Los siguientes días fueron algunos de los más extraños que los chicos habían vivido nunca. Después de la conversación con Iván, Sam le había dicho a Will que ya no había necesidad de que él hablase con su tutor, y aunque el chico no se mostró muy de acuerdo con su decisión, no dijo nada más. La conversación de Sam y Giulian había resultado casi un monólogo, porque ella no le permitió decir nada, se limitó a decirle que tenía una relación con Will y que esperaba que él honrase la palabra que le había dado al prometerle no interferir.
Los demás habitantes de la casa, si bien algunos aún estaban sorprendidos o en desacuerdo, según fuese el caso, tuvieron que aguantarse, porque la terquedad de Samantha era muy superior a cualquier intento de cualquiera de ellos.
Fue una de las épocas más tristes para Sam, porque Will en atención a su nuevo status de novio, pasaba más tiempo fuera de la biblioteca, y en algunas ocasiones había accedido a ir con ellos a dar una vuelta por la ciudadela, pero Danny se negaba en redondo a permanecer en ningún lugar en el que estuviese Will.
Giulian desde un inicio, y contrario a lo que hacía Danny, casi se había vuelto la sombra de Will, algo que fastidiaba mucho al joven y lo fastidiaba no por lo que hacía, sino porque no soportaba a aquel individuo, antipatía que se había incrementado de forma notable desde un par de noches después del incidente. Will había decidido que de ahora en adelante y para reforzar la imagen que trataban de dar, acompañaría a Sam tanto tiempo como fuese posible, y ello incluía acompañarla hasta la puerta de su habitación cuando se fuese a dormir. Sin embargo, la segunda noche y mientras se despedía de Sam, vio a Giulian vigilándolos desde la puerta de su propia habitación.
Esto aclaró la situación a Sam que, sin voltear a mirar, entró a su habitación. Pero cuando Will se dirigía a las escaleras, Giulian se interpuso en su camino.
Pero Giulian no se caracterizaba por su paciencia ni por su comprensión, de modo que lo agarró por el frente de la camisa y lo estampó contra la pared.
Los ojos de Giulian brillaron en forma peligrosa, pero antes de que pudiese hacer o decir nada, cuatro manos lo apartaron de Will. Giulian se debatió furioso mientras Vlad miraba a Will con poca simpatía.
Vlad soltó a Giulian, pero Iván lo detuvo.
Después que los gemelos se calmaron, y lograron superar no solo su ira, sino la incredulidad de que aquel necio se atreviera a desafiar ya no a uno, sino a dos arzhaelíes especialmente peligrosos, Iván caminó hacia la habitación de Sam para darle las buenas noches como era su costumbre. Lo hizo de forma apresurada y se fue a la suya. Cerró los ojos un momento y repasó con cuidado lo que acababa de ver.
Cuando él y Vlad subían la escalera, escuchó la discusión y apresuró el paso, cuando llegaron arriba, Giulian estaba a punto de golpear a Will, pero, aunque el chico lucía tranquilo, Iván vio algo a lo que ahora intentaba buscarle explicación, y fue que las manos de Will parecían envueltas en llamas. Y aunque repasó el asunto varias veces, no le encontró una explicación lógica, y la única que creía probable, estuvo seguro que no podía ser, porque se sabría. Pero luego se reprochó a sí mismo y se recordó que una de las prácticas de supervivencia de un arzhaelí, era no dar nada por hecho y sin una previa comprobación. Finalmente, seguía teniendo la impresión de que habían salvado a Giulian de algo muy peligroso, y el señor Will McKenzie se estaba convirtiendo en un sujeto muy interesante a quien sería prudente prestar la debida atención.
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Editado: 25.09.2022