Eso era más que suficiente. Tenían un plan, tenían una motivación y lo más importante, se tenían a ellos. Kader no podía negar que las palabras de la Cobra habían hinchado su pecho de orgullo y de algo más que no sabía cómo describir, o al menos no estaba dispuesto a aceptarlo. Pero lo que hizo enseguida bien podía dar una idea de lo que estaba sintiendo, dio dos pasos hacia ella, tomó su rostro entre sus manos y sin más la besó. Fue un beso suave, tierno y fugaz, pero con eso bastó para llenar sus corazones incluso por los próximos siglos.
- Ya la oyeron chicos, ese bebé nos necesita y no le vamos a fallar - llamó la atención de los demás
Y con eso todos se movilizaron dispuestos a acatar cada orden que se les había dado. Pasó media hora, las chicas estaban encerradas en la habitación de Anaïs, León ya había despertado, June trataba de reducir el tiempo de camino al hospital, los niños se mantenían tranquilos y el pequeño estaba a nada de nacer.
- ¡Vamos Anaïs, solo puja un poco más! - insistió Akanni
- ¡Ya no puedo, maldición! - se quejaba entre dientes
- Solo piensa que pronto tendrás a tu pequeño entre tus brazos - la animó Cannelle - no te rindas ahora -
- Tú puedes Any - terceo Tessa
Maia lo pensó un segundo y mientras Anaïs recuperaba fuerzas se montó a la cama posándose detrás de ella, pegando su pecho con la espalda de su amiga y abrazandola por encima de sus hombros.
- Vamos Anaïs, yo sé que puedes con esto y mucho más - la animaba hablando a su oído - cierra los ojos un momento y piensa en lo hermoso que será tener a tu pequeño en brazos junto al cobarde de tu marido, imagina el color de sus ojos, el sonido de su risa y la belleza de verlo crecer -
Anaïs hizo lo que se le pidió, poco a poco se fue calmando y con la esperanza de ver cumplidas las palabras de su amiga fue recuperando las fuerzas necesarias.
- Ahora abre los ojos, respira profundo y puja con todas tus fuerzas como si tu vida dependiera de ello, por que en parte así es - le ordenó llena de emoción y expectativa
Anaïs escuchó las palabras de la Cobra, dejó su miedo y el dolor a un lado y pensó en la recompensa tan grande que obtendría ante su esfuerzo. Entonces pujo, lo hizo hasta casi desfallecer y en el último segundo un hermoso llanto se escuchó.
- ¡Es una niña! - festejó Jade
Cannelle no tardó en salir de la habitación para buscar al nuevo papá del grupo y apenas los vio anunció la buena nueva.
- ¡¡Ya nació, tú hija ya nació!! - gritó emocionada
Sin dudarlo todos corrieron al cuarto, al entrar encontraron la emotiva escena de ver a la joven madre cargando a quien ahora sabían que es una niña. A su lado aún se encontraba Maia, quien sonreía orgullosa de saber que los suyos no le habían fallado. Felicíe atraía a los niños para que conocieran a su nueva amiguita y el resto de las chicas terminaban de arreglar todo a su alrededor. El primero en acercarse fue León, quien inesperadamente empezó a llorar como un niño al ver a las mujeres más importantes de su vida.
- ¿Cómo te sientes amor? - preguntó entre lágrimas
- Bien cielo, cansada, pero bien - respondió conteniendo su propio llanto
- Es hermosa, gracias mi vida, me has hecho el hombre más feliz del mundo - y sin más, volvió a llorar
- Voy a creer que puedas golpear a 5 hombre a la vez sin apenas sudar y esa niña ya haya hecho que te desmayes, tengas dos ataques de pánico y lleves casi una hora llorando - se burló Ethan - debería darte vergüenza -
Eso hizo reír a todos, ya que tenía razón. León era quien le enseñaba todo tipo de artes marciales a los miembros del grupo y por su físico parecería invencible, pero cuando se trataba de su mujer dando a luz era peor que un crío indefenso.
- Ya te veré cuando tengas tus hijos desgraciado - se quejó el pelirrojo
Todos volvieron a reír, a excepción de Ethan, quien clavó su mirada en Akanni. Haciendo que los dos se sonrojaran.
- Bueno ¿Y cómo piensan llamarla? - preguntó Felix
- Alguien dijo una vez que estando juntos siempre seremos victoriosos, por eso creo que debería llamarse Victoria - respondió Anaïs - por que eso es lo que los FireFriend sabemos hacer. Aún cuando nosotros mismos lo dudemos, porque siempre habrá alguien que crea en nosotros y por nosotros -
Al decir esas palabras su mirada se centró en Maia, quien trataba de contener sus lágrimas de emoción. Sus ojos pasaron lentamente por cada miembro de su familia, y no pudo evitar sentirse plena. Lo que vio frente a ella era realmente bello y hasta gracioso, ya que aún estaban mojados y llenos de comida, tierra y plantas, pero eso a ninguno le importaba. Todas esas personas, niños, jóvenes y adultos, estaban unidos por un mismo fin, un amor que va más allá de los lazos de sangre o de las circunstancias. Una familia que se profesaban lealtad entre ellos, que veían más por los suyos que por ellos mismos y que preferían la felicidad que les daban las pequeñas cosas antes que los lujos que podría darles las riquezas. O al menos así era la mayoría.
Instintivamente sus ojos chocaron con los de Kader, quien la miraba con una sonrisa radiante, mostrando lo orgulloso que estaba de ella, lo feliz que era con su familia y el amor que le tenía a cada uno de ellos. En ese momento supo que debía hacer, ya había hecho los cambios suficientes para ganar su corazón, pero aún debía hacer algo más. Estaba claro que para Kader lo más valioso que tenía era aquella familia que él mismo había elegido. Esa era la pieza faltante, el último eslabón que la haría obtener su corazón. Y sí, ella se encargaría de completarlo.
Lastima que del lado norte de la ciudad también había quienes estaban armando su propio plan. Pero uno más cruel y despiadado, con el único propósito de destruir esa cadena por completo. Y al igual que Maia, solo necesitaban una cosa, la misma que alguien más no dudó en entregársela.
- Señor, alguien pide verlos - anunció el hombre trajeado - dice que tiene información relacionada con el señor Kader Le Roux y el grupo con quien se reúne -