- ¡No quiero oír que vuelvas a decir algo así! - la reprendió - sabes que nada de eso es verdad -
- Pero… -
- ¡Nada Maia! - la interrumpió tomando su rostro entre sus manos para llamar toda su atención - los errores de tus padres no tienen por qué perjudicarte y mucho menos ser culpa tuya. Así que por favor no vuelvas a decir que tu existencia solo ha causado daño porque eso no es verdad. El que estés con nosotros muchas más alegrías que cualquier otra cosa en la vida, los niños están recibiendo una mejor educación que ninguno de nosotros, muchos en el Clan tienen más confianza en sí mismos, se aceptan más allá de ser simples ladrones y yo… -
Sé contuvo un momento antes de decir cualquier cosa de la que podría arrepentirse después. Pero la verdad es que no había muchas formas expresar lo que sentía al tenerla cerca.
- ¿Tú.. que? - preguntó inquieta
- Yo, nunca habría sido tan feliz de no haberte conocido - dice apenado - me hiciste vivir y sentir cosas que jamás había sentido antes, y que para ser sincero no quiero dejar de sentir. Soy feliz contigo y te aseguró que ninguna dificultad será capaz de opacar eso -
- ¿Lo dices en serio? - preguntó empezando a sentir como la emoción sustituye a la tristeza
- Mucho, por eso no quiero soporto escucharte decir que solo sirves para hacer daño. Por que si así fuera significaría que nada de lo bueno que he vivido a tu lado ha sido real y eso no podría soportarlo -
Con eso era suficiente. Tal vez su vida había sido en gran parte una farsa y llena de penas, errores y sufrimientos. Pero ahora todo estaba mucho mejor, tenía al Clan, a sus inseparables amigas, y por sobre todas las cosas tenía a su Caramelo. No necesitaba nada más. Le había arrebatado a su familia sin siquiera haberle permitido conocerlos, pero la vida le había regalado una que más allá de ser un sustituto era un complemento.
- Vamos, hay que irnos - se levantó tomándolo de la mano - ya no tengo nada más que hacer aquí -
Kader se sintió aliviado al ver que sus palabras la ayudaron a recuperar la seguridad y la fortaleza qie tanto la distinguían. Juntos salieron de la casa con las manos entrelazadas mientras Maia sostenía en su mano libre la fotografía de su familia materna.
Durante el trayecto ninguno buscó decir nada, pero a pesar de ello el ambiente se sentía tranquilo, tanto así que Maia terminó quedándose dormida. No fue hasta que sintió unas dulces caricias pasando por su rostro y una sensual voz llamando a su oído. Poco a poco fue abriendo sus ojos encontrándose con los labios de su Carmelo rozando los suyos.
- Ya llegamos - le susurro al verla despierta
Maia se incorporó lentamente y notó que no estaba en su casa, sino en el mismo bosque a donde Kader la había llevado después de haber visto a Bastian haciéndole el amor a su hermana. Si lo conocía lo suficiente ya podía imaginar por que la había llevado ahí.
- ¿No te parece que ya es un poco tarde para dar una vuelta por el parque? - preguntó en broma
- ¿Y quién dijo que vinimos a dar una vuelta? No creo que sea bueno llevarte a casa por ahora, tomando en cuenta que tu familia me odia y que tus ojos aún están hinchados por las lágrimas - le aclaró - además no has visto las bellezas que este lugar ofrece durante la noche -
- ¿Y tú planeas enseñarmelas? - inquirió
- No veo por qué no, hay muchas cosas que puedo enseñarte a hacer cuando el sol se a ocultado - le siguió el juego
- Así que mi asaltante personal también se convirtió en mi maestro de la noche. Eso me interesa - jugó coqueta
Ambos pudieron notar como la conversación se dirigía a un terreno peligroso, a la vez que que el ambiente se cargaba de sensaciones que ninguno iba a ser capaz de controlar si no se detenían de inmediato. Por eso Kader tomó la iniciativa para salir del auto, haciendo que Maia hiciera lo mismo. Igual que la primera vez, se dirigieron a la cueva que los había albergado aquella tarde. Con la diferencia de que está vez subieron a la parte alta de esta. Estando ahí Kader se quitó su chaqueta y la puso en el suelo para que Maia pudiera recostarse, cuando ella lo hizo él se acostó a su lado pasando su brazo por encima de su cabeza.
Pasaron largo tiempo acurrucados uno al lado del otro mientras hablaban de todo un poco, a la vez que admiraban las estrellas. Era una noche fresca y despejada, a lo lejos podían oír a los animales de la noche siendo la voz de la oscuridad y acompañando la sinfonía que el sonar de la cascada desplegaba.
- Tenías razón, este lugar es mucho más hermoso de noche - le comentó con calma - me pregunto cómo es que lo encontraste -
- La noche en que enterramos a Gillian estaba tan desesperado, sentía que todo a mi alrededor se estaba cayendo a pedazos - le empieza a relatar sin temor - la casa se me hacía demasiado pequeña como para poder estar en ella. Así que sin avisar a nadie tomé la moto y me fui, conduje tan lejos como pude. No me importaba el camino que tomara, solo quería huir del dolor y la culpa que me estaban consumiendo. Y sin darme cuenta termine en el bosque, así que baje de la moto y corrí lo más rápido que pude, cuando agoté todas mis energías me detuve a un lado del río y vi la cueva. Así que entre a ella y no fue hasta ese momento que dejé salir todo el dolor. Lloré tanto como pude, y cuando las lágrimas se acabaron por fin pude sentirme tranquilo -
- Desde entonces cada vez que necesito pensar, despejarme de todo lo que me agobia, o simplemente para tomarme un respiro - concluyó - ahora que lo pienso nunca había traído a nadie. Sonará cursi, pero en cierta forma este era mi lugar secreto dónde solo yo podía estar -
Maia se lo pensó un momento y se le hizo darse cuenta que lo importante que era ese lugar para él y aun así decidiera compartirlo con ella a pesar de lo mal qie se llevaban en ese entonces.
- ¿Si es tan especial para ti, entonces porque me trajiste aquí ese día? - le preguntó dándose la vuelta para mirarlo de frente