Arzhvael (libro 3. El Destino)

Cap. 32 Y siguen las complicaciones

 

Tal y como había dicho Mael, Danny no estaba en su habitación, de modo que se fue a la de Sam y allí lo encontró.

  • ¿Qué haces aquí, cachorro?  --  preguntó sin levantar la cabeza
  • Buscándote
  • ¿Para qué?
  • Para que te vayas a tu habitación
  • No iré a ningún lado hasta que Sam me aclare todo este lío
  • Danny, no creo que la Nena esté en condiciones de aclarar nada en este momento, déjala descansar y mañana hablas con ella
  • Mael tiene razón  --  escucharon y giraron la cabeza con muy mala cara ambos  --  Alto al fuego, soy Vlad  --  aclaró él
  • Si el cachorro tiene razón ¿Qué haces tú aquí?
  • En principio, siempre vengo a darle las buenas noches, y hoy en particular solo quería asegurarme que estuviese bien, pero al parecer no podré hacer ninguna de las dos cosas. Así que será mejor que todos nos vayamos a dormir.
  • Ya dije que no pienso ir a ninguna parte hasta hablar con ella
  • Danny, deja que sea ella la que decida…
  • ¡No!  --  exclamó él  --  ¡Ninguno de ustedes sabe cómo está! ¡No son ustedes los que están sintiendo lo que ella está sintiendo!  ¡Así que no me digan qué es lo que tengo que hacer!

Por primera vez Vlad se cuestionó el buen juicio de Amy al hacerle aquel conjuro a sus hijos, porque era evidente que Danny lo estaba pasando muy mal, y si había alguien que podía entender eso era él, porque si él lo pasaba mal cuando Giulian lo estaba y no lo bloqueaba, se imaginaba que para Danny y Sam debía ser mucho peor, porque literalmente podían sentir exactamente lo mismo.

  • Danny, no pretendo decirte qué hacer, pero piensa en ella, tal vez en este momento no desee hablar de esto  -- intervino Mael  --  Comprendo que estés angustiado, todos lo estamos, pero solo te pido que le dejes algo de espacio.

Sin embargo, por mucho que argumentaron, no consiguieron convencerlo, de modo que Vlad se fue a su habitación, pero Mael se quedó con Danny, y decidió que si cuando Sam llegase Danny se ponía impertinente, recurriría a medios más extremos, el asunto fue que Sam no llegó en toda la noche.

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Samantha no había prestado atención a qué camino tomaban o a dónde se dirigían, todo lo que quería era no tener que volver al Castillo. De modo que cuando se vio en una estancia amplia y decorada con pocos, pero costosos muebles y adornos, miró a Will.

  • ¿Dónde estamos?
  • En el departamento de Jonathan 
  • En el…  --  y volvió a mirar a su alrededor  --  pero si Jonathan vive en el Castillo  --  pero Will la miró y sonrió

De pronto Sam comprendió, ciertamente Jonathan vivía nominalmente en el Castillo, y tenía su habitación allí porque ella había estado muchas veces en ella por distintos motivos, desde bromas hasta buscarlo para algo en particular, pero no le fue nada complicado imaginar la necesidad de tener su propio departamento, y acto seguido su mente se llenó de imágenes a las que le cerró la puerta con decisión.

  • ¿Tienes hambre?  --  preguntó Will  --  No has comido nada desde la hora del almuerzo, y apenas probaste nada entonces  --  y ella lo miró con cierto grado de extrañeza  --  Me siento a tu lado, así que no puedo evitar ver lo poco que comes.
  • No me dirás que también sabes cocinar 
  • No, pero algo se podrá hacer  --  dijo mientras abría unos anaqueles  --  Veamos, aquí hay pan… mantequilla… mmm… té, por supuesto, bueno parece que este infeliz no come.
  • No creo que venga aquí a cocinar precisamente  --  no pudo evitar decir ella y él la miró
  • Lo siento, espero que no te incomode, pero siendo que no querías regresar al Castillo, la otra alternativa era llevarte al Hotel de la Ciudadela y eres demasiado conocida como para exponerte a las murmuraciones, así que esto fue lo mejor que se me ocurrió.
  • Gracias, Will

Siendo que Sam no tenía hambre, y a decir verdad él tampoco, pensó en preparar un poco de té, pero ya habían tomado suficiente en el tiempo que estuvieron sentados en el restaurant, de modo que le sugirió irse a descansar. No era que Sam tuviese sueño, pero sí estaba emocionalmente agotada, de modo que aceptó acostarse, aunque dudaba que pudiese dormir. Sin embargo, y contrario a lo que había pensado, después de unos minutos se quedó dormida.

Will salió de la habitación con sigilo, pero dejó la puerta entreabierta por si ella despertaba. Salió al balcón y miró hacia la oscuridad de la noche.

  • ¿Y ahora qué, Will McKenzie?  --  se preguntó

En ningún caso habría esperado verse metido en aquel problema, pero una vez hecho y aun sin su consentimiento, ahora no podía dejarla sola en medio de él, pero se preguntaba cuál sería el paso siguiente.

Sin duda la conversación con sus padres no sería agradable, sabía que Peter sería político y conciliador, aunque intentaría por todos los medios a su alcance llegar al fondo del asunto. Mientras que su madre sería directamente desagradable, lo acusaría de hacer siempre a la familia a un lado y de no ser partícipe de la adecuada unión familiar.




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