Asalto al Corazón

Tu familia y la mía

En el momento en el que Kader vio que sus amigos estaban en dificultades no dudó ni un segundo en ayudarles. De inmediato aceleró el auto lo más rápido que pudo para intentar alcanzarlos, sería una mentira decir que sabía lo que haría, porque la verdad no estaba seguro de cómo ayudarlos. Pero eso no le importaba, así tuviera que embestir a cada una de las patrullas lo haría sin dudarlo. Entonces recordó que no estaba solo, Maia venía con él y estando ella ahí era más riesgoso actuar. Sabía que lo que fuera que hiciera acabaría mal para él. Si lograba interceptar a los policías no dudaría en detenerlo por ser cómplice, incluso podría morir si llegaba a provocar un accidente. Él lo entendía, estaba consciente de las consecuencias y las aceptaba, pero por alguna razón no estaba dispuesto a que la Cobra tuviera la misma suerte. Fue por eso que no dudó en frenar el auto de manera abrupta, haciendo que ambos rebotaran hacia adelante.

- ¿Qué pasa, por qué te detienes de pronto? - le preguntó Maia acelerada

- Baja del auto - ordenó sin mirarla

- ¿Disculpa? - no entendía lo que pensaba hacer

- Tengo que ayudar a los chicos y no puedo hacerlo contigo aquí - le aclaro - así que baja ya -

- No me trates como si fuera un estorbo - le reclamó ofendida

- No lo digo por eso Cobra, entiende que esto es muy arriesgado y no puedo permitir que eso te afecte - le explicó mirándola por fin - jamás me perdonaría si eso llegara a pasar -

Maia se quedó perpleja tratando de entender lo que había escuchado. Se estaba preocupando por ella, o al menos eso es lo que le había dado a entender. Eso hizo que algo dentro de su pecho se removiera. Al ver que no se movía Kader decidió actuar por ella. Sin pensarlo se acercó lo suficiente como para alcanzar la manija de la puerta, sin tomar en cuenta la cercanía que tenían en ese momento sus cuerpos.

- Sal de aquí - le ordenó abriendo la puerta

- No - respondió cerrando ella la puerta

- Cobra por favor - la volvió a abrir

- He dicho que no - la siguió cerrando

- ¡Maia! - insistía en abrirla

- ¡Kader! - volvió a azotarla

Siguieron abriendo y cerrando la puerta regalandose miradas de odio. Hasta que Maia se desesperó y en un arranque de fuerza lo empujó hacia el asiento del piloto y se fue sobre él.

- Escucha bien lo que te diré, no sé lo que estés planeando pero voy a ayudarte y no te atrevas a decirme que no porque sabes que que a mi nadie me niega nada y tú no eres la excepción - le gritaba en la cara mientras lo agitaba usando la solapa de su saco - ellos también son mis amigos, también me preocupo por ellos y no pienso quedarme con los brazos cruzados mientras veo a la distancia como arruinan su vida y tú junto con ellos ¿Me has entendido? -

Kader no dijo nada, solo la miraba detenidamente sin poder creer lo que estaba pasando. Maia se extraño de que no le llevará la contraria, fue en ese momento que noto que el Caramelo estaba tan rojo que parecía que se iba a derretir, su respiración estaba agitada y sus ojos castaños se veían casi negros. Se veía extraño, pero quién no estaría así si tuviera a una diosa a horcajadas sobre su regazo en un espacio tan reducido como lo era el asiento de piloto de un auto deportivo y  sintiendo como sus cuerpos chocaban con excesiva intimidad cada que ella lo movía. Definitivamente extraño no era la palabra que él usaría para describir cómo se sentía en ese momento.

Solo al darse cuenta de la situación fue que Maia se decidió a volver a su lugar y para acabar con el incómodo silencio que se había creado decidió hablar.

- Llama de nuevo a los chicos, diles que tengo un plan - indicó sin mirarlo

Kader seguía perdido en el sin fin de sensaciones que su cercanía le había provocado. Fue por eso que no pensó en rebatir sus órdenes y llamó a sus amigos mientras retomaba el camino.

- June… -

- Si llamas para seguirme gritando, mejor ahórrate tus comentarios - lo interrumpió - ya suficiente tengo con que la policía nos esté dando alcance -

- No tendría necesidad de gritarte si hicieras las cosas bien - le reclamó

- Discúlpame por no ser santo de tu devoción, señor perfecto - dijo entre dientes

- ¡Maldita sea June! - grito histérico - deja de comportarte como un niño y madura de una vez. Esto es importante, no sólo tú vida está en riesgo y te agradecería que al menos fingieras que eso te importa -

Al ver que cada vez se alteraba más Maia decidió quitarle el teléfono para así ahorrar tiempo y evitar un altercado mayor entre ambos hombres.

- June, soy Maia necesito que me digas quienes vienen contigo - le exigió

- Estoy con Elliot, Maël, Ilhain, Jeremie y Alain - le respondió de malas

- Bien tengo un plan y necesito que todos me presten atención - le aclaró

- ¿Un plan? ¡¿Y quién eres tú para decirnos que hacer?! - la cuestiono molesto - que manejes a Kader a tu antojo no significa que puedas hacer lo mismo conmigo. ¡Yo no pienso ser el títere de una niña mimada como tú!  -

- ¡Cuidado con cómo me hablas animal! Porque así como estoy dispuesta a ayudarlos ahora, soy capaz de arruinarlo si así lo quiero - lo amenazó

- ¿Y qué te hace creer que necesitamos de tu ayuda? - intentó calmarse

- Pues ya que tú no has sido capaz de cumplir con algo que llevas años haciendo y has puesto en peligro a quienes dices ver como tu familia no tengo otra opción más que arreglar lo que tú has arruinado - le gritó con toda dignidad y desprecio - así que te sugiero que si no quieres terminar en prisión por culpa de tus estúpidos arranques me dejes solucionar esto y hagas lo que te digo -

June resopló con fuerza sin importarle que sus compañeros lo escucharan. En verdad que no le gustaba seguir las órdenes de nadie, sobre todo de la niña rica que a su gusto solo quería mangonear a todo su Clan a su gusto y capricho. Pero sabía que en ese aspecto tenía razón, sus arrebatos envalentonados lo habían arruinado todo y si no quería terminar en prisión o incluso muerto no le quedaba de otra más que hacer lo que ella le dijera.




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