Asalto al Corazón

Pequeño secreto

Maia no podía creer lo que veía. Frente a ella, en una vieja cama estaba aquella que había descontrolado a su Caramelo en cuestión de segundos. Y quien ahora se convulsionaba a causa de la fiebre. Podía distinguir su cabello ligeramente rizado era de un tono que solo había visto en una persona, el mismo que ahora se encontraba al borde de la desesperación por no poder hacer nada por ella. ¿Y quién no estaría así de asustado? Si es solo una niña, no podía tener más de 7 años. Una pequeña increíblemente parecida al chico que usaba como su novio. No sólo por el cabello, también su tono de piel morena y hasta la forma de sus labios.

Sabía que no podía ser su hermana porque hacía 25 años que sus padres habían muerto y el único hermano que tuvo murió junto a su madre. Tampoco podía ser su sobrina o algo parecido, pues él no sabía nada de su familia de sangre y lo sabía porque ella así lo había decidido. Entonces solo quedaba una opción,  esa niña era su hija. Su novio falso era padre de una pequeña que se debatía entre la vida y la muerte en ese preciso momento. No podía negar que la noticia la había dejado por más conmocionada, pero también con cierta decepción que no sabía a qué se debía. Lo que no entendía es como rayos no lo supo, si lo había mandado a investigar de principio a fin. Aunque en ese momento eso ya no importaba, la niña estaba ahí, mostrándole sin saberlo que ni por todo el dinero que pagó pudo conocer a ese ladrón a quien había contratado para un fin tan egoísta. 

Ahora entendía por qué había aceptado su propuesta, cualquier padre que se digne de llamarse así sería capaz hasta de matar con tal de que una chiquilla mimada ni le hiciera daño a su pequeña hija. Esa idea la hizo sentir peor que un monstruo ¿En serio hubiera sido capaz de hacerle daño a una niña con tal de cumplir con su propósito? Esperaba nunca tener que llegar a ese extremo.

- ¡Tessa, dile a Ethan que saque el auto! - los gritos de Kader la sacaron de su trance - tenemos que llevarla al hospital -

- June y los demás se lo llevaron para un trabajo - le informo la joven

- ¡¡¿Y con el permiso de quien se lo llevaron?!! - Kader estaba perdiendo los estribos - ¡¿Es que se les olvidó que aquí el líder soy yo?! -

- ¡Sería más fácil pedirte permiso si no te la pasaras jugando a la casita con esa chiquilla con aires de grandeza! - le reclama la pelinegra

- Sabes que lo hago para protegerlos, no por gusto - escuchar eso no fue del agrado de Maia

- ¡Basta ya! - Felicie detuvo su pelea - en estos momentos eso es lo que menos importa, así que dejen de discutir y pidan un taxi -

- Yo tengo uno esperando por mí allá afuera - comentó Maia por primera vez - si quieren lo pueden tomar -

- ¿Y esta quien es? - espetó Tessa

- La chiquilla con aires de grandeza que le gusta jugar a la casita - respondió la rubia con arrogancia - y al parecer la única que puedes ayudarlos ahora -

- Primero muerta antes de recibir ayuda de alguien como tú - definitivamente no le agradaba la niña rica

- ¡Es la vida de MI HIJA la que está en juego, así que no es tu opinión la que se debe de tomar en cuenta! - le advirtió Felicíe - ¿En verdad harías eso por nosotros? -

- No veo porque no - se encogió de hombros

- ¿Y bajo qué precio? - cuestiono Kader

No es que quisiera ser grosero pero él no se tragaba ese cuento de que había ido hasta su casa solo a pagarle. Para empezar porque desde un principio él le había dejado en claro que no aceptaría ni un centavo de su parte, además que ella no era conocida por ser dadivosa. Y aunque lo fuera no quería que su familia estuviera relacionada con gente de su clase.

- Puedes dormir tranquilo que esto no pienso cobrartelo - le sonrió con cinismo - hoy desperté con ganas de hacer caridad -

- Mira muñequita... - Tessa estaba dispuesta a golpear a la rubia, pero Felicíe la volvió a detener

- Es suficiente, caridad o no aceptaremos su ayuda y punto - demandó - así que Kader lleva a Colette al taxi y Tessa trae mi bolso -

Con mayor rapidez de la que Maia se hubiera esperado ambos obedecieron las órdenes de la pelirroja y en cuestión de segundos ya se encontraban en el auto con la pequeña inconsciente.

- Al hospital - exigió Maia apenas subió

- Señorita ¿Tiene idea de cuánto le va a costar esto? - la cuestiono el chofer - primero me hace conducir durante horas por la ciudad, luego me pide que la espere en un barrio de mala muerte y ahora dice que la lleve al hospital. Y hasta ahora yo no he visto ni un centavo de su parte -

- Si dinero es lo que quiere, no hay problema - ante la vista de todos Maia se quitó el brazalete de oro con incrustaciones de zafiro y se lo entregó al chofer - esto vale más que todo el dinero que podrá ganar en un año, ahora tómelo y empiece a conducir -

Ante tal pago el chofer no dudó en hacerle caso, iniciando su camino al hospital. Es cierto que pudo haberle dado un cheque como lo hizo con Kader, pero la verdad es que ese era el único que llevaba. Ya que había salido con tanta desesperación de su casa que no saco ni su cartera, aunque eso no era ningún problema. Ya en su momento lo buscaría para entregarle el dinero, y en caso de que no lo encontrara que se quedara con el brazalete, en fin, una joya más o una menos no haría la diferencia.

O al menos eso era lo que ella pensaba, porque lo que era Kader no podía salir de su asombro al ver lo que la Cobra hizo, él que siempre la ha tenido en un concepto de ser alguien envidiosa y egoísta que no le importa nadie más qué sí misma. Y ahora de la nada entregaba algo de tal valor a un desconocido solo para ayudarlos, ¿Cual era el plan en todo eso?

 

 

 

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Dos cosas: Primero, nuestro Caramelo Amargo tiene un hija. Segundo, la Cobra de pronto se volvió buena. La pregunta es, ¡¿Qué carajos está pasando?! ¿De dónde salió esa niña?  




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