Cap. 37 Los padrinos y... algo más
La misma noche que Iván les había dado la terrible noticia con relación a Gemdariel, y después que ya había pasado por las habitaciones de los niños, Sam contemplaba a Gemdariel cuando sintió que la puerta se abría y se giró pensando que era Giulian.
- ¡Elijah! ¿Sucede algo, mi cielo? -- preguntó extrañada, porque lo acababa de dejar en su cama
- No mami, solo quería decirte algo
- Dime, mi amor -- dijo ella agachándose a su lado
- No estés triste mami, yo siempre voy a cuidarla y no dejaré que nada malo le suceda. No importa si mi hermanita no puede ver, porque yo lo haré por ella -- dijo el niño secando las lágrimas de su madre y que ella no había notado que estaban allí
Aun no les habían dicho nada a los niños, pero a Sam tampoco le extrañó que Elijah lo supiese, y a continuación lo abrazó.
- Lo sé, mi amor y tengo una absoluta confianza en ti
Elijah sonrió, se acercó a la cuna de su hermanita y como por su estatura no alcanzaba para darle un beso, se llevó los dedos a los labios y luego los pasó por la frente de la bebita. Se volvió, dio un beso a su madre y se marchó.
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Giulian y Sam habían estado de acuerdo con casi todas las elecciones para padrinos de las trillizas. Los de Galadriel serían Alaric y Aderyn, los de Gamariel serían Iván y Diandra, y la madrina de Gemdariel sería Elar. Hasta ahí todo de maravilla, el problema se presentó con el padrino, porque Sam se había empeñado en la muy absurda idea de que fuese Garlan McEwan, con lo que casi le ocasionó un infarto a Giulian. Aunque inicialmente Dan había apoyado a Giulian, luego le dijo que se quedase tranquilo, porque una cosa era que Sam quisiese eso y otra muy distinta que Garlan aceptase, porque todos sabían que no soportaba a los chicos.
Luego de que Giulian dijera cuanto se le ocurrió, que incluía verdades a medias y mentiras completas, así como exageraciones e insultos, terminó dándose por vencido como sabían que sucedería. De modo que Sam decidió reunirlos a todos para pedirles que fuesen los padrinos de las niñas, pero como sabía que Garlan encontraría alguna excusa para no asistir a una cena en Averdeen, lo hizo de otra manera. Y ahora cuando ya todos estaban en casa, le había enviado un mensaje a Garlan y el arzhaelí se había presentado casi de inmediato.
- ¿Qué sucede Niña? -- dijo mirando con asombro la reunión
- Te he llamado, porque queremos pedirte algo -- dijo ella acentuando el verbo y mirando a Giulian en forma intencional -- Primero quiero que sepas que te estoy muy agradecida, porque no solo me llevaste al Hospital con rapidez, sino que mamá me dijo que los habías ayudado a ella y a Mael mientras yo estaba en la sala de partos.
- No precisabas hacerme venir para decirme eso, Niña -- dijo con incomodidad y con su habitual tomo áspero, y no contribuía a mejorar su ya muy desagradable humor el que todos lo mirasen con aquel brillo de diversión en los ojos
- Ya lo sé, pero necesito tratar contigo otro asunto, siéntate
- No pretendo quedarme más de lo necesario, tu casa suele ser zona de guerra y más peligrosa que una en realidad, así que date prisa y terminemos con esto -- le aseguró mientras miraba con aprensión varios pequeños bultos en brazos de Amy, Aderyn y Elar y se preguntaba dónde estaban las otras amenazas
- De acuerdo -- le dijo mientras se volvía y Elar se acercaba para entregarle a la bebe -- Giulian y yo queremos que seas el padrino de nuestra hija
En un principio aquella frase pareció no encontrar una imagen correspondiente en su mente, por lo que tardó algunos segundos en entender, pero cuando lo hizo, habría sido mejor que atendiese a la invitación de Sam a sentarse, porque tenía el aspecto de alguien a quien acaban de golpear fuertemente en la cabeza. Los ojos parecían a punto de saltar de sus órbitas y su boca estaba abierta formando una perfecta “o”. Pero con la misma velocidad, pensó que aquello tenía que ser una de las pesadísimas bromas propias de Cornwall y Douglas, y los miró a ambos con ganas de asesinarlos.
- ¿Acaso no tienes en qué entretenerte, Cornwall? Ya decía yo que ni diez hijos te harían cambiar, pero como no estoy como para perder el tiempo con tus bromas, me marcho
- McEwan, te aseguro que yo no… -- pero se detuvo al mirar a Sam y concluyó de manera muy distinta a lo que estaba pensando -- … no te estoy gastando ninguna broma -- y aunque Garlan aun no podía creerlo miró a Sam
- Niña, siempre he sabido que no estás bien de la cabeza, algo que quedó demostrado al casarte con este infeliz, pero acabas de demostrar tu locura sin lugar a dudas ¿Qué te hace pensar que yo puedo…?
- Que sé, que eres una gran persona, aunque te empeñes en parecer lo contrario. Sé que me aprecias, aunque digas que no, y lo más importante, que confío en ti -- él tenía deseos de salir corriendo, pero aquella criatura no dejaba de hablar -- Garlan, por todo lo anterior es que voy a confiarte a la más débil de mis hijas, porque sé que si algo llegara a sucedernos, la protegerás y cuidarás de ella -- se acercó a él y para su mayor espanto intentaba colocar a la bebe en sus brazos, pero lo que le produjo mayor incomodidad a Garlan fue verle los ojos llenos de lágrimas a Samantha -- Ella es Gemdariel, y… no puede, ni podrá ver nunca