Arzhvael (libro 8. Razas)

Cap. 25 Natchzhrer

 

Gwier y Elerig Llyn al igual que la mayoría de los elfos, gustaban poco de abandonar su ciudadela, pero siendo que amaban a su hija y a sus nietas, al menos en aquella fecha siempre asistían a la reunión del cumpleaños de las gemelas.

Enid tenía seis hermanos y cuatro de éstos tenían a su vez hijos, de modo que las gemelas no habrían sido una novedad de no ser por dos cosas. La primera, que realmente los Llyn amaban profundamente a su hija entre otras cosas porque era la menor y la única hembra, y la segunda, porque por algún motivo Gwier Llyn había perdido su sabia cabeza por aquel par de terremotos.

Las gemelas Haider eran unas hermosas criaturas, pero su conducta era decididamente criminal, algo por lo que Armel solía sentirse enfermo con frecuencia y sumamente apenado con sus suegros cada vez que las niñas hacían una de las suyas en presencia de éstos; Elerig no era que estuviese muy contenta, ya que tenía la peregrina idea de que sus nietas debían haberse parecido a sus pacíficos progenitores, pero nunca se quejaba por mucho que las niñas estuviesen a punto de derribar el mundo, mientras que Enid y su padre parecían divertirse mucho con la conducta caótica de las gemelas.

Aquel cumpleaños había iniciado muy mal para el pobre Armel y no exactamente por causa de las niñas en primera instancia, sino por la de Enid que al parecer había decidido comportarse más o menos igual que sus hijas.

  • ¿Enid, qué sucedió con los trajes que les envié?  --  preguntó Elerig
  • Armel decidió comprarle otras ropas para la ocasión, madre  --  dijo Enid con la mayor tranquilidad

Armel casi se atragantó con lo que estaba tomando y miró a su mujer con algo cercano al horror, pero éste fue rápidamente sustituido por la vergüenza al sentir los ojos de Elerig sobre él. Sin embargo, los Llyn eran elfos de Endielin y por tanto la diplomacia en su máxima expresión, de manera que Elerig desvió rápidamente la mirada, y antes de que Armel pudiese pensar ni siquiera en algo medianamente razonable qué decir, escucharon a las niñas.

  • Abuela, nos encanta que nos envíes cosas  --  dijo Anielka  --  pero la próxima vez preferiríamos que nos mandases unos bonitos arcos  --  agregó Armelí  --  porque éstos serían mucho más útiles y la verdad es que tienes un gusto horroroso en ropa  --  concluyó Anielka

Ese día Armel estuvo seguro que su corazón estaba en inmejorables condiciones, porque por un momento estuvo igualmente seguro que dejaría de funcionar por efectos de la enorme vergüenza que estaba experimentando, una que no había sentido en toda su vida. No obstante, aquel par de muchachitas no había concluido.

  • Además, abuela, quién podría correr…  --  comenzó Armelí
  • …subirse a una Glide… --  continuó Anielka
  • …o a un árbol con esos trapos  --  finalizó Armelí

Elerig se había limitado a elevar las cejas en forma exagerada mientras que después del primer momento Gwier soltó una carcajada que fue coreada por Enid, en tanto que Armel estaba deseando con todas sus fuerzas que la tierra se abriese y se lo tragara, pero no antes de sacudir a los que consideraba los responsables de la conducta de sus hijas y que en ese momento hacían acto de presencia al lado de las mismas.

  • ¿Se van a pasar todo el rato aquí, o van a venir a donde deben estar?  --  preguntó Ian ignorando la mirada asesina de Armel
  • ¡Douglas!  --  exclamó el Arzhaelí que no sabiendo nunca quién era quién, los llamaba por su apellido en forma indistinta, de modo que ambos chicos clavaron sus azules ojos en él  --  Las niñas están saludando a sus abuelos
  • Vamos tío, nadie se demora tanto para decir hola  --  dicho esto Ian sujetó a Armelí por una mano  --  Vamos, nos están esperando para comenzar la carrera

A diferencia de su marido, Enid sabía que quien había estado hablando era Ian, porque Ethan rara vez perdía el tiempo con palabras, algo que había quedado demostrado en innumerables oportunidades como aquella en la que ya le llevaba ventaja a su hermano, porque fiel a la costumbre antes mencionada, mientras Ian hablaba, él había sujetado a Anielka y ya se habían alejado en dirección a la puerta del jardín.

  • ¡Douglas!  --  volvió a exclamar Armel, pero Ian no le prestó atención y su hija mucho menos
  • Déjalos Armel  --  le dijo Gwier  --  son niños y es natural que quieran divertirse

Sin embargo, Armel se disculpó a toda prisa y fue tras ellos, porque aparte de no confiar para nada en aquellas amenazas, no había olvidado cómo había terminado para Armelí la última aventura sobre una Glide.

Entre tanto en el jardín, Brendan, Elijah y Michel conversaban con Iván, algo que había querido hacer Brendan desde que volvieron a casa, pero siempre por un motivo u otro no podía hacerlo, y aunque uno de los motivos se encontraba en ese momento, colgada del brazo de Brendan y con expresión de disgusto, eso no detuvo al chico. La conversación versaba sobre lo dicho por el profesor Haines en una de sus últimas clases acerca de que su apellido era sinónimo de nobleza.

  • ¿Tío, es cierto que hay una nobleza dentro de la raza vampírica?  --  estaba preguntando Brendan e Iván frunció levemente el entrecejo
  • Así es, Brendan ¿Por qué? 




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