Arzhvael (libro 6. Los Cinco Elementos)

Cap. 18 Vali

 

Dan y Amy estaban muy preocupados. Desde la noche anterior Samantha había empeorado, porque ahora estaba completamente inconsciente. Iván e incluso Danny, habían intentado entrar en sus pensamientos, pero o no los había, o sus esfuerzos fueron en vano. Giulian estaba al borde del colapso, se había pasado toda la noche despierto esperando que amaneciera para ir a buscar a Sam y durante todo el día estuvo encerrado en la habitación con ella esperando que abriera los ojos. Salió unas pocas veces y solo para ver a los niños.

Mael había llegado en la madrugada sorprendiéndolos a todos, porque había marchado a Noruega solo un par de días antes y no tenía previsto volver de forma inmediata. Sin embargo, en cuanto sintió que Sam estaba mal, volvió a toda prisa

  • ¡Mael!  --  exclamó Iván poniéndose de pie en cuanto lo vieron entrar
  • ¿Qué sucedió?  ¿Por qué la Nena está así?  --  preguntó con ceño ominoso

Iván y Dan se miraron con cierta consternación y pensando en cómo decírselo, porque darle la información de por qué Sam estaba como estaba sin explicarle que todo era parte del trabajo que estaban haciendo, era sentenciar a Giulian. De modo que, de la manera más veloz y sucinta, le dijeron lo que habían estado haciendo y luego lo que Sam había visto. Él no dijo nada y abandonó el salón rumbo a la habitación de Sam, y aunque seguía furioso, Iván y Dan podían estar razonablemente seguros que no mataría a Giulian.

Mael entró e ignorando a Giulian, se fue derecho hacia la cama y sentándose en el borde la misma, sujetó una mano de Sam. Pero, así como los demás no tenían ni la más peregrina idea de lo que en realidad estaba sucediendo, Mael supo enseguida que ella no estaba allí. La consciencia de Sam había abandonado su cuerpo y estaba muy ocupada en otras cosas. De ahí la razón de que nadie pudiese acceder a ella.

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A Sam le pareció que despertaba de un sueño. Se encontraba en el salón de la cueva con los señores de los elementos. ¿Y qué hago aquí?, se preguntó a sí misma.

  • Estás aquí porque te mandamos a traer  -- le contestó LUGH

Un momento, se dijo, normalmente es NJÖRD o AEGIR, quienes contestan a lo que estoy pensando.

  • No es tu cuerpo físico lo que está aquí, sino tu energía, tu consciencia  --  dijo FJÖRGYN 

Sam miró a todos lados y luego a sí misma. Lo que vio de su cuerpo parecía una sustancia de consistencia indefinida como una especie de destello de luz. Una vez que pasó la sorpresa, volvió a hablar.

  • ¿Por qué?  --  preguntó
  • Desde que comenzaste tu entrenamiento, nos dimos cuenta que tus sentimientos son lo único que te hace débil   --  dijo LUGH
  • ¿Quieres decir que tener sentimientos es malo?  --  preguntó indignada
  • Por supuesto que no  --  contestó AEGIR  --  los sentimientos son una de las características propias del ser humano.
  • Sin ellos, su existencia sería indistinguible de la de los demás seres vivos que existen en tu dimensión  -- dijo FJÖRGYN
  • El problema no es que los tengas, el problema es que no tengas dominio sobre ellos  --  agregó LUGH
  • Es de suma importancia que tu psiquis, domine todo lo demás  -- acotó NJÖRD.
  • Para ustedes es fácil  -- dijo Sam molesta  --  ya que no tienen ese problema.
  • Tienes razón  -- acordó LUGH  -- los sentimientos y las emociones pertenecen al plano de la energía pura, como ya te lo dijimos en otra ocasión.
  • Es por eso que hemos decidido que es momento de que alguien más complete tu preparación  --  dijo NJÖRD
  • ¿Alguien más?  -- preguntó
  • Así es – dijo AEGIR señalando a alguien que se acercaba, y era literalmente alguien

De todos los seres que había conocido en esta dimensión, éste era el único, que podía decir que tenía el mismo aspecto de un ser humano, solo que su cuerpo se veía igual que el suyo en este momento.

  • Un elemental del Éter -- introdujo AEGIR

Cuando el elemental estuvo lo bastante cerca, le hizo una reverencia y le sonrió.

  • Saludos, Heredera de Myrddhin  -- dijo  -- Puedes llamarme Vali, y será para mí un honor servirte. Veo que mi aspecto te causa desconcierto. Los elementales de Éter podemos adoptar cualquier aspecto a voluntad. Este me pareció el más apropiado para tratar contigo.

Sam tuvo consciencia de dos cosas: la primera, que sentía mucha vergüenza por haber demostrado tan abiertamente su sorpresa sin tener en cuenta que podía parecer grosera, y la segunda, que aquel elemental le recordaba dolorosamente a su esposo. Era alto, de cabellos oscuros, ojos claros, que fácilmente podía imaginar azules, y una sonrisa encantadora.

  • No tienes por qué sentirte mal, era lógico que sintieras curiosidad. Y si quieres puedo cambiar mi apariencia si eso te hace sentir incómoda.
  • No  -- se apresuró a decir Sam  -- está bien, es solo que me recuerdas a alguien.
  • Lo sé, es por eso que si quieres puedo cambiar -- dijo Vali
  • De verdad no es necesario, lamento haberlo mencionado.




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