Asalto al Corazón

Caramelo amargo

Ya en la comisaría tardaron casi dos horas en dar sus declaraciones y levantar la denuncia. Aún así Maia no se sentía cansada, aunque tampoco estaba atenta a lo que le decían, pues su mente solo podía divagar en los que había sucedido tanto con el asaltante como con Bastian. Le emocionaba que su amor platónico haya dado la cara por ella y buscara protegerla. Pero más le inquietaba las acciones del asaltante. Mientras contaba su versión de los hechos pudo notar que el hombre tuvo más de una oportunidad para matarlos, pero de alguna manera pareciera no querer hacerlo.

"¿Porque amenazarme con una navaja, si tenía un arma?...¿Porque después de todo insistía en dejarnos vivir?... ¿En verdad no quería matarnos, qué clase de asaltante se supone que es?" _ ese era el tipo de preguntas que rondaban por su cabeza sin motivo alguno.

- Quiero verlo - soltó sin más

- No creo que sea conveniente - se negó Bastian

- Tengo que hacerlo, necesito verlo detrás de las rejas y asegurarme de que no podrá hacerme daño, o sino no podré dormir - eso no era del todo verdad, pero supo fingir bien

La realidad es que tenía curiosidad por aquel hombre que tuvo la oportunidad de matarla en dos ocasiones, pero por alguna razón no lo hizo. Y ahora su acto de misericordia lo pagaba con la cárcel.

- Está bien ¿Quieres que te acompañe? - su cuñado estaba realmente preocupado

- No es necesario, solo será un momento - le sonrió para intentar calmarlo

El oficial a cargo no tardó en llevarla a la celda dónde estaba aquel hombre y al llegar la dejó sola por petición de ella. Y es que por una razón se sentía confiada de que nada malo le pasaría. Del otro lado de las rejas pudo ver a un hombre sentado en el suelo con la cabeza gacha, sus hombros y espalda se veían tensos, pero se notaba que respiraba con calma. Su cabeza estaba recargada sobre sus rodillas y cubierta por sus brazos pero al sentir la mirada de Maia no tardó en levantarla. A pesar de la poca luz que lo alcanzaba podía divisar sus ojos penetrando los de ella, como había pasado en el club.

- Soy Maia Paris - fue la primera en hablar, aunque no estaba muy segura del porque se había presentado

- ¿Quien? - el hombre estaba igual de confundido

"¿A quién se le ocurre presentarse ante su asaltante?" _ pensó hacia sus adentros.

- Maia Paris, la supermodelo, con un gran reconocimiento en toda Europa, hija menor de Scott Paris, uno de los hombres más adinerados del país, dueño de los bancos más prestigiosos de toda Francia - con cada palabra el hombre la miraba con más duda y a ella le sorprendía que él no supiera quién era ella - ¿En serio no sabes quien soy? -

- ¿Debería? - cuestiono despreocupado

Esa era la segunda vez en una sola noche que alguien no lograba reconocerla y la idea ya la estaba frustrando. Pero por alguna razón, que su asaltante personal no tuviera idea de quién era ella le molestó más que la ignorancia del hombre que intentó coquetearle en el club.

- ¡Soy una de las personas más importantes del país! - se exaspera ante su desinterés - con solo tronar mis dedos puedo hacer que te condenen a cadena perpetua, o incluso te maten ¿Es que no lo ves? -

Ante sus palabras el hombre por fin se levantó y se acercó a los barrotes, los cuales tomó con fuerza entre sus manos. Por su cercanía la luz del lugar marcó más sus facciones y ante eso Maia incluso tuvo que retroceder un poco, ya que era más alto de lo que imaginaba, incluso más que Bastian, lo que ya era mucho decir. Aunque lo que más llamó su atención fueron sus rasgos, y no porque fueran muy sobresalientes o poco comunes, en realidad era todo lo contrario. Su cabello era oscuro como el chocolate, tenía piel canela y sus ojos eran de un castaño claro como el caramelo. Le resultó gracioso el hecho que lo describiera usando dulces como ejemplo, aunque después de todo eso parecía él. Era como la miel o un dulce de leche, alguna especie de caramelo que llamaba su atención, aunque no sabía muy bien por qué.

- ¿Ya terminaste de escanearme? - su voz burlona pero incomoda la sacó de su ensoñación

"Al parecer es un caramelo amargo" _ bromeó para ella.

- ¿Cual es tu nombre? - pregunto en cambio

- Kader Le Roux - le respondió

- Kader... - él pudo sentir como ella acariciaba su nombre con sus labios - ¿Por qué lo hiciste? -

- ¿El que? - de pronto se sentía perdido de la conversación

- ¿Por qué no nos disparaste cuando tuviste la oportunidad? - por fin dejó salir su duda

- ¿En serio estas preguntando eso? - cuestiono con burla - ¿Acaso querías que te matara? -

- No, pero me pareció extraño que no lo hicieras para intentar escapar - le aclaró - si lo hubieras hecho no estarías aquí -

- Si lo hubiera hecho, ahora tendría la muerte de dos personas en mi conciencia - rectificó - tal vez sea un ladrón, pero no un asesino -

- Nadie dijo nada de matar, tal vez solo un disparo en la pierna para crear distracción o algo así - insistió

- Estoy empezando a creer que de verdad querías que te disparará - la miró escéptico

- ¿Para qué sacar un arma si no pensabas usarla? - obvio su comentario

- Supongo que me distraje - levantó los hombros para restarle importancia a su repentina confesión

A Maia le llamó la atención sus palabras, pero cuando estaba por preguntarle a qué se refería la voz del oficial la interrumpió.

- Disculpe señorita, su acompañante le pide que regrese - comentó mientras se acercaba

- En un momento voy - respondió molesta por su interrupción, aún cuando sabía que se trataba de Bastian

Al volver su mirada a su asaltante se dio cuenta de que este ya se había devuelto a su posición anterior en el suelo, esta vez sin mirarla. Le pareció indignante que no le mostrará ni un poco de interés o atención, algo a lo que ella no estaba acostumbrada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.