Arzhvael (libro 3. El Destino)

Cap. 5 La historia de Will

 

El tercero de los McKenzie, que para la fecha tenía veintiséis años, era la versión masculina de Aderyn, y aunque todos ellos habían sido excelentes estudiantes, él al igual que Aderyn solo parecía vivir para aprender. Otra cosa que lo diferenciaba de sus hermanos, era que mientras Peter y Kenny atraían a las chicas porque parecían dioses griegos, y Jonathan aparte de ello tenía un aire rebelde muy al estilo Cornwall y las atraía como un encantador de serpientes, Will era decididamente antipático. De modo que nadie había logrado explicarse nunca, cómo era posible que las chicas aun así, se peleasen por su atención, pasando neciamente por alto el hecho de que Will McKenzie era sin ninguna duda, el más apuesto de todos los hermanos.

Todos los McKenzie eran rubios y de ojos azules, y aunque él había heredado las mismas características, su cabello era de un rubio más oscuro y sus ojos de un azul más profundo, según su padre, heredados de su abuelo.

Todo lo anterior era lo fácilmente visible para los demás, sin embargo, había otras cosas que los demás ignoraban, como por ejemplo, que a la edad de seis años Will había seguido a sus hermanos mayores un día sin que estos lo notaran. Los chicos habían cazado a un pequeño Rifzul [1] y se disponían a deshacerse de él, pero no se dieron cuenta que su hermano menor los seguía. De modo que luego de encender el fuego que consumiría al pequeño demonio, sellaron la cueva sin saber a quién más habían dejado dentro. Cuando los chicos salieron, Will entró en pánico al darse cuenta que estaba encerrado allí sin posibilidades de salir. Gritó pidiendo ayuda, pero, aunque era muy pequeño, pronto llegó a la conclusión de que nadie lo escucharía y moriría allí consumido por el fuego, del mismo modo que el Rifzul.

Lo sorprendente había sido, que aunque el niño había visto crecer y extenderse el fuego, había escuchado los espeluznantes chillidos del Rifzul, y había visto como el violento incendio había arrasado con todo dentro de la cueva y había dejado la roca negruzca, a él no le había sucedido absolutamente nada, ni siquiera había sentido calor. Se preguntó incluso si aquel sería alguna clase especial de fuego que no afectaba a los humanos, pero dos cosas lo convencieron de lo contrario, primero recordó que había escuchado perfectamente cuando sus hermanos lanzaban el conjuro para iniciarlo, y era el mismo que solían usar en cualquier ocasión que necesitaban el calor de las llamas. Y en segundo término, sus ropas estaban completamente calcinadas. Pero obviando eso, y a pesar de estar muy contento por no haber sido consumido por las llamas, ahora tenía otro problema. Estaba en una cueva de sólida piedra que había sido firmemente sellada por sus hermanos y él seguía siendo pequeño, de modo que en el improbable caso de que lograse mover las piedras que bloqueaban la salida, ello le tomaría demasiado tiempo. Aun así, y no teniendo más opciones, comenzó la ímproba tarea.

No obstante, las sorpresas no se habían detenido allí. Apenas intentaba quitar la primera piedra cuando se volvió sobresaltado al escuchar una voz.

  • Eres un Arzhvael, usa tu poder

Will se había pegado a la pared de tal modo que la áspera roca le hacía daño en la piel de la espalda, pero no se atrevió a moverse mientras veía con asombro como algo que tenía la figura de una mujer se acercaba a él. La mujer repitió el mensaje, pero Will sabía perfectamente que sus poderes eran escasos a esa edad, por no decir nulos, y de ningún modo podría despejar la entrada con ellos. Sin embargo, la orden fue repetida por tercera vez y él pensó que nada perdía con intentarlo. Se paró frente a la salida sellada e intentó hacer memoria, levantó ambas manos en dirección a la salida y cerró los ojos.

  • ¡DINISTRIO!

Aunque no estaba muy seguro de aquel fuese el mejor conjuro, vio con asombro que las piedras que obstruían la abertura habían quedado completamente destruidas. No perdió el tiempo y caminó de prisa hacia la salida.

  • Espera  --  el sonido de la voz hizo que se detuviese en seco como si lo hubiesen sujetado

Por primera vez el niño se preguntó quién sería aquella mujer, se volvió lentamente hasta quedar enfrentado a ella. Casi ahogó un grito cuando se percató que la mujer, o fuera lo que fuese aquello, parecía estar envuelta en llamas.

  • ¿Qué…?  --  comenzó él, pero no estaba seguro de si sería educado preguntar qué era en lugar quién era.
  • Mi nombre es Liminíades y soy un elemental del Fuego  --  le informó  --  Como ya debes saber, a cada Arzhvael le es otorgado un poder especial en el momento de su nacimiento, y éstos pueden o no estar determinados por algún elemento de la naturaleza. Yo he sido enviada para hacer de tu conocimiento que tus poderes estarán directamente relacionados y provendrán del elemento Fuego. Aún eres muy joven, pero a lo largo de tu vida, irás familiarizándote con tu poder.

Will la miraba con los ojos y la boca abierta y no muy seguro de haber comprendido lo que le decía, pero mientras él decidía si estaba soñando o aquello estaba ocurriendo realmente, el elemental orbitó a su alrededor y sus ropas quedaron nuevamente en perfecto estado. A pesar de su asombro, Will intentaba recordar si alguno de sus hermanos había mencionado alguna vez algo como aquello, pero por más que buscó en el recuerdo de sus escasos seis años, no encontró nada parecido.

A partir de aquel día, Will se volvió cada vez más callado, y aunque los demás notaban sus extrañas y largas ausencias, lo atribuían a que le gustaba la soledad del bosque, y como nunca dio problema alguno, no prestaron mayor atención. Pero lo cierto era que con frecuencia, se encontraba con Liminíades y esta le hablaba de las características de su elemento, de modo que poco a poco fue acostumbrándose a ello y a la compañía del elemental.




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