Cap. 23 Cosas inesperadas

Todos los presentes habían abierto los ojos con desmesura, porque había dos opciones, o bien aquella era otra de las bromas de Dreo – algo de lo que Diandra estaba bastante segura – o algo se les estaba escapando incluso a Elijah que solía estar bastante al tanto de todo.

• Dreo Samuel, si esto es…
• No madre -- la interrumpió él -- no es una broma y dejen de mirarme como si hubiese perdido el juicio, aunque en cualquier caso no es que yo haya tenido nunca mucho de eso ¿no?
• Disculpa primo -- dijo Erik -- ¿Pero por qué habrías de querer casarte con una chica con la que te peleas un día sí y otro también?
• Pues por eso mismo -- contestó él como si fuese la cosa más natural del mundo
• De acuerdo, estás oficialmente loco, hermano -- sentenció Alexander

Danny era quizá el más sorprendido de todos, pues recordó que un par de años atrás había tenido que amenazar a su hijo con encerrarlo en uno de los calabozos de Arx debido a que el angelito había jurado en todos los tonos que si volvía a ver a Eve iba a quitarle la cabeza, de manera que no había forma de que él entendiese, o de que lo que acababa de decir Dreo encontrase una imagen correspondiente en su cabeza, y como si había algo que Danny le había heredado a su vástago era lo directo, sus pensamientos salieron disparados sin filtrar.

• Dreo, hasta donde puedo recordar, te has pasado la vida queriendo suprimir la de Eve
• ¡Danny! -- exclamaron Amy, Aderyn y Sam
• Sí, pero a pesar de que tiene un carácter horroroso y en realidad estoy bastante seguro de que quiere matarme, sigue siendo la chica con la que voy a casarme -- insistió él

A pesar de que la situación no era la mejor, al menos siete de los presentes tuvieron unas ganas locas de reír, pues recordaron en forma muy vívida el día que Danny hizo una declaración muy parecida a los McKenzie, aunque el directamente involucrado parecía haberlo olvidado.

• Veamos Dreo…
• Deja de dar la lata padre, al menos no puedes decir que me estoy saliendo de la línea de comportamiento familiar, pues tanto tú como Dan se casaron con criaturas que viven amenazándolos con apalearlos y eventualmente lo hacen
• ¡Dreo Samuel! -- exclamaron las dos criaturas en cuestión mientras que Dan, Giulian y Gail tuvieron que hacer un verdadero esfuerzo por conservar la compostura

En ese momento Vladimir se quejó y todos corrieron hacia él, siendo Dreo el primero en llegar pues estaba solo a unos pasos al lado de la cama de Eve.

• Te… tardaste -- murmuró Vladimir
• ¿Cómo te sientes?
• Fatal, pero…  -- en ese momento un hilo de sangre comenzó a salir de su nariz y Aderyn hizo ademán de limpiárselo, pero Vladi le apartó la mano -- tú no… estarás mucho mejor… en breve
• Tranquilo, hermano -- dijo Dreo colocando una mano sobre su frente pensando que tenía fiebre -- pronto vas a…
• Eve real… mente va a… matarte

Dicho esto, volvió a caer en la inconciencia, pero a todos les quedaron claras dos cosas: la primera, que Vladimir había estado escuchando la discusión, y la segunda, que aquel otro incordio ni cuando estaba tirado en una cama podía dejar de serlo, así que Dreo rio por primera vez en varias horas.

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Poco antes de la hora de la comida, Zoran asomó la cabeza a la enfermería y le hizo señas a Atenea, así que ella se movió en aquella dirección.

• ¿Dónde se supone que va usted, señorita Blackwell?  --  la detuvo la voz de Darien
• No es asunto tuyo, Cornwall
• A ver, a ver Thyna ¿Ya no habíamos superado eso?
• ¿Eso qué?
• Eso de Cornwall, pero olvida eso y dime a dónde vas
• Ya te dije que no es tu asunto
• Error, todo lo tuyo es mi asunto ¿O es que tengo que recordarte una vez más que tú eres mi chica?
• ¡Cornwall!

Aunque ya todos sabían del interés del gemelo en Atenea, incluidos los adultos, Sam se preguntó por qué razón los hombres de aquella familia tenían que ser tan irritantes. Finalmente, Atenea empujó a Darien y se dirigió a la puerta, pero como él no iba a quedarse con eso intentó ir tras ella y fue detenido por Samantha.

• Darien Mael 

El chico se detuvo en seco y se giró con los ojos muy abiertos, pues Sam no los llamaba por sus dos nombres sino cuando habían hecho algo verdaderamente desastroso, y siendo que no había hecho nada, no podía estar más sorprendido

• Sea lo que sea no fui yo, madre. Tú me has estado viendo desde…
• No he dicho que hayas hecho nada

Entre tanto, Atenea había salido y se encontró no solo con Zoran sino con Eved.

• ¿Qué sucede?  -- les preguntó
• Eso queremos saber nosotros -- contestó Eved --  ¿Cómo están ellos?