Arzhvael (libro 9. Alianzas)

Cap. 61 ¿Locura?

 

Arcturus Blackwell amaba a sus hijos, pero desde que había perdido a su esposa se había sumergido en su trabajo, aunque habría sido la última cosa que habría necesitado hacer, pues el patrimonio de su familia se sustentaba en el comercio y prácticamente caminaba solo. Sin embargo, él lo había hecho para no pensar, para no sentir y para intentar olvidar el dolor de haber perdido a su esposa. No obstante, en aquel momento sintió más que nunca esa ausencia, pues era evidente que su hija ya no era una niña y había cosas que él no tenía idea de cómo tratar.

Un poco antes de que los chicos volviesen a casa, se había encontrado con Waleska, que era una vieja amiga y él se aferró a ella como a un clavo ardiendo.

 

  • ¿Waleska, podrías ayudarme con algo?  --  le preguntó
  • Pues si está a mi alcance, con mucho gusto  --  le contestó
  • Ya sé que no tienes hijos, pero eres mujer y…

En forma sucinta le explicó lo que lo preocupaba, aunque se preguntó si no sería un error, porque después de todo los Cornwall eran no solo compañeros de trabajo de Waleska, sino sus amigos, pero Waleska lo escuchó y entendió perfectamente su preocupación.

  • Arcturus, lo mejor que puedes hacer es hablar sinceramente con Atenea  --  le dijo  --  por lo que tú mismo me has dicho ella es una chica muy juiciosa, pero no estaría de más que sintiera tu interés. Por otra parte, te aseguro que en Averdeen estarán perfectamente, Samantha y Giulian son maravillosos con los niños y unos padres muy responsables. Así que yo no me preocuparía por eso  --  finalizó

De manera que recordando esa conversación y siguiendo el consejo de Waleska, decidió hablar con Atenea, así que subió y llamó a la puerta de la habitación de su hija, esperó a que ella contestara que podía pasar y así lo hizo. Atenea se sorprendió mucho de ver a su padre, pues pensaba que ya se habría marchado.

  • ¡Papá!  --  exclamó extrañada  --  ¿Sucede algo?
  • ¿Tiene que suceder algo para que venga a hablar contigo?  --  le preguntó, aunque estaba consciente de que en realidad hablaba muy poco con sus hijos
  • Bueno… no… pero…
  • Quiero hablar contigo un momento  --  le dijo sentándose en la cama  --  ven aquí.

Atenea se sentó a su lado con cierta aprehensión y Arcturus experimentó un sentimiento de profundo pesar. Así como Ares era una copia fiel y exacta de él, su hija lo era de su madre y hasta los ojos color miel con motas doradas se la recordaban, y le parecía estar mirándola a ella.

  • Hija, ya sé que no hablamos mucho, pero eso no significa que no me interese en tus cosas
  • Lo sé, papá  --  dijo ella
  • Quería hablarte acerca del joven Cornwall  --  comenzó y percibió que la chica se tensaba  --  No tengo nada en su contra  --  se apresuró a agregar  --  siempre ha tenido una conducta inmejorable en las oportunidades en las que lo he visto, pero sé que su comportamiento con las chicas es…  --  no estaba muy seguro de cómo continuar  --  bueno no es el más apropiado y temo que te haga daño.
  • ¿Por qué habría de hacérmelo?
  • Hija, he notado el interés que siente por ti y… bueno quería preguntarte… ¿Tú sientes algo por él?

Atenea evaluó la situación antes de contestar. Las escasas conversaciones que había sostenido con su padre distaban mucho de aquella. No estaba molesto y en su expresión había una clara invitación a confiar en él, así que lo hizo.

  • Sí papá  --  reconoció

Arcturus había esperado y temido esa respuesta. A partir de ahí, continuar se le hacía mucho más difícil.

  • Atenea, los chicos a su edad…
  • Papá  --  lo interrumpió ella  --  contrario a lo que puedas pensar, Darien se ha portado como un caballero, puedes estar tranquilo. Él me quiere de verdad, papá.
  • Hija…  --  tuvo la intención de advertirle que se pueden decir muchas cosas que no siempre son ciertas, pero no tuvo el valor para desilusionarla  --  voy a confiar en tu buen juicio, pero si alguna vez sientes que las cosas se complican, quiero que sepas que puedes acudir a mí ¿De acuerdo?  --  finalizó

Ciertamente Atenea no se esperaba esa reacción, de modo que, una vez superada la sorpresa, una sonrisa se dibujó en sus labios y abrazó a su padre, éste le devolvió el gesto y besó su frente. Estaba a punto de marcharse cuando un nisser apareció en la habitación, Atenea miró el sobre que traía y pensó que se trataba de la contestación de Darien, pero el nisser se dirigió a Arcturus entregándole el sobre a él que abrió el sobre, leyó, sonrió levemente y se volvió a Atenea.

  • Es de la señora Cornwall  --  dijo  --  dile a tu hermano que pueden marcharse.

La chica sonrió con alegría y volvió a abrazara a su padre. Cuando él abandonó la habitación ella salió también y se dirigió a la de Ares, pues estaba segura de que su hermano se alegraría tanto como ella y no perdería ni un solo minuto en partir.

*****************************************

La vida en Averdeen se volvería muy bulliciosa en los próximos días y todos lo sabían, de modo que cuando los Arzhaelíes regresaron para la hora del almuerzo, se encontraron con una verdadera invasión, pues en la mañana cuando se habían marchado, aun no habían llegado todos, pero ahora aquello parecía un centro de convenciones.

  • Giulian  --  dijo Kevin llamando su atención  --  ¿Cuándo empezamos con el entrenamiento?
  • ¡Por los tesoros del gran druida!  --  exclamó Amy  --  Están de vacaciones, al menos disfruten un poco.
  • ¿Y quién dice que no nos divertiremos?  --  preguntó Derian
  • Sobre todo haciendo volar por los aires a papá  --  agregó Darien
  • ¿Recuerdas aquel cumpleaños cuando lo hiciste saltar de su silla?  --  preguntó Vladimir y todos estallaron en carcajadas
  • Pero eso fue un accidente ¿no?  --  dijo Danny cuando paró de reír
  • Claro que fue un accidente  --  dijo Darien fingiendo indignación, pero todos lo conocían demasiado bien como para tragarse aquello.
  • Yo en tu lugar de ahora en adelante tendría cuidado con lo que hay alrededor, desvergonzado  --  le advirtió Giulian, y con un ligero movimiento de su mano, el contenido del vaso que estaba frente al chico saltó a su rostro.
  • Y yo en el tuyo, tendría cuidado con lo que puede caer de arriba --  dijo el gemelo con una sonrisa maligna




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.