Armel no había terminado de llegar a Arx cuando se le notificó lo del ataque a Garselid, y que tanto Alaric como Urs habían resultado heridos. Garlan era el único que sabía cómo llegar a Garselid, de modo que Armel, Samantha y Giulian se pusieron en marcha con él. Que los dejasen pasar fue un tanto problemático por lo que ya se ha explicado extensamente, pero Garlan era Garlan, y Giulian no era mucho mejor, así que cuando los elfos que custodiaban la entrada les dijeron que transmitirían su petición y les avisarían oportunamente, ellos comenzaron a fastidiar. Armel tenía el auténtico deseo de cortarles la lengua y dudaba que estuviesen siendo de ayuda, pero como Samantha no estaba para perder el tiempo pues quería regresar lo antes posible al lado de Iván, y aunque no le gustaba hacer aquello, apartó a los dos necios para hacerse cargo de los elfos.
Inicialmente Armel pensó que Samantha perdía su tiempo, pues aquellas eran criaturas cuya sangre los protegía de los encantos de los que ella era portadora, lo que Armel había olvidado momentáneamente, era el poder que el universo le había conferido a Sam y del cual ella hizo uso en aquel momento consiguiéndoles un boleto de entrada casi inmediato.
Samantha iba dispuesta a disculparse con Ysandar y a pedir que los elfos no fuesen castigados, pero no fue necesario, porque Ysandar al reconocerla se inclinó ante ella en señal de respeto.
Garlan y Armel conocían a la madre de su amigo, y aunque no era el caso de los Cornwall, no habría sido necesario que nadie se los aclarase, pues era la misma cara tanto de Alaric como de Meilyr, más de ésta última, naturalmente. Ysberir difería en mucho de Elerig, la madre de Enid que era extremadamente dulce y simpática, pues ésta era fría y poco comunicativa, y más parecía una figura de porcelana que un ser humano a juicio de Giulian cuyo cerebro parecía pensar en un solo sentido con relación a las chicas y ya se estaba preguntando cómo se las había arreglado Hywell Gailard para enamorar a aquella helada belleza. Samantha por su parte, aunque también notó la frialdad de Ysberir, no le prestó atención, sino que se acercó a la cama y a pesar de que ella no era Läkare, sí podía percibir con claridad la energía, así que determinó con rapidez que Alaric no estaba tan mal, algo que no le extrañó mucho sabiendo como sabía la enorme habilidad que tenían los elfos para la sanación; sin embargo, decidió prestar su colaboración, pero como dudaba que aquellas personas se aviniesen a dejarla sola con Alaric, lo hizo de manera moderada y sin llamar mucho la atención.
Después de eso fueron conducidos a ver a Urs que estaba mucho menos lastimado que Alaric, y la pareja de elfos que estaba a cargo de él les informó que en cuanto estuviese consciente podría marcharse. Como en este caso sí los dejaron solos, Samantha procedió a canalizar la energía en beneficio de Urs y casi enseguida recuperó el conocimiento.
Le explicaron brevemente lo que les habían dicho a ellos y luego de preguntarle cómo se sentía, Sam abandonó la estancia y mientras él se vestía fue conducida nuevamente ante Ysandar que había pedido verla.
Sin embargo, ella no agregó nada más y se marchó. Unos minutos después ellos también lo hicieron, aunque Alaric no lo haría hasta el día siguiente.
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Al amanecer estaban Mael y Samantha viendo a Iván que aun no había despertado, cuando llamaron a la puerta. Aunque a ambos les extrañó la hora, Mael caminó hacia la puerta en lugar de autorizar la entrada.
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Editado: 21.08.2023