Asalto al Corazón

Aprender a decir NO

Apenas escuchó esas palabras Kader sintió como si el piso le quemara. Como rayo se incorporó dejando sus rodillas en el piso y manteniendo cierta distancia de Maia.

- ¿Qué… qué dijiste? - tartamudeo

- Lo que escuchaste, me enamoré de ti - insistió - sé que es difícil de creer, incluso a mi me costó aceptarlo, pero es la verdad. Me enamoraste con tu coraje, tu valor, la forma en la que ves por los tuyos, esa sencillez y a la vez orgullo con el que enfrentas cada situación. Te amo -

- No - dijo de inmediato - ¡No! No puedes amarme -

- ¿Pero por qué no? - lo cuestionó

- Para empezar porque hasta hace poco creías estar enamorada de tu cuñado, no puedes pasar de eso a enamorarte de tu asaltante - le dio sus razones - además, somos muy diferentes -

- Eso no es verdad, hace un momento decías que éramos muy parecidos - contra atacó - y lo de Bastian no fue más que un error, una confusión -

- ¡Pues haz de cuenta que esto también es una confusión! - declaró poniéndose de pie y dándole la espalda - lo mejor será que te lleve a casa -

- No, no me voy hasta que me digas porque dudas de mí - insistió - ¿Porque no puedes aceptar que te amo? -

- Porque es estúpido Maia - respondió desesperado

- Esa no es la respuesta que busco Kader - intentó tomarlo del brazo, pero él se alejó

- Pues esa es la única que te puedo dar - espetó

- Por favor Kader, al menos dignate a mirarme - le exigió - sé que no he dejado ver la mejor versión de mi, pero eso no significa que… -

- ¡¿Que no tienes corazón, que eres incapaz de desarrollar cualquier sentimiento bueno, que solo sabes lastimar a quien te rodea, que tu no sabes lo que es amar porque nunca nadie te ha amado? - habló una y otra vez sin pensar en sus palabras

- Así que eso es lo que piensas de mí - dijo dolida - te preguntare solo una cosa, ¿Me amas, sientes por mi algo más que desagrado o repulsión? -

Kader se quedó en completo silencio, apenas si giró la cabeza mirando a Maia de reojo.

- Eso es más que suficiente - habló con la voz entrecortada - olvida lo que dije, es más, olvida que existo. Fue un placer conocerlo señor Le Roux, no volveré a molestarlo -

Con esas palabras se dio la vuelta con la cara en alto, pero con el corazón destrozado. Era buena ocultándolo, pero para alguien que la conoce tan bien como Kader su dolor era más que obvio y eso también lo destrozó. Tantas veces que había deseado deshacerse de ella, y ahora que lo había conseguido sentía una opresión en el pecho que no lo dejaba respirar. Pero no entendía porque, todos sus sentimientos estaban revueltos, no quería perderla, pero no le agradaba la idea de que sea sólo su amiga y tampoco buscaba algo más. ¿Oh sí?

Como un relámpago, su cabeza se llenó de todos los buenos momentos que vivió con ella, los besos, las caricias, las risas, los celos, las lágrimas, todo. Fue ahí que notó el gran cambio que hubo en ella, del progreso que hubo en su relación y las sutiles muestras de su amor que ella le daba. Las mismas que él no quiso ver aún cuando estaban frente a sus ojos, las mismas que hicieron que su corazón diera un vuelco, las mismas que le abrieron los ojos del alma.

 

¡No puede ser! _ maldijo

 

- ¡¡MAIA!! - la llamó buscando alcanzarla - ¡¡Maia espera!! -

Ella no le obedeció, no estaba dispuesta a que la viera humillada y rota. Es verdad que lo amaba, pero su dignidad nunca le permitiría rogarle por unas migajas de cariño. Kader al estar consciente de eso corrió colina abajo con miedo y desesperación. Cuando pudo alcanzarla ya se encontraban en la orilla del río. Sin pensarlo dos veces la abrazó por la espalda pegandola a su pecho.

- No te vayas - le susurró al oído

- Por favor suéltame - le pidió - no me lo hagas más difícil -

- No lo haré - le aseguró - nunca voy a soltarte -

- ¿Por qué me haces esto, es tu venganza por todo lo que te hice pasar cuando nos conocimos? - le preguntó intentando no llorar

- Si, no puedo dejarte ir sin que hayas pagado por todo lo que nos has hecho - respondió apretandola con más fuerza

- No creí que fueras tan maldito - empezó a forcejear con fuerza - ¡Suéltame! -

- ¡Tienes razón, soy un maldito, un estúpido, un ciego, un cobarde, un mentiroso… y te amo! - por fin confesó

Ambos se quedaron estáticos sin saber muy bien que hacer, poco después Maia se obligó a reaccionar.

- No, no puedes amarme - repitió sus palabras - si así fuera no pensarías todas esas cosas horribles sobre mi -

- No Cobra, yo no pienso nada de eso - quiso explicarse - lo dije porque quería convencerme a mí mismo de que así era, no quería aceptar lo que en verdad siento por ti y me obligaba a pensar que no tenía ninguna razón válida para amarte -

- ¿Tan desagradable te parece la idea de quererme que prefieres tacharme de ser lo peor? - cuestionó intentando zafarse

- No desagradable, más bien increíble - le explicó - es cierto que has cambiado, ya no eres la niña mimada, arrogante, ambiciosa y cruel que conocí. Pero a diferencia tuya yo sigo siendo el mismo de siempre, un ladrón huérfano que es perseguido por la ley y que no tiene nada bueno que ofrecerte. Y no lo voy a negar me aterraba la idea de que todo esto solo fuera una actuación de tu parte para conseguir algo a cambio y que al final terminarás destrozando no sólo mi corazón sino también todo lo que me rodea -

- ¡Yo jamás haría eso! - se defendió - cuando digo que te amo lo digo en serio, jamás haría algo que te hiciera daño a ti o al Clan -

- Ahora lo sé, y te pido disculpas por dudar de ti. Sé que fui injusto al decir todo eso sobre ti, solo te pido que me des la oportunidad de demostrarte lo que siento por ti - le pidió - déjame ser el que te ame y sea dueño de ti. Te prometo que ni toda la vida, ni todas las palabras, ni todos mis latidos bastarán para amarte. Me dedicaré en cuerpo y alma para darte lo mejor de mi, solo dime que no dejaras de amarme y que aún no es demasiado tarde para nosotros -




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