Ya era madrugada cuando los chicos finalmente se habían retirado a sus habitaciones. Después que Anne había salido y les había dado la noticia, ellos aguardaron hasta que poco a poco fueron permitiéndoles entrar. Por supuesto, los primeros en hacerlo fueron Gail, Danny y Sam, pero mientras Sam estaba emocionadísima y deseosa de cargar al pequeño Brendan, Danny y Gail no tenían ningún interés en hacerlo. Sí, se acercaron y lo miraron, pero rechazaron espantados la posibilidad de cargarlo.
Como había dicho Anne, el niño era decididamente Cornwall. Si bien era cierto que tenía muy poco cabello, el que tenía era negrísimo y sus ojos eran de un azul brillante. Aunque Iván dijo, más que todo para fastidiar a los gemelos, que el color de los ojos de los recién nacidos solía variar pasados unos días, pero sabía perfectamente que si bien eso puede ser cierto en el caso de los niños firbolgs, no lo es de ninguna manera en los arzhvaels.
Luego entraron Aderyn, Mael y Diandra. En este caso, quienes mostraron mayor interés en cargar al bebe fueron Aderyn y Mael, mientras que Diandra se mantenía a distancia.
El día comenzó tarde para todos después de la agitada noche anterior, pero luego de un apresurado y tardío desayuno, los chicos subieron de nuevo y llamaron a la puerta con precaución para no despertar al niño, en caso de que estuviese dormido. Mientras Gail, Danny y Diandra, pasaron directo a saludar a Eve, Sam, Aderyn y Mael, fueron derechos a ver al bebe.
Luego de haber cargado a Brendan, Sam y Mael lo dejaron en brazos de Aderyn, porque los demás seguían negándose a cargarlo, y se acercaron a saludar a Eve. Ahora fue el turno de Eve de disculparse.
Aunque Mael había mentido con la mayor convicción, Eve sabía que lo estaba haciendo, y no porque se notase, sino porque había escuchado a Iván cuando le decía a Giulian que había sido una suerte para él no encontrarse cerca, o tal vez su hermana habría descargado todos los años de bromas pesadas en su contra en aquel momento, y la mano fracturada de Vlad y las dos costillas rotas de Mael, habrían resultado nada, comparado con lo que le habría podido hacer a él.
Eve miró al chico e incorporándose en la cama lo abrazó. Aunque ella amaba a su sobrino y a los gemelos con locura, Mael se había ganado su amor de un modo distinto. Aunque en principio y por razones que tenían que ver con sus razas, es decir, la natchzhrer y la berserker, Eve había experimentado cierto rechazo a la amistad de sus chicos con Mael, pero una vez que lo conoció y a partir de entonces, siempre se había sentido conmovida por la mezcla de ternura y tristeza de aquellos ojos verde esmeralda, por la suavidad de su carácter y la lealtad a toda prueba de Mael, de manera que se había hecho acreedor de su amor y su protección maternal mucho antes de que pensara en tener un hijo propio, y él había correspondido a ello mostrando siempre un especial apego a la vampiresa.
El día se les fue muy de prisa, de modo que luego de cenar, los chicos subieron con cara de pena a despedirse, porque debían volver a la Sede.
Sam les había hecho jurar a sus amigos y a su hermano, que por ningún motivo les dirían a ellos lo sucedido en los entrenamientos con Garlan McEwan, porque ella había llegado a la conclusión de que aquel individuo no es que le tuviese antipatía, sino que simplemente cumplía con su trabajo. Sin embargo, consideraba más prudente no hacerles ningún comentario a ellos, porque aún en el caso de que lo entendiesen como algo normal, existía una muy alta probabilidad de que los gemelos obviaran ese hecho y se comportaran como un par de salvajes.
Aunque había protegido sus pensamientos como de costumbre, y esperaba que los demás hubiesen hecho lo mismo, siempre existía la probabilidad de que Eve se los hubiese dicho.
Ellos avanzaron hacia la cama mientras los demás miraban con cierta aprensión.
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Editado: 25.09.2022