Muchos años habían pasado desde que Bastian encargara a Menshikof el cuidado de su hijo. Este hombre había cumplido el encargo hecho por su señor con celo. Nunca llegó a sentir verdadero cariño por el niño, pero su vida dependía de cumplir esa orden.
Aunque Bastian nunca iba a ver a al niño, él creció sabiendo que los que cuidaban de él no eran sus parientes, y a pesar de que se preguntó muchas veces por qué lo mantenían alejado de su familia, nunca le dieron esas respuestas.
A medida que pasaron los años se fue haciendo evidente que Jared, que era el nombre que le habían colocado al niño, había heredado la crueldad de su progenitor. Los niños en general huían de su compañía, y cualquier animal que se le acercara sufría horrorosas muertes.
Menshikof no se encargaba en forma personal del cuidado del chico, lo hacía su esposa y ésta no dejaba de quejarse en el sentido de que Jared mostraba un comportamiento cruel y de la arrogancia con la que se conducía.
Cuando se acercaba su décimo cumpleaños Jared fue informado de su verdadero nombre y origen, lo que no causó mayor sorpresa en él, ya que siempre se había sabido importante, lo que sí hizo fue aumentar su ya muy crecido ego.
Jared como era lógico, había sido enviado a Reinheit. Desde su primer año en el colegio dio muestras de una extraordinaria inteligencia, pero por recomendación expresa de su padre se hizo notar lo menos posible. Era encantador con todos, por lo que era apreciado por sus maestros, pero se mantenía de bajo perfil. Uno que otro profesor llegó a vislumbrar el poder de aquel apuesto joven, por lo que se hicieron secretas apuestas entre ellos, de que el muchacho alcanzaría gran relevancia en el mundo Arzhvael.
Jared dedicó gran parte de sus años en el colegio para investigar acerca de su mundo y del mundo Firbolg, pero incluyó además en sus investigaciones las diferentes formas de adquirir un poder superior, algo con lo que estaba de veras obsesionado.
Sus investigaciones lo llevaron hasta una antiquísima historia acerca del Señor de las Tinieblas. Esta trataba acerca de una poderosa fuerza que era ostentada por uno de los Señores de los Elementos que al volverse demasiado ambicioso, había sido desterrado de los dominios de sus hermanos y posteriormente apresado. La leyenda contaba que aquel que encontrara la prisión del Señor de las Tinieblas y lograra liberarlo, se haría acreedor a su gratitud y por tanto le serían otorgados sus poderes.
Jared dedicó incontables horas, noches y meses a la investigación de esta leyenda. Los profesores al verlo tan afanado en la biblioteca en lugar de andar haciendo travesuras como sus compañeros, llegaron a la conclusión de que era un alumno con mucha sed de conocimientos.
Fueron muchos los días en que se sintió frustrado, se repetía a sí mismo Estoy cerca, estoy muy cerca, pero en esa época en realidad no estaba más cerca de hallar la información que buscaba que de alcanzar la luna con las manos.
No obstante, no se dio por vencido y ni siquiera en vacaciones cesaba su búsqueda. Gracias a eso, encontró una vieja librería que pocos Arzhvaels visitaban y en ella vio Jared el primer fruto de sus esfuerzos. El viejo dependiente le proporcionó información muy valiosa, que de ser cierta, lo colocaría en el camino correcto hacia su meta. Lamentablemente para el bibliotecario, se convirtió también en su primera víctima. Jared consideró imprudente dejarlo con vida y correr el riesgo de que la valiosa información que le había proporcionado fuese entregada a otros.
Cuando cumplió trece años, fue el día más feliz de su vida. Su padre le contó muchas cosas y le aseguró que era el Nemhain más poderoso del mundo y que no tardaría en alzarse con el poder absoluto, él era el príncipe heredero y juntos gobernarían el mundo.
Desde que Jared cursaba el cuarto año en el colegio, había descubierto la enorme atracción que ejercía sobre el sexo opuesto. Las chicas lo perseguían con insistencia, por lo que en un momento determinado comenzó a relacionarse en serio con ellas, pero una vez que las conseguía dejaban de interesarle, si es que puede decirse que alguna le interesara realmente. Y hay que agregar que eso era extraordinariamente afortunado para las chicas, ya que en sus relaciones con ellas, demostró su sadismo y el poco valor que les concedía. Una vez que las poseía, quedaban en tan malas condiciones, que no hubiesen considerado volver a acercársele. El misterio del asunto es que ninguna lo denunció nunca.
Por esa misma época, cometió su segundo asesinato. Su segunda víctima fue la mujer que hasta esos momentos había sido como su madre. El siempre supo que aquella despreciable criatura no era su madre y se sentía realmente enfermo cuando lo llamaba hijo. Una tarde, después de una desagradable discusión acerca de cierta chica a la que había cometido el error de llevar a su casa y de la que la mujer había escuchado gritos desesperados, sintió la ira crecer en su interior. ¿Quién se creía aquella estúpida para criticarlo o reclamarle nada? Con un odio frío apuntó su Gwialen y le quitó la cabeza.
Otra cualidad heredada de su nefasto padre, fue la habilidad para rodearse de individuos que gracias a su magnetismo, se convertían en sus satélites dispuestos a ejecutar cualquiera de sus órdenes. No consideraba amigo a ninguno, los veía como una especie de sirvientes complacientes.
Una mañana Menshikof había ido por él a la escuela y sin mayores explicaciones se lo había llevado. Aunque Jared estaba indignado, esto se le pasó muy pronto cuando fue conducido ante su padre. No había vuelto a verlo desde que cumpliese trece años, de modo que se emocionó mucho. Sin embargo, por algún motivo Bastian estaba furioso.