Arzhvael (libro 8. Razas)

Cap. 28 Horas difíciles

 

Iván se había quedado junto con Giulian en el salón intentando hacerlo entrar en razón, ya que él seguía sosteniendo que no había necesidad de mortificar a Elijah contándole la historia de su concepción.

  • Tiene derecho a saberlo, Giulian
  • Tal vez  --  reconoció él  --  ¿Pero por qué ahora? Está pequeño aun

A pesar de que Elijah se había especializado en hacerle la vida miserable a Giulian en muchos aspectos, ya que el niño parecía encontrar divertido no solo gastarle las más horrorosas bromas, sino que encima se inmiscuía cada vez que por cualquier razón él y Sam discutían, e independientemente de que Giulian tuviese razón o no, Elijah se las arreglaba para fastidiarlo a él, Giulian en verdad quería al niño y lo habría defendido a sangre y fuego como a cualquiera de sus hijos. Sin embargo, no pudieron seguir discutiendo, porque vieron pasar a los dos lobos como si de dos rayos se tratase y salir por el portal que daba al jardín.

  • ¡Sam!  --  exclamó Gulian

Ambos se desmaterializaron a toda velocidad materializándose unos segundos después en el pasillo y casi chocan con Samantha que en ese momento abandonaba la habitación de Elijah.

  • Princesa  --  la detuvo Giulian sujetándola
  • ¿Qué sucedió, linda?  --  preguntó Iván casi al mismo tiempo

No obstante, los ojos llorosos de Sam hicieron que el muy volátil carácter de Giulian comenzase a emerger, pero afortunadamente Iván estaba allí y evitó que comenzara a vociferar incoherencias en contra de Mael. Después que Sam les refirió la conversación, Giulian seguía furioso, pero siendo que Iván tenía bien sujeta su mente, el Arzhaelí no dijo ninguna inconveniencia.

  • No te preocupes linda, Mael se hará cargo y lo traerá de vuelta antes de lo que piensas --  la tranquilizó Iván

Sin embargo, eso no sería del todo cierto, porque pasarían varias horas antes de que supiesen nada de ellos.

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Mael había salido junto con Elijah y había decidido dejarlo efectuar aquella loca carrera sin rumbo con el fin de que drenase un poco la ira y el dolor que estaba experimentando. Él a diferencia del niño, tenía perfecto control sobre sus dos naturalezas, razón por la cual mientras lo seguía, iba pensando en lo mejor por hacer una vez que el chico se detuviese. Mael tenía claro que lo que acababan de decirle tenía que ser algo sumamente difícil de asimilar, porque Elijah aun era un niño y en ocasiones la inteligencia y los conocimientos no garantizan un discernimiento eficaz.

La carrera de Elijah disminuyó en velocidad y un poco más tarde se detuvo echándose al borde de un arroyo. Mael decidió transformarse, se vistió con corrección y agudizó sus sentidos, ya que hacía mucho que habían salido de la propiedad y estaban en un lugar desconocido por lo que también convocó su Athame y su Gwialen. No habían pasado más que unos segundos cuando una Ninfa hizo su aparición desplegando todos sus encantos, pues ellas no estaban en capacidad de determinar que él era una criatura no susceptible a los mismos. No obstante, de forma inesperada Elijah recuperó su aspecto humano y la miró mal.

  • Fuera de aquí  -- le dijo
  • Mi señor…
  • ¡He dicho que te vayas!  --  le gritó Elijah

Aquello era de por sí insólito, ya que Elijah era una de las personas más suaves y educadas que podía existir, y aunque la Ninfa no tenía intenciones de desobedecer a alguien a quien tenía claro le debía obediencia, como no se movió lo suficientemente rápido tanto ella como Mael vieron con sorpresa como las aguas del pacífico arroyo se revolvían y comenzaban a agitarse de forma furiosa, y no conforme con ello, tres violentos rayos se estrellaron de manera ruidosa al lado de la desventurada Ninfa.

  • ¡Fuera!  --  repitió Elijah y en esta ocasión la Ninfa obedeció con rapidez perdiéndose en las aguas

Mael había asistido a todo este inesperado despliegue con expresión asombrada, porque si bien estaba lógicamente al tanto de la filiación de su hijo con el agua, no esperaba una reacción como aquella y menos aún que tuviese ninguna clase de poder para convocar la electricidad de la atmósfera. Sin embargo, en ese momento las palabras de Þrúðr con relación a Elijah invadieron su mente: … tendrás dominio sobre la luz, la oscuridad, las tormentas y las batallas. Aquello explicaba que Elijah hubiese hecho lo que acababa de hacer, pero planteaba otro asunto y era que sin duda necesitaría un entrenamiento que dudaba mucho que alguno de los instructores de Arx estuviese en capacidad de darle. No obstante, dejó eso para después y se acercó a su hijo.

  • Elijah  --  probó y como el chico no dijo nada decidió proseguir  --  Entiendo cómo te sientes, hijo pero…
  • ¿De veras?  --  lo interrumpió él  --  ¿Acaso eres producto de un experimento? ¿Acaso tus padres no te esperaban? ¿Acaso no te querían?
  • No, pero…
  • ¡Entonces no entiendes una maldita cosa!  --  exclamó poniéndose de pie

Mael cerró los ojos por un breve lapso de tiempo preguntándose qué hacer a continuación. Desde un inicio la crianza de Elijah no había sido fácil, la inteligencia del niño, su percepción y su modo de expresarse siempre le había resultado casi incómoda, ya que lo hacía sentir inferior y no apto para criarlo, pero del mismo modo que se había esforzado antes, tenía que hacerlo ahora. Se volvió, levantó su Athame con intención de vestirlo, pero el chico soltó una carcajada carente de alegría.

  • ¿Para qué te molestas? No solo soy una especie de… abominación, sino que soy un salvaje ¿no? Nadie tiene por qué quererme y a nadie tiene que importarle cómo esté, así que déjame en paz




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