Arzhvael (libro 5. La Heredera)

Cap. 9 El gran día

 

Cuando Amy entró a la habitación de su hija, Sam estaba sentada en la cama y miraba hacia el vacío.

  • Buenos días, hija  --  saludó Amy alegremente  --  ¿Preparada para el gran acontecimiento?

Sin embargo, cuando se acercó a la cama, tuvo el súbito presentimiento de que algo iba muy mal.

  • ¿Samantha?  --  preguntó con preocupación  --  ¿Te sientes bien?
  • Sí mamá, no te preocupes, estoy bien

Pero si de algo estaba segura Amy, era de que su hija no estaba bien, pero hablar con Samantha nunca le había resultado sencillo y era simplemente imposible ver más allá de lo que ella quisiese decir. Por un momento consideró buscar a Iván, pero luego se dijo a sí misma que lo más probable era que estuviese nerviosa, después de todo era el día de su boda. De modo que decidió dejarla un momento mientras la chica salía de la cama y se bañaba.

Sam se levantó una vez que su madre abandonó la habitación y luego de asearse, fue directamente a la habitación de los niños. Los chicos corrieron a sus brazos apenas la vieron entrar, pero después de un momento, Brendan sujetó el rostro de Sam entre sus manos.

  • Mami triste  --  dijo el chico
  • No cielo, solo estoy un poco cansada

Brendan se dio por satisfecho y volvió a sus juguetes, pero Elijah se acercó y sin decir nada abrazó a su madre. Sam estaba acostumbrada a la expresión de seriedad de Elijah, pero por primera vez le vio una de inmensa tristeza. Sam se reprochó a sí misma pensando que estaba transmitiendo su extraño estado de ánimo a su hijo e intentó sonreír, pero al cabo de un rato, Elijah seguía con la misma expresión.

Aunque Sam no estaba al tanto de las visitas nocturnas de Mael, él seguía efectuándolas, solo que llevaba dos días sin aparecer y esto era lo que tenía a Elijah en aquel estado. Sin embargo, no pudo quedarse más tiempo, porque a los pocos minutos entró Aderyn que era la que se encargaría de los niños ese día y la envió a desayunar, porque en breve tenía que comenzar a alistarse.

En otra área de la casa, Iván y Dan intentaban hacer que Giulian despertase, algo que estaba resultando casi imposible.

  • ¡Déjame en paz, Enano!  --  exclamó después de mucho tiempo
  • Creo que solo hay una manera  --  dijo Dan e Iván asintió

Fue hacia el baño y después que estuvo listo volvió. Le quitaron las sábanas y las almohadas que se había puesto en la cabeza y él soltó una maldición, pero ellos lo ignoraron y lo arrastraron hacia el baño, le sacaron las ropas y lo lanzaron a la bañera sin ninguna compasión. La sarta de insultos e improperios estaban seguros que se habían escuchado en todo el castillo, pero ellos se limitaron a reír.

  • Si termino… en el hospital… por su culpa, los voy a… descuartizar con mis propias… manos  --  dijo Giulian con los dientes castañeteándole por efectos de estar sumergido en agua helada y con trocitos de hielo flotando a su alrededor
  • Reconozco que el tibio baño puede colocarte en el camino más seguro para pescar una pulmonía, pero estoy seguro que preferirás eso a perderte tu propia boda  --  dijo Dan
  • ¡Boda!  --  exclamó Giulian  --  ¡Demonios! Tu hija va a matarme  --  gimió, y acto seguido los miró con rencor  --  Pero antes voy a matarlos yo a ustedes
  • Creo que esta es una buena lección de aprendizaje para ti  --  dijo Iván en tono filosófico  --  Y ahora sin duda comprendes mejor a… Phillip por ejemplo  --  agregó con malignidad y Giulian abrió los ojos con desmesura
  • ¡Por todos los Dioses! Díganme que no hice ninguna estupidez
  • La verdad es que fueron varias…  --  estaba diciendo Dan mientras ahogaba la risa
  • ¿Y ustedes se dicen mis amigos?  --  pero después de un momento los miró con suspicacia  --  Aguarden, si anoche yo… no, no pude haber bebido tanto, porque no me duele la cabeza ni…
  • Si no tienes ningún malestar, genio, es porque mientras intentábamos hacer que despertaras, te di algo para evitártelo, así que puedes agradecérmelo  --  le dijo Iván

Pero ciertamente él estaba muy lejos que querer agradecerles nada y todo lo que quería era arrancarles sus estúpidas cabezas. Con toda seguridad Sam estaría furiosa y dudaba mucho que la explicación de todo aquello, contribuyera a mejorar el asunto.

Cerca de las diez de la mañana, habían logrado que Giulian presentara un aspecto aceptable y luego de un tardío desayuno, agarró una camisa se la puso y sin abrochársela siquiera y aun descalzo, se dirigió a la puerta de la habitación.

  • ¡Ey!  --  intentó detenerlo Dan
  • ¿Dónde crees que vas?  --  preguntó Iván sujetándolo
  • Déjame en paz, voy a ver a Sam
  • ¡Ah no! Olvídalo amigo, Amy nos…
  • ¡Me importa un demonio Amy!  --  gritó él mientras salía de la habitación
  • ¿Ah sí?  --  preguntó la susodicha mirándolo con ira  --  Vuelve ahora mismo a tu habitación y no saldrás de allí hasta que sea hora de ir al Deml ¿está claro?




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