Arzhvael (libro 6. Los Cinco Elementos)

Cap. 10 Por siempre

 

Sam apareció en una zona boscosa e inmediatamente advirtió que estaba inadecuadamente vestida para aquello. Estaba en medio de una nevada moderada, pero había varios centímetros de nieve donde se habían enterrado sus piernas y el frío era inclemente. Sacó su Athame y generando algo de luz en medio de aquella densa oscuridad, dio un vistazo a su alrededor buscando con desesperación a Mael. Sin embargo, la niebla era tan espesa que dejaba ver muy poco, y lo primero que sus ojos identificaron fue una gran cantidad de cuerpos esparcidos por el lugar con flechas clavadas casi todas en las cabezas. Comenzó a moverse entre ellos, pero para empeorar una situación ya muy mala, escuchó un gruñido nada tranquilizador, y al elevar la cabeza, por un momento le pareció ver varios pares de ojos amarillentos fijos en ella. Lo primero que pensó era que no tenía tiempo para aquello, e indiferente al posible peligro que podía estar corriendo, siguió avanzando entre la estela de cadáveres. Sin embargo, unos segundos después y para su mayor horror, Elijah apareció a su lado. Inicialmente se negó a creer lo que estaba viendo, pero el niño sujetó su mano con firmeza.

  • No tengas miedo mami, no te harán daño
  • Elijah…
  • Ven, es por aquí  --  dijo con la mayor seguridad

Aun asombrada y aterrorizada a partes iguales, Sam se dejó guiar por su hijo. Suprimió la luz de su Athame, ya que Elijah no la necesitaba para orientarse y por el contrario hería sus ojos. Unos segundos después Elijah se detuvo, pero si él podía ver, ciertamente Sam no.

  • Aquí mami, aquí está papi  --  ella sabía que era cierto porque lo había sentido, pero no podía ver bien
  • Cielo necesito luz, cierra los ojos un momento

Volvió a hacer luz con su Athame y se sintió de nuevo horrorizada. Mael estaba tirado en el piso, parcialmente cubierto de nieve, pero Sam vio que varias flechas lo habían alcanzado y estaba rodeado de un charco de sangre congelada. Se arrodilló a su lado para comprobar su estado y soltó el aliento al asegurarse de que al menos aun respiraba, pero antes de hacer nada, escuchó el ruido lejano de voces.

 

Los arzhaelíes habían aparecido en el sitio indicado por Garlan y Jonathan, pero al igual que Sam, se encontraron en medio de la nevada, con una oscuridad opresiva y se les hacía difícil avanzar entre la nieve. Generaron luz con sus Athames o Gwialens, pero la misma parecía no poder penetrar la espesa niebla y escucharon que alguien profería una maldición.

  • ¡Giulian!  --  escucharon la voz de Dan
  • Aquí  --  respondió él a unos pasos
  • Necesitamos que nos guíes
  • No podré hacerlo si no suprimen la maldita luz  --  dijo él

Todos lo hicieron y pudieron avanzar con algo más de seguridad guiados por Giulian. Sin embargo, no habían avanzado mucho cuando…

  • ¡Por los tesoros del Gran Druida!  ¡No es posible!  -- exclamó Giulian con incredulidad

Ante la expresión, los arzhaelíes volvieron a hacer luz y entendieron el por qué del asombro en su voz al ver la masacre a su alrededor.

 

  • ¡Demonios!  --  exclamó Danny
  • Esto no pudo haberlo hecho él solo  --  dijo Elar
  • Dices eso porque no lo has visto manejar el arco  --  dijo Alaric
  • Pero mira a tu alrededor  --  escucharon decir a Daira con la misma incredulidad
  • Créame señora McKenzie, es capaz de esto y mucho más, y sin duda fue él, porque éstas son sus flechas  --  dijo Jonathan agachándose al lado de un Uzky y extrayendo una del cuerpo inerte
  • Eso no es lo importante ahora  --  dijo Iván con apremio  --  Tenemos que encontrarlo
  • ¡McEwan!  -- exclamó Armel
  • Estoy en ello  --  contestó el arzhaelí  --  Están cerca, la Niña…

Pero antes de que pudiese completar la frase, Kenny lanzó una maldición y escucharon la orden perentoria de Alaric.

  • ¡Supriman las luces!
  • ¡Protéjanse!  --   escucharon la voz de Jonathan casi al mismo tiempo

Sin esperar o pararse a preguntar por qué, todos obedecieron y acto seguido escucharon el silbar de las flechas en el aire. A partir de ahí, todo se volvió una locura. Los más hábiles con el arco eran Alaric, Dan, Danny y Jonathan, ya que, en el caso del último, había adquirido una admirable destreza después de pasar casi un año al lado de Mael en aquellos peligrosos parajes, y a pesar de la oscuridad, la misma quedó demostrada en cuanto comenzaron a dar rápida cuenta de sus atacantes. Los demás lo tenían más difícil, porque aparte de que la única forma de acertar era valiéndose de la poca luz generada desde el centro de sus arcos, debían ser muy rápidos tanto para disparar como para moverse, ya que la luz alertaba a los Uzkys de su posición.

Giulian y Garlan, ambos por separado, pensaron aproximadamente de la misma forma y la urgencia por encontrar a Samantha y a Mael los indujo a actuar de forma diferente a los demás.

  • ¡Cornwall!  --  gritó Garlan
  • ¿Qué?
  • ¡No tenemos tiempo para esto!
  • ¡Ya lo sé, con un demonio!
  • ¡Ubícalos y mandémoslos al infierno!
  • ¿Qué crees que estoy haciendo, infeliz?
  • ¡Pues date prisa, tenemos que llegar hasta la Niña, porque por si no lo has notado, va a congelarse!




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