Cuando Mikael O’Neill había abandonado la casa de los Lery, su destino fue el bosque de Erin. WREEDHEID le había dicho que lo esperaba para el solsticio de invierno, de modo que como faltaban muy pocos días para eso, decidió que aquel sería el mejor lugar para desaparecer. El problema estaba en que no quería toparse con Alseides, así que deambuló por el bosque durante los días faltantes hasta que llegó la hora de presentarse ante WREEDHEID. Apenas entró, el piso empezó a vibrar y la voz de WREEDHEID se dejó escuchar.
Le dio las instrucciones de todo cuanto debía hacer para liberarlo. Primero debía dibujar en el centro del salón una estrella de cinco puntas con la palabra APERTUM en el centro. En esto Mikael encontró un ligero inconveniente y así se lo hizo saber a WREEDHEID.
Más tranquilo con esa información, continuó escuchando las indicaciones. No era en lo absoluto complicado, lo principal ya había sido hecho, que era conseguir la piedra. De modo que hizo lo que le había indicado. Después de dibujar la estrella y la palabra, solo tuvo que esperar la hora indicada. Una vez que WREEDHEID se lo ordenó, se paró en el centro de la estrella, apuntó las palmas de sus manos hacia un punto específico del suelo, y pronunció el conjuro.
A pesar de la violenta vibración de la tierra Mikael permanecía anclado en su sitio. El piso del salón comenzó a resquebrajarse hasta que finalmente dejó ver una abertura profunda, de la que poco a poco empezó a ascender una figura.
No es que Mikael tuviera una idea preconcebida de lo que iba a ver, pero ciertamente no se esperaba lo que vio. Del suelo había surgido la figura de un hombre sin lugar a dudas, y éste guardaba mucha similitud con cualquier arzhvael, salvo quizá que les doblaba la estatura. Estaba trajeado de negro, y con una capucha que cubría su cabeza. El hombre avanzó, y mientras lo hacía, la abertura del piso se iba cerrando. Mikael observó que, en lugar de caminar, parecía deslizarse. Cuando estuvo a una menor distancia, se fijó que no se había equivocado en cuanto a la estatura, ya que era bastante más alto que cualquier individuo al que hubiese conocido, todos los de su raza incluidos. En el momento que llegó hasta él, se detuvo, bajó la capucha y Mikael tuvo la desagradable sensación de estar viendo a un fantasma. Su consistencia parecía etérea y era de un desagradable color gris muy oscuro, casi negro. No se distinguía con precisión una boca, aunque supuso que debía tenerla, y los ojos, aunque brillaban, eran casi del mismo tono de todo lo demás.
Mikael sonrió con arrogante satisfacción, y pensó que no había sido tan difícil después de todo.
Pero apenas terminó la frase, salió despedido varios metros más allá.
Mikael se lo pensó mejor, y pidió disculpas.
Recitó todo aquello con su voz fría, y ciertamente no había nada que indicara que quisiera a ninguno de ellos.
Por la forma en que WREEDHEID se giró violentamente y lo miró, se dio cuenta del posible error que acababa de cometer.
Trató de ordenarlos y llegó a la lógica conclusión primero, de que, si WREEDHEID lo estaba diciendo, entonces debía ser cierto, y eso explicaba por qué aquella condenada mujerzuela era tan poderosa ¿Pero por qué ella precisamente? Se preguntó.
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Editado: 29.01.2023