Los Arzhaelíes solteros y uno que otro casado, tenían hábitos que podrían considerarse un tanto extraños y que obedecían quizá a la herencia genética legada por sus ancestros. Los primeros arzhvaels fueron una raza guerrera que en sus inicios y cuando aún no se había decretado la prohibición de unirse a los firbolgs, dieron origen a los pueblos llamados bárbaros, como fueron los Galos, los Hunos, los Germanos y los conocidos Vikingos.
Sería difícil establecer si las costumbres actuales de los arzhaelíes eran totalmente derivadas de aquellos, o si habían sido modificadas a su conveniencia, pero al menos la practicada los fines de semana por estos sujetos, era duramente criticada por las féminas de la Orden, ya que consistía en que los sábados, aquellos que no estaban en alguna misión, se reunían y solían beber como cosacos para terminar en diversas camas con agraciada compañía, y los domingos en la mañana se reunían de nuevo en esta oportunidad en la Sede y se enfrentaban en luchas cuerpo a cuerpo y con la prohibición expresa de utilizar magia, solo podían usar sus manos y sus Gwialen, pero como bastón de combate.
Según su desquiciado razonamiento, esto tenía como objeto agudizar sus sentidos y prepararse para ser capaces de enfrentar cualquier eventualidad aun en las precarias condiciones en las que los dejaban las noches de juerga. Esto por supuesto, no era presenciado por ninguna de las arzhaelíes que lo calificaban como deprimente espectáculo de circo, aparte del hecho más deprimente aún, según ellas, de que se presentaban en la arena casi en el mismo estado de desnudez con el que habían venido al mundo, porque solo llevaban encima un ridículo atuendo que consistía en una faldilla corta como la utilizada por los antiguos Gladiadores.
Aquel domingo de primeros de Abril, se encontraban Eowaz, Armel, Philip y algunos otros arzhaelíes que no participaban en el juego de los chicos, pero que se divertían viéndolo. En ese momento se enfrentaban Alaric y Bran, el primero acababa de ser derribado de un bastonazo propinado por Bran, pero cuando éste se acercaba recibió una patada que lo envió varios metros más allá.
Y sin duda tuvo Philip razón, porque Mael despachó a Garlan en un abrir y cerrar de ojos. Luego fue el turno de Jonathan y Anthony, éstos demoraron un poco más, pero finalmente Anthony cayó derribado y Jonathan le colocó la Gwialen en el pecho, signo de derrota. Sin embargo, inesperadamente la actividad se vio interrumpida por la insólita presencia de una arzhaelí.
El grito de Daira los hizo a todos girar las cabezas mientras ella avanzaba en actitud amenazante hacia el susodicho. No obstante, y una vez superada la sorpresa, una expresión de fastidio se dibujó en los rostros de casi todos los presentes, porque a pesar de que ya estaban acostumbrados a los memorables pleitos entre aquellos dos, les fastidiaba mucho que se sucediese justo en ese momento, y la verdad ninguno tenía muchas ganas de escuchar la sarta de improperios de las que estaban seguros que era merecedor aquel infeliz, el posterior beso para silenciarla y por último la desaparición apresurada del arzhaelí tras la adorable criatura.
Jonathan por su parte, hizo un rápido repaso mental a sus actividades de las últimas horas y ninguna incluía nada que hubiese podido molestar a Daira. De modo que avanzó hacia ella con una natural y excesiva confianza dadas las condiciones en las que obviamente venía la mujer.
Mael le habría aconsejado a su amigo guardar prudente silencio, pero aparte de que eso era casi imposible, ya no podía hacerlo. Armel no solo le habría sugerido silencio, sino que corriese muy deprisa en dirección contraria.