Los Arzhaelíes habían partido para comenzar su investigación, pero la noche antes de marchar, Giulian había entrado a la habitación de Sam poco antes de que ésta se acostase.
Desde el día de la desafortunada conversación, ella se había mostrado distante y en muchas ocasiones ausente, y Giulian no estaba seguro de si esa actitud se debía a que estaba molesta, o a que su relación con Casander continuaba y no deseaba que nadie le hablase de ello.
Por aquellos días recordó con nostalgia que cuando Amy se había enamorado de Dan, se había estado comportando en forma similar. La chica a la que había querido como a una hermana, estuvo evitándolo durante semanas, hasta que finalmente una noche pareció no soportarlo más y se lanzó llorando a sus brazos confesándole lo que le sucedía. En un primer momento él había querido apalear a Dan como lo había hecho con Iván, pero la experiencia le había recordado que eso no había servido de nada, y que si Amy iba a enamorarse de alguien, mejor que fuese de Dan.
Pero en esta ocasión, y aunque Sam presentaba los mismos síntomas que su madre, y aunque todos se habían empeñado en hacerle ver a él, que Casander Lèbedev era lo que las chicas llamaban un buen partido, algo en su interior se negaba a aceptar aquello. Sin embargo, tampoco soportaba aquel distanciamiento de su pequeña princesa y le dolía el corazón cada vez que ella lo ignoraba, así como también echaba de menos las largas charlas que solían mantener, aunque la mitad del tiempo ella estaba riñéndolo por algo. Con la mano en el picaporte, sonrió al recordar aquello, y cuando abrió la puerta ya había tomado la decisión de que si tenía que tragarse su malestar y su cada vez mayor antipatía por Casander, para que ella fuese feliz y recuperarla, estaba dispuesto a ello.
Para empeorar la situación, de un tiempo a esta parte Sam había desarrollado un humor ácido que superaba con mucho al de su gemelo.
En otras circunstancias, y siendo otra la fémina que dijese aquello y lo tratase con semejante frialdad, Giulian habría dado media vuelta y se habría marchado sin siquiera una mirada atrás. Era bien conocido por todos, el orgullo y la arrogancia Cornwall, y esos sujetos en raras ocasiones se disculpaban por algo y en ninguna circunstancia pedían perdón. Sin embargo, aquel proyecto de mujer parecía tener el poder y la habilidad para hacerlo sentirse miserable, y para hacer que lo único que desease en el mundo fuese su perdón y su felicidad, aunque para ello tuviese que pisotear su orgullo.
Sam había permanecido de pie y en silencio escuchándolo, pero súbitamente abandonó su actitud estática y corrió para refugiarse en sus brazos y comenzar a llorar. Giulian sintió verdadero pánico al recordar de nuevo a Amy, pero trató de conservar la calma y se juró que por mucho que desease hacer pedazos al infeliz de Casander, se mantendría al margen y aceptaría su decisión tal y como lo había prometido. Y aunque no podía evitar sentirse enfermo al imaginarla con aquel individuo, se preparó para escuchar de sus propios labios que en realidad sí estaba enamorada del chico.
Con extraña paciencia en él, espero a que la chica se calmara y decidiese hablar, y aunque le parecieron horas, finalmente cesó el convulsivo llanto y levantó la cabeza para mirarlo con los ojos enrojecidos.
Ella le sonrió de manera triste, pero no parecía mucho más dispuesta a hablar del asunto, así que él decidió no insistir. De momento se conformaba con que las cosas volviesen a ser como eran entre ellos. Y aunque le pareció ver algo más detrás de aquellos ojos violeta, siguió fiel a su decisión de no preguntar. De manera que le dio un beso en la frente, dispuesto a darse por satisfecho y marcharse.
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Editado: 25.09.2022