Arzhvael (libro 7. La Argolla Mágica)

Cap. 14 La Hermandad

 

Cuando Frieg Lery salió de Fangelsi, se encontró con dos problemas. Su casa estaba en condiciones deplorables y tendrían que invertir mucho tiempo, dinero y esfuerzo en devolverle su anterior aspecto. El otro gran problema que lo esperaba era Evelyn, a quien había dejado embarazada antes de su reclusión y había dado a luz un chico. Después de poner en orden sus asuntos financieros, la buscó. Conocer a su hijo no despertó ningún sentimiento especial en él, ya que obviamente no había desarrollado ninguna clase de instinto paternal y suponía que el no haber vivido el embarazo lo había privado de aquel sentimiento. Sin embargo, quiso hacerse cargo de los gastos y necesidades del niño, y por supuesto quería intentar tener una relación con él, quería conocerlo. Pero Evelyn no estaba dispuesta a perdonar tan fácilmente y su condición para que Frieg tuviera accesol  a su hijo fue ematrimonio.

Frieg se vio en un dilema, o se lo quitaba por la fuerza, y eso podría traerle muchos problemas sobre todo teniendo en cuenta su reciente salida de la prisión, o tendría que casarse con aquella insulsa mujer. Finalmente se decidió por lo último, Evelyn tendría su apellido, pero nada más. Se casaron prácticamente en silencio, vivieron un tiempo en la casa de campo de los Lery y cuando la otra estuvo lista, se trasladaron a ella. No hacían vida de pareja, no la llevaba con él a reuniones sociales, ni a ningún sitio. Frieg seguía haciendo su vida de soltero como si la madre de su hijo no fuera otra cosa que un accesorio de la casa.

Para su sorpresa, logró establecer una buena relación con Eved en poco tiempo, el niño era educado y tranquilo, lo único que le preocupaba a Frieg era que no parecía tener los sentimientos adecuados en cuanto a la importancia de la posición que ocupaban y de mantener la raza Nemhain limpia. De modo que se dedicó a inculcar en su hijo el orgullo de ser un Nemhaim. Otra cosa que procuró dejar muy en claro, fue que un Lery siempre odiaría a los Douglas, Cornwall, Natchzhrer y McKenzie. Todo esto fue hábilmente reforzado cuando su abuelo salió de Fangelsi.

Kristof Lery pensaba que su hijo no había hecho un buen trabajo con el chico, ya que parecía no interesarse mucho en la importancia de su apellido y de su raza, de modo que se dedicó con ahínco a esa tarea. A Eved por su parte le fastidiaban mucho aquellas interminables charlas acerca de lo antigua que era su familia, o de la importancia de la sangre que corría por sus venas. Se preguntaba en silencio, para no enfadar a sus mayores, qué o a quién podían interesarle esas tonterías. Que él supiera, todo el mundo tenía la sangre del mismo color. Finalmente había aceptado todo lo que le habían dicho, pero seguía pensando que era una tontería. Lo que sí le interesaba mucho, era saber que tenían mucho dinero, para él eso representaba comodidad y poder. Y por supuesto, hizo suya la causa del odio heredado, ya que su madre había abonado ese terreno.

 

Los Dale tenían su residencia en las afueras de Kelten. Athelstane Dale, padre de Angus Dale, era a su vez hijo de Aramintha Wolf, casada con Brian Dale. Los Dale habían emigrado a Alemania hacía muchísimos años. Brian Dale contrajo nupcias con la pequeña de los Wolf, y cuando los hermanos de ésta regresaron a Kelten, ellos tomaron la decisión de seguirlos. No llegaron a formar parte de las filas de Nurión, pero si dejaron muy claras sus simpatías. Después de la caída de éste, ellos siguieron formando parte de un reducido grupo de Nemhains que sustentaba las ideas de éste. Por lo tanto Angus Dale había crecido con los ideales retorcidos impuestos por Nurión y el odio más profundo hacia los Douglas y su entorno, principales responsables de acabar con las posibilidades de formar una sociedad donde los Nemhains ostentaran todo el poder.

 

Frieg Lery y Athelstane Dale habían unido fuerzas e ideales para reunir a todos los ex seguidores de Nurión que estaban desperdigados, en un nuevo grupo bajo la denominación de, Hermandad de Caballeros de Valborgsaften. Aunque no tenían oficialmente un líder, Lery y Dale trabajaban estrechamente con un individuo de nombre Elian Devlin, que ningún otro miembro del grupo conocía ni había visto nunca.

Utilizaban para las reuniones la casa de campo de los Lery. Era un lugar seguro, apartado y poseía un sótano muy a propósito para ciertas prácticas que era mejor mantener lo más fuera del alcance posible de cualquier interrupción.

La última noche de enero se encontraban estos tres personajes reunidos en la mencionada casa. Como ya era costumbre, entraron y pasaron por el salón principal, excesivamente recargado de adornos para una casa de campo, Lery abrió una puerta al fondo del salón que permanecía oculta tras un gran tapiz de Circe, ésta daba acceso a un pasillo estrecho que terminaba en unas escaleras de caracol. Después de un buen trecho de escaleras, se llegaba a una habitación tan grande que podría albergar tranquilamente unas doscientas personas con comodidad.  Tenía forma circular, las paredes eran de piedra tosca, como si aquel salón hubiera sido excavado directamente en la roca, y estaba iluminado por varias antorchas distribuidas por todo el lugar.  En el centro, había una especie de mesa de piedra que parecía de construcción reciente, y por sus costados se podían apreciar caracteres rúnicos. Los tres hombres caminaron hacia otra mesa que se encontraba en el lado derecho del salón. Todo el camino hasta allí, lo habían hecho en silencio.  Se sentaron alrededor de la mesa, donde aparecieron tres vasos y una botella.

  • Y bien ¿Qué noticias me tienen?  -- preguntó Devlin
  • El número de miembros se ha incrementado notablemente en los últimos meses – informó Lery.
  • Las que no están muy contentas son las mujeres por el asunto del nombre  --  dijo Dale
  • Eso carece de importancia mientras cumplan con su obligación  --  dijo Devlin  --  El otro asunto que nos concierne. ¿Está listo todo en el colegio?
  • Sí, eso está listo  --  dijo Lery
  • Bien, entonces seguiremos en contacto  -- concluyó Devlin.




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