- ¡¿Cómo te atreves a golpear a una niña?! - le gritó - ¡¿Qué clase de monstruo eres?! -
- No la defiendas Paris, esa escuincla es una ladrona, intentó robarse mi cartera - espetó con rabia
- ¿Todo por una maldita cartera? - no podía creer eso - no puedes lastimar a una niña por algo tan estúpido como eso. A ti te sobra el dinero, qué más da si alguien toma un poco de el, dudo que eso te afecte en algo -
- ¿Estas apoyando lo que hizo? - hablaba mientras se ponía de pie
- No lo hago, sé que hizo mal pero no por eso tienes derecho a tratarla de esa manera - defendió - tú no sabes como es su vida, o porque hace lo que hace y mientras sea así no tienes derecho a juzgarla y mucho menos a pasar por encima de ella como si no valiera nada -
- ¡Lo que hizo es un delito y debe ir a la cárcel! - insistió
- No te atrevas a volverle a ponerle un dedo encima, o te juró que haré que te arrepientas - lo amenazó
- ¡¿Quién te crees para hablarme así?! - la cuestionó - ¡¡Soy yo quien te hará pagar el haberte metido conmigo!! -
- ¡Hazlo si es que puedes! - no se iba a dejar amedrentar - pero no se te olvide de quien soy hija. Con una sola llamada puedo quitarte todo y dejarte en la ruina. Así que te recomiendo que no intentes nada y dejes las cosas en paz, por que si me entero que has intentado dañar a la niña no volverás a ver la luz del día -
Dicho eso se dio la vuelta y cargo a Colette quien aún lloraba en silencio. Y sin importarle que todo el mundo estuviera al tanto de sus acciones, que Damien hirviera de la rabia o Bastian intentará detenerla. La llevó con ella y la depositó en el asiento trasero del auto, para luego entrar al frente y conducir a donde ambas pertenecían.
Por otro lado, los miembros del Clan estaban pasando por el momento más aterrador de sus vidas. Ninguno tenía idea de donde pudiera estar Colette, cuando Felicíe fue a buscarla a la escuela se dieron cuenta de que no estaba ahí y según los profesores en ningún momento había entrado a clases. Eso les parecía ilógico a todos, ya que ella misma la había visto entrar al aula. Era imposible que hubiera faltado y si así era ¿Como es que logró escapar? Y peor aún ¿Dónde había estado todo ese tiempo, donde estaba ahora?
- Tranquila Felicíe, ya verás que los chicos la van a encontrar? - Anaïs intentaba consolarla
- ¡Cómo puedo calmarme si mi hija está desaparecida! - cuestiono entre sollozos - ¿Cómo pude haberla descuidado? -
- No te culpes más - la frenó Yolaine - tú no estabas ahí para poder evitarlo, en dado caso es culpa de la escuela por no haberla protegido -
- Tengo mucho miedo - Felicíe seguía lamentándose - si algo le pasa jamás me lo voy a perdonar, yo me muero sin ella -
- Deja de hablar así - la regañó Akanni - los muchachos moverán cielo, mar y tierra para lograr encontrarla -
- Aky tiene razón - terceo Jade - además, Kader está con ellos, sabes que él no va a descansar hasta dar con ella -
Por un momento todo se quedó en silencio, hasta que una débil voz se hizo oír.
- Perdón Felicíe, yo, no quería que esto pasara - se disculpó el pequeño Karim con lágrimas en los ojos - debí cuidarla, yo debía estar con ella todo el tiempo y no lo hice. Perdóname por favor -
- No mi niño, no es culpa tuya - Felicíe intento sonreír
- Pero tú siempre me pides que cuide de ella - el niño siguió llorando - es mi culpa que ella esté perdida -
Felicíe no lo pudo soportar más, por lo que atrajo al niño a su pecho y lo abrazó con fuerza mientras ambos lloraban. Es cierto que Karim no era su hijo, en realidad era un huérfano que habían encontrado en la calle cuando tenía 6 años, había sufrido mucho durante el tiempo que estuvo solo por eso es que el Clan no dudó en hacerlo parte de la familia. Ahora el pequeño tenía 10 años y era el mayor de todos los niños, de ahí que sintiera sobre sus hombros la responsabilidad de cuidar a los más pequeños. Algo que había aprendido de Kader, quien era su modelo a seguir. Por eso es que ahora sufría tanto como Felicíe, al ver que había fallado en su misión y era Colette quien sufría las consecuencias.
Mientras las mujeres del Clan intentaban consolar a la madre y al resto de los niños alguien tocó a su puerta. Fue Cannelle quien se dispuso a abrir, al hacerlo sintió que su corazón volvía a latir y sabía que Felicíe se sentiría igual. Del otro lado se encontraba Maia cargando a una dormida Colette. La había llevado a revisar para descartar cualquier problema físico que el desgraciado de Damien le hubiera causado, después de ser atendida se quedó profundamente dormida de lo cansada que estaba. En ese momento sus brazos y cabeza estaban escondidos tras el cuello de Maia, por lo que no se le notaban las marcas. Maia también se había cubierto la cara y los brazos usando una sudadera de gorro amplio y su mismo cabello. Lo que menos quería era causar un alboroto en el Clan apenas la vieran, sabía que con lo de Colette ya tendrían suficiente.
- Eres un ángel Maia - fue lo primero que dijo Cannelle al verla
- ¿Puedo pasar? - pregunto escondiendo la cara
- Si si adelante - intentó tomar a la niña pero Maia no lo permitió
Apenas entró todos soltaron un suspiro de alegría y tranquilidad. La primera en ponerse de pie fue Felicíe.
- ¡Mi niña, estaba tan asustada! - exclamó con lágrimas pero de felicidad - muchas gracias Cobra, me has devuelto la vida -
Felicíe la abrazó con fuerza y Maia reprimió un quejido de dolor. De inmediato Felicíe tomó a la niña y casi la deja caer al ver los rasguños que tenía.
- ¡¿Pero qué le ha pasado?! - interrogó asustada
- Al parecer intentó robar pero la descubrieron - le explicó en voz baja - ya la llevé con un médico y esta bien, solo son algunos golpes -
No quiso ahondar más en el tema, la verdad es que no se sentía para nada bien. La cabeza le dolía horrores, estaba tan mareada que apenas podía sostenerse, incluso cada vez le costaba más hablar y respirar. Por eso prefirió omitir la parte en la que ella también había sido golpeada y buscó la manera de irse antes de que alguien se diera cuenta de su extraño comportamiento. Pero para su desgracia antes de que pudiera salir, la puerta fue abierta con brusquedad, dejando ver a un Kader lleno de rabia y preocupación junto con todos los demás.