Asalto al Corazón

Noche de confesiones

- Claro, había olvidado que ahora que ya cumpliste con tu objetivo ya no te hacíamos falta - espetó herido - es bueno saber que por fin nos libramos de ti -

Con esas palabras intentó ponerse de pie para apartarse de ella. Pero Maia no se lo permitió, en vez de eso afianzó más su agarre en su cuello y cintura, y acercó sus rostro para que no pudiera evitar su mirada.

- No digas tonterías Caramelo, te dije que se acabaría está farsa de fingir ser novios solo para molestar a los demás, mas no que se estaban librando de mi - pocas veces se sentía tan nerviosa como en ese momento - sé que no soy la mejor de las personas, que los he humillado y les he causado mucho problemas. Pero tienes razón, además de ustedes no tengo a nadie más, ustedes son los únicos que me han brindado su amistad y cariño sinceros. Son mi familia y no quiero perderlos -

- ¿Lo dices en serio? - ahora era él quien no podía creer en sus palabras

- Como nunca antes lo había hecho - lo miró penetrante - solo quiero que al menos, seamos amigos -

- Amigos - repitió él

Eso era algo que no había contemplado, tener una amistad con la Cobra no estaba en sus planes. Pero no le pareció mala idea, aunque en el fondo tan poco era muy de su agrado. Eso significaba que todo a lo que se había acostumbrado a hacer con ella no podría seguirlo haciendo. Tomarla de la mano, decirle palabras románticas, abrazarla, besar sus labios, esas eran cosas que no hacían los amigos. Eso era algo que a ninguno de los dos les agradaba dejar, se lo atribuían a que ya estaban acostumbrados y que esa misma costumbre era lo que les impulsa a querer besarse ahora que estaban tan cerca.

El ambiente empezó a tornarse tenso, los ruidos se disiparon y sus latidos aumentaron. Bastaba con ver sus ojos oscurecidos por la pasión para saber lo que ambos querían y no se atrevían a decir.

- ¿Ya terminaste de escanearme? - preguntaron los dos a la vez

Eso los hizo reír ligeramente a ambos, de una manera extraña esa simple pregunta se había convertido en su mantra, cuatro palabras y una interrogante que los había unido desde el primer día en que se vieron. Era su saludo, su declaración, un juego que sólo ellos entendían. Dos segundos después ambos unieron sus labios de forma sincronizada, el beso era lento, pero también apasionado. En ese momento todo a su alrededor desapareció, las diferencias sociales, los temores ocultos, las personalidades opuestas y todos los problemas habían dejado de existir o simplemente no importaban más.

Maia no pudo evitar comparar ese beso con el que le había dado Bastian esa mañana y pudo aclarar el porque no sintió nada en ese momento. Y es que aunque no lo aceptara ya se había vuelto adicta a los labios de su Caramelo amargo, para ella nada podía compararse al sabor de vino dulce que degustaba en cada uno de sus besos. Kader por su parte se sentía envenenado, un veneno excitante que solo encontraba en los labios de su Cobra. Era una sensación que lo hacía arder y al mismo tiempo desfallecer, esa era la verdadera razón por la que la llamaba Cobra. Sus besos eran tan letales como la mordida de una peligrosa serpiente, era su veneno, uno por el que ambos estaban dispuestos a morir.

Las sensaciones estaban aumentando y la oportunidad de frenar se reducía cada vez más. Lentamente, sin siquiera proponérselo fueron cayendo en la cama, dejando a Maia encima de su cuerpo. Eso le permitió a ella acariciar su pecho, ahora si que agradecía que no estuviera usando camisa, Kader a su vez rozaba con sus fuertes manos cada centímetro de su espalda hasta llegar a su cadera. Nunca sabrán qué tan lejos hubieran llegado, de no ser por la abrupta interrupción que tuvieron.

- May te hicimos... - Felicíe grito al ver la escena - ¡Ay por dios! -

Su voz junto a las risas de Tessa hizo que Kader empujará hacia un lado a Mia y en un intento de ponerse de pie terminó enredándose con sus propios pies, lo que hizo que cayera de espaldas al suelo.

- Amm, bueno - Felicíe tartamudeo con pena - te preparamos un té para calmar tus nervios -

- También te buscamos una pijama para que estuvieras más cómoda - añadió Tessa - aunque creo que ya no será necesaria -

Su broma hizo que Felicíe le diera un codazo y que la pareja la mirara con claras intenciones de matarla. Después de esa interrupción se pusieron de pie sin siquiera mirarse, y así continuaron hasta que decidieron irse a dormir.

El reloj marcaba las 3:27 de la mañana y Maia nada que podía dormir. En su mente no dejaba de repasar una y otra vez todo lo que había pasado en un solo día, habían sido demasiadas emociones y a pesar de que se sentía cansada no era capaz de cerrar los ojos. Pues cada vez que lo hacía volvía a sentir los besos de Kader robándole el aliento y sus manos acariciando su cuerpo. Al final se rindió, en menos de tres horas debía volver a su vida llena de mentiras y estaba claro que esa noche no dormiría. En silencio salió de la habitación que le pertenecía a Felicíe, ya que su amiga estaba durmiendo con su niña para que ella pudiera quedarse ahí. Camino en dirección al patio trasero y se sentó en la banca que ahí había. Pasó largos minutos admirando el cielo nocturno y sin proponérselo dejó salir varios suspiros.

- Dicen que cada suspiros es un beso del alma para la persona que se ama - escuchó a sus espaldas la voz de Felicíe

Instintivamente su mirada se posó en la ventana que pertenecía al cuarto de Kader y eso su amiga lo notó.

- Precisamente a eso me refiero - habló sentándose a su lado

- ¿Qué haces despierta a estas horas? - obvió sus palabras

- Aquí entre nos, déjame decirte que Colette no sólo heredó el atractivo de mi esposo, sino también sus terribles ronquidos - dijo con gracia - tendrá 7 años, pero ronca peor que el rugido de un león -

- Perdón por quitarte tu cama - se disculpó con una ligera risa

- Oh no te preocupes por eso - le restó importancia - discúlpame tú a mi por interrumpir tu momento con Kader -




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