Arzhvael (libro 9. Alianzas)

Cap. 48 Ioan

 

Iván había nacido siendo un vampiro, pero si bien su madre había decidido convertirse por amor o por coacción, eso carecía de importancia, pues hizo todo cuanto estuvo en sus manos para que sus hijos no llevasen la vida salvaje de los de su especie, de manera que comenzó a alimentarlos con pequeñas dosis de sangre y con alimentos propios de su raza. A medida que iban creciendo fue disminuyendo las cantidades de sangre hasta eliminarlas por completo y los niños comenzaron a crecer como chicos normales y no como vampiros. Por supuesto Evarig, la madre de Iván, les había hablado tanto de la raza vampírica a la que pertenecían como de la raza arzhvael a la que ella había pertenecido y a la que ellos tenían derecho, pero, aunque lo hizo con sumo cuidado y procurando que los niños no perdiesen el amor y el respeto por su padre, cuando Evarig murió las cosas cambiaron en forma radical.

Hasta la fecha de la muerte de Evarig, Ioan había sido un padre normal, y si Iván no hubiese estado cegado por el odio que nubló sus sentidos a raíz de haber perdido a su madre y de los hechos posteriores, tal vez lo habría recordado como un padre amoroso y sumamente consentidor, pues el pequeño príncipe podía hacer cualquier cosa y nadie estaba autorizado a cuestionarlo o a impedirlo así esto incluyese arrancarle la cabeza a cualquiera, pues todo lo que Iván hacía, para Ioan estaba bien. Evarig intentó por todos los medios que su hijo no creciese creyéndose con el derecho a disponer de la vida de todos ni con la absurda creencia de que el mundo giraba a su alrededor, algo en lo que justo es decir que consiguió con resonante éxito. El caso de Eveska era un tanto diferente, porque era una verdad indiscutible que Ioan la amaba y veía en su pequeña hija la cara de su madre, ya que Eve era el vivo retrato de Evarig; Iván también era muy parecido, pues tenía los mismos cabellos dorados y los ojos verdes de su madre, pero la sonrisa, por ejemplo, era la de Ioan, mientras que ver a Eve era ver Evarig hasta en el más mínimo de los detalles, de manera que para Ioan su hija era una extensión de la madre, y aunque la princesita nunca ostentaría el poder dentro de su raza, sí era tratada como correspondía a una princesa de sangre real.

No obstante, cuando Evarig fue asesinada las cosas cambiaron en forma radical, Ioan hizo la transición alejándose de su lado humano porque no podía soportar el dolor, así que luego de vengar de la manera más brutal la muerte de Evarig, volvió a su vida salvaje para no pensar en la que había perdido. Durante los años que había durado su matrimonio y si bien los vampiros no habían dejado de ser lo que eran, daban pocos problemas a la comunidad arzhvael, y por órdenes de Ioan se habían dedicado a hacer conversiones en distintas partes del globo terráqueo y procurando no llamar mucho la atención, por una parte, y por la otra a concentrarse en ubicar a los berserkers, aunque esto era más bien problemático, porque aquellos sujetos no eran fáciles de cazar y  la mayor parte del tiempo eran los vampiros los que terminaban cazados.

Sin embargo, aquel breve período de relativo buen comportamiento por parte de los vampiros, terminó con la muerte de Evarig, pues su señor volvió a las andadas y los cambios en su vida comenzaron con sus propios hijos. En primer lugar, se negó a volver a ver a Eveska, y aunque la niña nunca lo supo y moriría sin saberlo, esto obedecía a que Ioan no soportaba ver en ella a su madre y sabía que en cualquier momento habría cometido una locura. Por otra parte, le dio órdenes a Ruslam para que Iván fuese obligado a abandonar las costumbres de su madre y aprendiese a conducirse como el príncipe que era y el sujeto que algún día gobernaría una parte del mundo. Inicialmente sus planes no incluían a Eveska y en realidad no sabía qué hacer con ella, y mientras la mantuviesen alejada de él no parecía importarle nada más, pero si bien Ioan era un estratega excepcional, Ruslam poseía una mente política y se proyectó en el futuro decidiendo que Eveska podía constituirse en una pieza importante en esa área, ya que era una Natchzhrer y serviría para establecer cualquier alianza futura con algún miembro de las familias más problemáticas, y si por cualquier motivo el príncipe faltaba, ella podía proporcionar otro heredero igualmente apto con cualquier vampiro apropiado incluido él mismo.

A pesar de que Ioan tenía otras hijas, ninguna había sido concebida con alguna criatura apropiada y Ioan simplemente las había desechado, así que, aunque seguían siendo portadoras de la sangre Natchzhrer, los posibles herederos de las mismas jamás serían reconocidos como sucesores de Ioan, de manera que, para evitarse problemas de sucesión u horrorosos conflictos políticos, Ruslam había ido deshaciéndose de ellas y ya quedaban pocas. Así fue como Ruslam tomó la decisión de convencer a Ioan para que le concediese el permiso para hacer con Eveska lo mismo que con Iván y fue quizá el mayor error que pudo haber cometido, aunque nunca lo sabría, porque con ello le proporcionó a Iván el arma más poderosa para mantenerse firme en su decisión, pues la necesidad de proteger a su hermana pudo más que su natural instinto.

Cuando todo el asunto falló y se dieron cuenta que los niños estaban muriendo, Ioan dio órdenes de suspenderlo; fueron llevados a sus habitaciones y alimentados con aquello a lo que estaban acostumbrados, y cuando Iván recuperó el sentido y estuvo lo bastante consciente para comprender lo que se le decía, Ioan fue a hablar con él. No hubo mucho que decir, pues la cruel tortura a la que habían sido sometidos durante aquellos meses, había borrado los seis años precedentes de relación familiar y había convencido a Iván de que su padre era un monstruo que no los quería, todo lo cual le fue echado en cara a Ioan y éste reaccionó en consecuencia echándolos de su vida. Ioan le dio órdenes a Ruslam de que hiciese lo que fuera necesario para que los niños fuesen entregados a los parientes de Evarig e intento seguir con su vida.




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