Asalto al Corazón

De quien menos te lo esperas

Ya habían pasado varias horas desde que aquella noticia había azotado su vida cuál tormenta ante la luz del sol. Todo ese tiempo se había mantenido encerrada en su habitación tratando de asimilar todo lo que era ella en verdad. Aún seguía derramando lágrimas, pero no era suficiente, necesitaba alguien que la entendiera, que no la mirara con lastima y supiera cómo consolarla. Y los únicos que llegaban a su mente era el Clan FireFriend, nadie mejor que ellos podía entender el dolor que producía el abandono y el maltrato de quienes deberían amarte antes de siquiera llegar al mundo. Si ellos no eran capaces de darle el ánimo que necesitaba nadie podría hacerlo.

Pero para su desgracia no podía estar con ellos, ya que la que decía ser su madre le había prohibido salir hasta que dejará de verse horrible. Sin embargo esa idea desapareció cuando su nana entró a su habitación dándole una noticia que no esperaba.

- Mi niña, necesito te mantengas en tu cuarto - le pidió casi susurrando - no salgas para nada hasta que yo regrese -

- Pero ¿Por qué Minalou, qué está pasando? - preguntó consternada

- Nada cariño, solo has lo que te pido y ya veras que todo estará bien - le aseguró para luego salir

Así se mantuvo Maia durante unas horas más, hasta que el sol se metió. Cuando eran las 9 de la noche su nana volvió a entrar con una canasta de ropa, dentro de ella venía un uniforme que usaban las sirvientas de la mansión. Después de mucho insistirle la convenció de ponérsela y mientras lo hacía la volvió a dejar sola. Unos minutos después entraron dos de sus empleadas, una de ellas se dirigió al balcón como si estuviera vigilando algo, la otra en cambio se acercó a ella y dentro de las toallas que traía sacó una peluca con una melena oscura que le llegaba a los hombros. Cuando se la colocó salió sin explicar nada. De momento el sonido de una cerradura abriéndose llamó su atención y se dio cuenta que la otra chica estaba abriendo el balcón, el cual se había mantenido bajo llave.

- Señorita, sé que esto le parecerá extraño pero sabemos lo mal que se la a pasado estos días al no poder salir, ver a su novio y amigos, por eso es que le ayudaremos a escapar - soltó sin más

- ¡¿Qué?! - pego un grito de asombro

- Por favor señorita baje la voz o podrán descubrirnos - le rogó su empleada - sus amigos han venido a buscarla casi todos los días y prácticamente nos han rogado por dejarlos verla, por eso nos organizamos para ayudarla -

- ¡Ay por dios, gracias gracias gracias! - la abrazó con emoción - dime que tengo que hacer -

- El balcón ya está abierto, tendrá que bajar por el árbol para que nadie la vea - le empezó a explicar - estando abajo se encontrará con otros de mis compañeros que le darán las demás instrucciones -

Maia lo entendió de inmediato y sin hacerse esperar salió por el balcón y bajó por el naranjo que semanas atrás Kader había usado pero para subir. Al estar cerca del suelo se encontró con el jardinero quien la ayudó a terminar de bajar. Juntos empezaron a caminar a la salida mientras otros de sus empleados se les fueron uniendo sutilmente. Al llegar a la salida vio a los hombres de seguridad y empezó a ponerse nerviosa, pero eso se esfumó al ver a las chicas de la cocina dándoles algunos regalos para cenar y mientras conversaban terminaron distrayéndose al grado de no notar que alguien de más estaba saliendo frente a sus narices.

Con las emociones a mil todos empezaron a caminar y calle tras calle se fueron dispersando, no sin antes desearle suerte a Maia. Al final se quedaron su ama de llaves, unas chicas de lavandería y su inseparable nana. Pronto alcanzó a ver en una esquina un auto de la familia y eso la llenó de temor, pero al ver que sus acompañantes se dirigían hacia allá se dejó guiar. Y al llegar se encontró con el chofer personal de su padre.

- Señorita su padre cree que el auto está fallando, por lo que no lo podrá usar hasta en un par de días - le explica señalando el auto aparcado - así que podrá llevárselo, tome estas son las llaves -

Maia recibe las llaves y con emoción le da un abrazo a su chofer.

- Recuerda que solo podrás irte por esta noche, mañana al amanecer tendrás que regresar - le explica su nana - aquí te veremos unos minutos antes de que entremos a trabajar para ayudarte a entrar y así nadie nos descubra -

- ¿Por qué hacen todo esto por mi Minalou? - le pregunta con evidente emoción

- Porque nadie merece vivir todo lo que tú has vivido y aunque has cometido errores todos merecen una segunda oportunidad y esta es la tuya - acuna su cara en muestra de cariño - ahora vete antes de que alguien nos vea, y ten cuidado -

Sin más Maia vuelve a abrazar a sus empleados y se sube al auto para emprender el camino. Lo que su nana dijo era cierto, le estaban dando una segunda oportunidad. Llevaban muchos años padeciendo por su mal comportamiento, sus desplantes y exigencias, pero desde que había iniciado su relación con Kader habían visto como poco a poco volvía aquella niña que siempre los abrazaba para darles las gracias sin importarle que fueran el personal de servicio. Cada día era más comprensiva, agradecida, amable y sencilla, tal y como lo recordaban. Y después de haber visto todo lo que estaba padeciendo las últimas semanas y en general toda su vida no dudaron en ayudarle a recuperar un poquito de alegría y libertad, aunque fuera solo por unas horas.

Maia estaba realmente agradecida con ellos, pues sabía que al ayudarle estaban traicionando a su padre y eso les podía costar muy caro. Pero ya encontraría la forma de recompensarlos y protegerlos. Pero por el momento lo que necesitaba era huir, escapar por un momento de esa sarta de mentiras en las que estaba viviendo. Quería desahogarse y sacar todo lo que tenía albergado y sabía que solo en el Clan podrá encontrar ese apoyo que tanto anhelaba. Y era ahí a donde iba, con la única familia que ahora sabía que tenía

 




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