Cap. 2 Einödriegel
Cuando Nathaniel recuperó el conocimiento, registró varias cosas con rapidez, la primera que no estaba en Dvelieng Folk; la segunda que sentía una molestia enorme en sus muñecas como si se estuviese quemando; y la tercera, que no estaba solo, así que abrió los ojos con cautela.
- Bienvenido -- dijo una voz conocida
- ¡Iker! -- exclamó
- No sé si es juicioso que grites
- ¿Qué…, es decir…?
- Ya sé lo que quieres decir, nos atacaron y por algún motivo nos tienen encerrados en este cómodo lugar
- ¡Maldición Iker!
- Cuida tu vocabulario, primo, tenemos compañía… femenina
Nathaniel intentó incorporarse para ampliar su visión, pero se le hacía muy difícil y el ardor en sus muñecas aumentó cuando intentó moverse.
- Iker…
- Me gustaría ayudarte, pero no tengo mis canalizadores y no puedo hacer nada en este lugar
Nat vio que, si bien él no podía moverse su primo sí, pues estaba arrodillado a su lado y un momento después un rostro desconocido apareció al otro lado.
- Creo que esos grilletes fueron cubiertos con alguna sustancia de espino y es por eso que te están haciendo daño -- dijo la chica
- ¿Y tú…?
- Te presento a su alteza real, Erskin Galen -- dijo Iker y Erskin lo miró mal -- Tendrá que disculparlo majestad, pero en las presentes circunstancias no puede…
- Cierra la boca, McKenzie -- lo interrumpió ella -- me pregunto por qué razón no decidieron dormirte a ti, pues tu conversación dista mucho de ser agradable
Nat pensó que, si bien era cierto que Iker no se distinguía por su simpatía, aquella chica debía sentirse agradecida de que al menos le hubiese hablado.
- Tal vez porque soy menos peligroso que este sujeto -- dijo Iker
- ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? -- preguntó Nat antes de que la chica se enfrascase en una discusión completamente estéril, porque Iker no hablaba mucho, pero cuando lo hacía podía ser tan exasperante como Jonathan
- No lo sabemos, yo desperté hace alrededor de una o dos horas -- dijo Erskin
- ¿Y tú? -- le preguntó a Iker
- Más o menos el doble, pero antes de eso no sé cuánto tiempo llevábamos aquí
Por ese camino llevaban como mínimo unas tres o cuatro horas allí, pensó Nathaniel, de manera que sus parientes debían estar muy preocupados, porque a esas alturas ya tenían que haberles notificado su desaparición.
Iker y Erskin lo ayudaron a adoptar una posición más cómoda, pero los grilletes seguían haciéndole mucho daño en cualquier postura, aun así, él intentó controlar el dolor y agradeció que por lo menos no le hubiesen clavado una flecha con el condenado espino, porque su padre le había explicado claramente lo que aquello podía ocasionarle. No obstante, y a pesar de que realmente aquellas cosas parecían quemarle la piel, no era exactamente el dolor que Iván le había descrito y se preguntó si sería porque él no era un vampiro puro.
- ¿Han visto a alguien desde que estamos aquí? -- preguntó y Erskin negó
- Nadie ha venido a darnos la bienvenida, pero de lo que tengo pocas dudas es…
- Shhhh -- lo silenció Nat -- alguien se acerca
Aunque Iker y Erskin no escucharon nada, al menos Iker no dudaba que así fuese y efectivamente unos minutos después escucharon que la puerta se abría. Iker se puso de pie a toda prisa colocando a Erskin a su espalda.
- Muy caballeroso, pero eso no te va a servir de nada fattyú [1] -- dijo el recién llegado y Nathaniel lo miró con odio, ya que había entendido el insulto
- Siendo que aquí todos conocemos a nuestros padres, estoy seguro que eso se aplica más ti que a cualquiera de nosotros -- le dijo con ira
- Fenség -- dijo el hombre haciendo una ligera inclinación, algo que fastidió más aún al chico, pero ya el sujeto estaba hablando antes de que él pudiese decir nada -- Me disculpo por esto -- dijo señalando los grilletes -- pero entenderá que era una precaución necesaria
- Lo único que entiendo, es que eres un cobarde -- dijo él y el hombre sonrió, aunque los chicos no entendían qué era lo gracioso -- y si no tienes nada útil qué decir, entonces lárgate -- agregó Nat
Erskin era una chica valiente, pero en ese momento sintió verdadero temor y pensó que, así como Iker era antipático, Nathaniel estaba decididamente loco, porque si para ella era obvio que aquel individuo era un vampiro, para Nathaniel tenía que serlo mucho más, pero parecía decidido a molestarlo y eso no podía ser bueno. Sin embargo, el vampiro no había dejado de sonreír, algo que en realidad no parecía una expresión de alegría y sí algo bastante aterrador.
- Notable el parecido -- dijo mientras se colocaba unos guantes -- le pido por favor que no intente ninguna insensatez una vez que le retire los grilletes
- Eso va a depender de lo que tú consideres una insensatez -- replicó Nat
- Digamos que intentar atacarme podría serlo, porque eso me obligará a matar a alguno de esos -- aclaró señalando a Erskin y a Iker -- ¿Puedo confiar en que no me dará problemas?