Los FireFriend ya estaban por dormir cada grupo en su respectiva casa. En la casa principal vivían Kader, Felicíe, Colette, Tessa, Ethan y el pequeño Karim. Los niños ya estaban profundamente dormidos mientras que los adultos ya iban para ese rumbo, a excepción de Kader, quien no dejaba de preguntarse cómo estaría la Cobra en ese momento, para luego regañarse por estar pensando tanto en ella. Pero la verdad es que era algo que no podía evitar, sentía un extraño interés hacia ella, decía que era algo similar a lo que le pasaba con cualquier miembro del Clan. Pero en su interior sabía que no era verdad y lo confirmó con el hecho de casi matar a un hombre, cuando había jurado que jamás haría algo así.
Una promesa que olvidó por escasos segundos al tener a ese maldito frente a él, quería hacerlo pagar por lo que le había hecho a los suyos y demostrarle que con su Cobra nadie se metía.
"Mi Cobra" _ se sorprendió con ese pensamiento
Ni siquiera sabía desde qué momento empezó a verla como suya y lo peor es que no lo era. Maia no le pertenecía, lo suyo no era más que una farsa que pronto terminaría y cuando eso pasara ellos volverían a ser simples desconocidos. Y para su mal esa idea no le agradaba.
En ese momento sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonar de un motor, seguido de un toquido desesperado en la puerta. Eso era extraño, pasaban de las 10 de la noche y una visita a esa hora no podría significar nada bueno. Por ello se levantó y sin dudarlo cargó su arma, para luego salir lentamente en dirección a la sala. Al llegar se encontró con los gemelos y Felicíe, quienes también estaban armados y listos para atacar de ser necesario. Con señales silenciosas les asignó sus puntos de estrategia, tomando él la delantera, seguido por Ethan y con las chicas resguardando las habitaciones de los niños.
Sin llegar a prender la luz Kader abrió la puerta de manera inesperada y de inmediato todos apuntaron sus armas a quien estuviera del otro lado. Que resultaba ser una chica vestida con uniforme de sirvienta y de un cabello castaño corto. A pesar de ello Kader pudo identificarla rápidamente, podría estar vestida de manera totalmente opuestas a lo que ella acostumbraba y no tener a su alcance la suficiente luz, pero esos ojos celestes y los labios rosados que tantas veces había besado jamás podría confundirlos.
Lo que si no se esperaba era que en cuestión de segundos Maia brincara a su cuello rodeándolo con fuerza. Fue inesperado hasta para ella, ni siquiera se percató de que pudieron haberla matado por el susto que les dio o que Kader ni siquiera traía camisa. Simplemente lo vio y no pudo resistirlo más, lo abrazó como había querido hacerlo desde hace semanas, y en sus brazos lloró desconsolada. Eso sorprendió a Kader, en los meses que llevaba conociéndola jamás la había visto llorar, ni siquiera cuando vio a su amado haciéndole el amor a su hermana. El estar escuchando sus sollozos, sentir como sus lágrimas mojaban su torso desnudo y sentir su cuerpo tembloroso, hizo que su corazón se comprimiera como nunca lo había hecho.
Fue por eso que no dudo en corresponder el abrazo, atrayéndola más a su cuerpo, eso hizo que en vez de calmarse Maia llorará con más fuerza. Y es que ella no quería ser consolada, ella necesitaba que la dejarán desahogarse, que la dejarán llorar por todos los maltratos, las mentiras, los insultos, la falta de cariño, el abandono y todo aquello que por años jamás lloró. Está de más decir que sus espectadores estaban por más confundidos, ni siquiera saben quién era esa chica, obviamente por que no le habían podido ver la cara. No fue hasta que Felicíe se acercó a ellos y encendió la luz y por extraño que parezca a Kader no le gustó verla con su peluca castaña, por lo que de un jalón se la quitó, dejando al descubierto su hermosa cabellera dorada. Solo hasta ese momento los chicos pudieron reconocerla y al igual que Kader se preocuparon al verla tan destrozada.
- ¿Qué ha pasado? - Kader se decidió a preguntar
- ¡Era mentira, toda mi vida ha sido una mentira! - respondió apenas - mi familia, mi nombre, mi origen, todo es una farsa -
- ¿De qué hablas Cobra? - le preguntó Felicíe
Ante su pregunta Maia se separó un poco de Kader, lo poco que él le permitió, pues de ser por él no la apartaba ni un milímetro. Maia se quedó callada viendo los rostros preocupados de sus amigos. Es cierto que había ido ahí con la intención de desahogarse, pero el hacerlo no era tan fácil como el decirlo. Aún así se tragó su orgullo y buscó las palabras para algo que no tenía otra forma de expresarse más que con la verdad.
- Adelaïde Paris no es mi madre - era la primera vez que lo decía en voz alta - soy hija de una sirvienta que se embarazó solo para obtener dinero. Me usó como un billete de lotería y al ver que no resultaba ganador no dudó en desecharme cómo si fuera simple basura. Mi padre me trata como si hubiera provocado su aventura, la que creía que era mi madre me culpa por la muerte de su hijo y la que ahora sé que es mi media hermana me odia por haber arruinado a su familia. ¡No soy más que una bastarda a la que todo el mundo detesta! -
Esas palabras impactaron a todos los presentes, estaban conscientes del recelo que la familia Paris tenía hacia ella, pero no esperaban que esa fuera la razón. Eso era suficiente para Kader, en ese momento nada le importaba tanto como querer consolar a su Cobra. Y al ver que su cuerpo perdía fuerzas de tanto temblar, no dudó en levantarla de la cadera, haciendo que Maia enredara sus piernas en su cintura y así se la llevó a su habitación ante la mirada sorprendida de todos. Ya en su cuarto, se sentó en la cama con ella a horcajadas en su regazo. Ninguno dijo nada, Maia solo lloró en su hombro mientras él le acariciaba el cabello y la espalda. Pasaron casi dos horas así, hasta que Maia estuvo dispuesta a contarle todo lo que había pasado, desde el beso con Bastian hasta sus empleados ayudándola a escapar.