Arzhvael (libro 5. La Heredera)

Cap. 18 Jonathan & Daira

 

Amy tenía planes muy concretos y siendo que a Elar le habían funcionado los consejos de ella, decidió que lo mejor era que Daira se pusiese en manos de la dulce Amy.

 

  • Escuchen, estoy cansada, porque tuve un día muy pesado en el Hospital, así que…
  • Así que deja de protestar y escucha tú  --  la cortó Amy  --  Para hacerte el cuento corto, comenzaré por decirte que ya estamos cansadas de verte hacer la tonta con Jonathan McKenzie

La primera reacción de Daira fue de ira suprema. Si bien su estrecha amistad con Elar se remontaba a su época escolar, no sucedía lo mismo con Amy. Aunque siempre tuvieron buenas relaciones, cuando eran niñas ella consideraba a Amy la misma clase de odiosa persona que eran sus hermanos. Era altiva, arrogante y la típica niña que lo tenía todo sin esfuerzo. Los Douglas, los Cornwall y los Nemhain, eran la realeza del mundo arzhvael, aunque en este no se acostumbraran esos títulos, pero aquellos chicos sin duda hacían ostentación de sus apellidos. Sin embargo, ahora las cosas habían cambiado y la veía de una forma más normal, pero en aquel momento al escucharla hablarle así, la vieja antipatía salió a flote y por un momento estuvo a punto de soltar una barbaridad. Pero como ya se ha dicho, Daira al igual que Iván, era el paradigma de la ecuanimidad, de modo que se serenó y su voz siguió sonando tranquila.

 

  • No quiero parecer grosera Amy, pero no creo estar haciendo la tonta con ese sujeto.
  • Pues una cosa es que no lo creas y otra muy diferente que no sea así, porque hasta ahora te has dejado fastidiar por el muy infeliz.
  • ¿Y qué se supone que haga? Porque por si no lo has notado, pedirle que me deje en paz no ha resultado.
  • Por supuesto que no, no es de la clase al que le pides nada  --  dijo Amy  --  Pero creo que ha llegado el  momento de que le devuelvas el favor

A partir de ahí, Daira escuchó boquiabierta la exposición de Amy, haciendo un enorme esfuerzo por no salir corriendo. Definitivamente aquella mujer calificaba en el renglón de altamente peligrosa, y aunque no llevase sangre Cornwall, a Daira le quedó claro que era la misma clase de loca que ellos.

Y en cierta forma así podía pensarse, porque Amy había trazado un cuidadoso plan de hostigamiento que incluía desde aparecerse en cualquier lugar en el que él estuviese, hasta allanar su departamento. Se había hecho con una pormenorizada lista de las actividades de Jonathan, y aunque no era que su vida amorosa fuese un secreto de estado y casi era un espectáculo público, esa parte resultó bastante sencilla. Lo demás había sido cuestión de pasar media hora con Garlan y el pobre sujeto fue incapaz de negarse a nada. Esto en especial a Daira le costaba creerlo, porque Garlan era un arzhaelí altamente especializado, y que Amy hubiese sido capaz de obtener alguna clase de información por mínima que fuese, ya era algo insólito. Lo que reforzó su idea de que Amy Douglas era peligrosa con todas sus letras.

Les costó algo de tiempo convencer a Daira, pero finalmente lo lograron y el plan se puso en marcha. Amy pensó que si no servía para que aquellos dos se dejasen de necedades y se dieran una oportunidad, al menos serviría para que Daira se cobrase todo lo que Jonathan le había estado haciendo.

 

Jonathan por su parte y luego del incidente con el infeliz de Donald Klausen y su posterior charla con Giulian, había pasado un par de días bastante mal, pero luego decidió que Giulian estaba tan loco como siempre y que ciertamente él no estaba celoso. Sin embargo, una molesta pregunta seguía rondando su cabeza y no le encontraba una respuesta.

Pero siendo como era en extremo práctico, volvió a sus actividades normales que incluían unas noches muy ocupadas. Y por otra parte, continuó con su política de hostigamiento hacia Daira. Lo que no sabía el arzhaelí, era lo mucho que iba a complicarse su vida en un brevísimo lapso de tiempo.

Un par de días después de su conversación con Amy, Daira estaba frente a la puerta del departamento de Jonathan tratando de darse valor para hacer aquello, pero finalmente respiró profundo y entró. Se sorprendió mucho, porque, aunque no se había hecho una idea de qué iba a encontrar, ciertamente aquel infeliz no se negaba nada. Prestó atención y escuchó el agua corriendo. Se estaba bañando. Por un momento tuvo la necesidad de correr al imaginárselo bajo la ducha, pero se contuvo y avanzó hacia la habitación.

Al entrar, el olor de su colonia invadió su nariz, pero trató de ignorarlo y miró a su alrededor. Todo en ella hablaba de buenos y costosos gustos, y sintió una ira enorme al imaginarse la indecente cantidad de señoritas que habían sido huéspedes de aquel lugar, pero en seguida se reprendió diciéndose que eso no era asunto suyo, estaba allí con el único fin de fastidiarlo. Caminó con decisión hacia la cama y procuró expulsar las necias imágenes que se empeñaban en invadir su mente. Se sentó y esperó. Unos minutos después escuchó que se abría la puerta del baño e hizo una súplica silenciosa para que estuviese cubierto. Sin embargo, y aunque la puerta se abrió, no lo vio salir, pero unos segundos después se sintió aferrada por dos fuertes brazos.

 

  • ¿Señorita Clemmens, no le enseñaron en la escuela que era peligroso e ilegal, invadir la propiedad ajena?




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