Arzhvael (libro 9. Alianzas)

Cap. 9 Enfados

 

Para fortuna de todos, el cumpleaños transcurrió sin daños que lamentar, pero a partir de ese día Atenea procuraría con ahínco permanecer lo más lejos posible de Darien. Lo mismo haría Galadriel con Brendan, pero a diferencia de Darien que sabía perfectamente las razones que tenía Atenea, Brendan ignoraba las de Galadriel y eso lo tenía desesperado. En varias oportunidades intentó disculparse con ella y cuando por fin lo hizo, la niña le había contestado con extrema frialdad que no tenía nada que disculparle. Aquello por supuesto lejos de resolver la situación, lo que hizo fue agravarla. Aquellas habían sido las peores vacaciones de su vida, sus primos seguían sin aparecer, su tío Iván seguía sin despertar, Galadriel prácticamente no le hablaba y él se sentía cada vez peor. Y para rematar todo el asunto, el día de navidad, una absurda idea que había estado formándose en su cabeza, tomó visos de ser perfectamente posible. Así como Darien se había hecho el propósito de averiguar quién era el hipotético individuo que ocupaba los pensamientos de su hermana, él se había jurado sacarlo del camino de ella costara lo que costara, pero a diferencia de su hermano que parecía haber pospuesto el asunto hasta regresar a la escuela que era donde suponía hallaría al culpable, él seguía obsesionado con lo mismo y no dejaba de estudiar a su hermanita atentamente todo el tiempo. Fue de este modo como notó la especial atención que ponía Patrick – el hijo de Jason –  en todo lo relacionado con ella. Al principio fue una idea difusa que fue tomando forma al transcurrir los días, y que esa mañana lo consideraba ya un hecho. Cuando se disponía a salir de su habitación para llevarles sus regalos a las niñas, escuchó voces en el pasillo y al darse cuenta de quiénes se trataba no salió, pero dejó la puerta entreabierta para ver, ya que podía escuchar perfectamente.

  •  Feliz navidad, Galadriel  --  dijo el chico dándole un pequeño cofre
  • Gracias Patrick  --  le respondió ella sonriéndole
  • ¿Te puedo dar un abrazo?  --  preguntó
  • Claro tonto 

Brendan se tensó al escuchar aquello. Trató de reprenderse diciendo que no tenía nada de malo, pues Patrick era casi como otro miembro de la familia

  • Te quiero mucho  --  lo escuchó decir  --  Lo sabes ¿no?
  • Claro que sí  --  la escuchó responder  --  yo también te quiero mucho, gruñón

Aquel apelativo se lo había ganado Patrick porque exhibía el mismo carácter ácido de su padre y su abuelo, pero todos sabían que era tan buena persona como sus parientes.

Fue audible para Brendan como alguien daba un beso, más no supo quién se lo dio a quién, así que no aguantó más y decidió salir.

  • Buenos días  --  los interrumpió mientras seguían abrazados  --  ¿Me permites un momento con mi hermana?  --  preguntó con una sequedad inusual en él

Patrick se hizo a un lado y se disponía a retirarse, pero Galadriel lo sujetó por un brazo, de modo que se quedó en su lugar.

  • Feliz navidad, princesita  --  le dijo Brendan extendiéndole un estuche de terciopelo y abrazándola

Inmediatamente sintió que la niña se tensaba y le dolió indeciblemente que no correspondiera a su abrazo y el frío gracias con el que le contestó. Se separó de él apresuradamente y caminó hacia las escaleras, tomada de la mano de Patrick. Brendan pensó sombríamente que si era Patrick el enamorado de Gali, las cosas iban a ponerse muy difíciles por donde quiera que se mirasen.

**********************************

Giulian estaba impaciente porque las niñas bajaran, había esperado inútilmente verlas aparecer en su habitación esa mañana, cosa que desde luego no ocurrió y Sam se empeñaba en martirizarlo. Cuando habían ido a comprar los regalos de las trillizas, su mujer se había empeñado en que ya no podía comprarles muñecas, porque ya no eran unas niñas. En un principio le pareció absurdo, pero luego tuvo que reconocer que en ningún momento desde que habían vuelto de la escuela había visto las muñecas de las niñas tiradas en ningún lugar de la casa como era lo usual, lo que sugería que no habían salido de las estanterías. Sintió una dolorosa punzada en el corazón y pensó que tendría que rendirse ante la evidencia de que sus princesitas estaban creciendo.

  • Supongo que debo volver entonces a las joyerías ¿no?  -- había dicho con tristeza
  • Alégrate amor, tienes muy buen gusto en joyas. Soy testigo de ello.

Pero a pesar de que le sonrió, esa sonrisa no llegó a sus ojos. Pensó que las joyas más preciadas para él, eran ella y sus tres hijas, y la seguridad de que en menos tiempo de lo que estaba dispuesto a aceptar, tres de ellas le serían arrebatadas, lo llevó a sentir la apremiante necesidad de detener el tiempo y de evitar a toda costa que eso sucediera. Por primera vez en tantos años, Sam no supo cómo reaccionar al ver que los ojos de él se llenaban de lágrimas y todo lo que pudo hacer fue abrazarlo.  

Ahora se encontraba en el desayunador esperando que las niñas bajaran para felicitarlas y darles sus regalos, pero Giulian seguía sintiéndose fatal.  La primera en aparecer fue Gamariel que brincó a su cuello apenas lo vio. Esa reacción de la niña le produjo algún consuelo, al menos aún lo quería, pensó tontamente. Cuando la niña abrió el estuche y vio la esmeralda en forma de lágrima que pendía de una hermosa cadena de oro, soltó un grito de emoción y se lanzó nuevamente en los brazos de su padre dándole las gracias, lo que lo hizo sentirse mucho peor al comprobar que era cierto, que ahora se emocionaría más con joyas que con juguetes. Pero si pensó que su ánimo no podía empeorar, cambió rápidamente de opinión cuando vio a Galadriel aparecer de la mano de Patrick. Aquella situación que habría resultado inocente en otras circunstancias, desató una furia salvaje en el interior de Giulian al traer a su memoria las palabras de Darien. Aquello no podía estar sucediendo, pensó, y aunque al menos tuvo el buen juicio de disimular sus sentimientos, se propuso vigilar de ahí en adelante a aquel pequeño individuo que en cuestión de segundos había pasado de ser un sobrino más, a ser el pequeño pervertido hijo de Walker. Y, por último, ver aparecer a Gemdariel con la misma expresión de tristeza que se había hecho habitual, solo contribuyó a que el ya muy maltrecho ánimo de Giulian se hiciese polvo.




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