Habían transcurrido dos semanas de noviembre cuando una noche Danny despertó sobresaltado y con el horror pintado en el rostro. Diandra despertó también con el brusco movimiento y lo miraba alarmada.
Pero él ya había salido de la cama y se vestía a toda prisa mientras intentaba comunicarse con su hermana.
Al mismo tiempo Diandra lo vio enviar un mensaje, pero no tenía ni la más mínima idea…
Samantha había despertado con brusquedad, había saltado de la cama y buscaba su ropa frenéticamente mientras Giulian la miraba con cara de sorpresa. Ella había visto con claridad los sueños de su hermano y se preparaba para ir en su ayuda sin detenerse a considerar nada más.
Al escucharlo, Sam se dio cuenta que él no sabía nada y de forma sucinta le explicó la situación, con lo que Giulian se apresuró a vestirse también dispuesto a acompañarla.
Amy y Dan, al igual que Iván, Elar, Gail y Aderyn habían sido sacados del sueño por la voz de Danny.
Ninguno de los que recibió el mensaje se detuvo a pensar nada, salvo Iván que tuvo que recordarle a Elar que en su estado no podía ir a ninguna parte.
Raymond y Rose Weeler dormían pacíficamente en su cama cuando fueron despertados bruscamente por unas violentas sacudidas. El primer pensamiento de Raymond fue que unos ladrones habían irrumpido en su propiedad, pero cuando miró con más atención, estos sujetos los apuntaban con unas cosas que parecían varas de metal con lago brillante en la punta.
A pesar de que nadie los estaba tocando, una fuerza desconocida los estaba empujando fuera de la cama. Rose intentó tranquilizarse diciéndose que aquello debía ser una pesadilla, pero tardó muy poco en ser sacada de su error.
Raymond y Rose, con el egoísmo que los caracterizaba, no habían vuelto a pensar en la suerte de Danny. Ellos no sabían con exactitud dónde vivía o a qué se dedicaba, a pesar de que sabían igualmente que se mantenía en comunicación con sus hermanos, porque hacía alrededor de tres años, Steven había anunciado que él y David se marchaban de casa, y cuando ella preguntó alarmada la razón, Steven le dijo que Danny había comprado una casa para ellos. Aunque Raymond estaba contento de que los chicos se fuesen, a Rose le sentó muy mal, porque si bien nunca había querido a Danny, no sucedía lo mismo con los otros dos. A los pocos días de eso, Rose había recibido la visita de un abogado que le informó que Daniel Douglas había dispuesto que, si ella lo deseaba, había una casa a su nombre y dinero suficiente para vivir con comodidad el resto de su vida. Sin embargo, Raymond casi lo había echado a patadas diciendo que no querían nada que viniese de Danny y que seguramente era producto de negocios ilícitos. Después de eso, no habían vuelto a pensar en el chico. Pero al llegar al salón, Raymond Weeler había recuperado la voz, y estando seguro que todo aquello tenía que ver con las actividades de Danny, se sintió furioso.
Pero no se contentó con amenazarlo, porque Raymond vio que de la misma salía una especie de rayo láser y a continuación sintió el mayor dolor que hubiese experimentado en su vida. Rose comenzó a gritar mientras lo veía retorcerse en el piso.
Mikael O’Neill miraba con inmensa satisfacción al hombre gritar de dolor. Detuvo momentáneamente el ataque y se volvió a la mujer. Era simple y vulgar, no tenía nada de la belleza seductora de las mujeres de su propia raza y ciertamente en nada se parecía a Samantha Douglas, pero luego recordó que no tenía por qué, e igual serviría a sus fines. Pasó la punta de su Gwialen por el rostro de la aterrorizada mujer y sintió un enorme placer al percibir su miedo, por lo que sonrió en forma maligna. Sin embargo, pareció pensarlo mejor y se retiró un par de pasos, Rose suspiró aliviada solo para volver a estremecerse cuando él volvió a atacar a Raymond.
Débiles, pensó Mikael cuando vio el hilillo de sangre que se escapaba por la comisura de la boca del hombre. Aquello iba a resultar demasiado fácil y poco divertido. Se volvió hacia la mujer que lloraba desesperada.
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Editado: 29.01.2023