Iván ir a descansar él, ya que aparte del fuerte enfrentamiento en el que había participado ese día, había pasado toda la tarde y parte de la noche, de un lado para otro atendiendo a los que habían resultado heridos. Ella sabía que en realidad su hermano no estaba experimentando cansancio físico, pues era un vampiro, pero sí cansancio mental y emocional.

Iván se había marchado finalmente, pero Eve se quedó con Vlad y con Sam. Ni el uno ni la otra habían probado bocado esa noche, de modo que les hizo subir unas tazas de té que apenas llegaron a sus labios.  Eve estaba angustiada y dolida, pero estaba segura de que Vlad estaba mucho peor. Y en el caso de Sam, era realmente triste verla sentada en el borde la cama sujetando una mano de Giulian y llorando en silencio.

Alrededor de las tres de la mañana, Eve estuvo a punto de ir en busca de Iván, porque Giulian comenzó a agitarse y a murmurar incoherencias. La fiebre seguía consumiéndolo y sin duda el veneno seguía causando estragos en su interior. Sin embargo, no lo hizo porque Vlad la detuvo.

  • No lo hagas, no podrá hacer nada
  • Pero…
  • ¡Maldición Eve, tenemos que aceptarlo, mi hermano se está muriendo y nadie puede hacer nada!  --  le gritó




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